Maddison Bennett es una chica adinerada, dulce e inocente que vive de forma modesta en uno de los barrios más alejados de la zona rica de Nueva York. Pero Maddison sufre de una pequeña imperfección: tiene androfobia. El temor a tocar a los hombres e...
Abrí los ojos y lo primero que me encontré fue la oscuridad del techo. Me desperté con un dolor de cabeza de campeonato. Sabía que cuando alguien se emborrachaba no se despertaba como una rosa precisamente, pero tampoco pensé que sería para tanto. Me incorporé y vi que había estado tumbada en mi cama, sin siquiera haberme arropado con una manta o una sábana. Bajé la mirada y me di cuenta que aún llevaba el vestido de anoche. Lo único que no tenía eran mis zapatos
"¿Y dónde están?"
Miré a mi alrededor para saber dónde estaban cuando noté que mi almohada estaba completamente llena de churretes negros y mojada. Había dormido sin desmaquillarme y con la boca abierta, llenándola toda de babas
"Menudo cuadro"
Seguro que Aylin me hubiera hecho una foto para subirla a Facebook o Twitter y así mofarse de mí. En fin...
Pero la pregunta era: ¿quién me había traído aquí? La única persona con la que estuve anoche fue con Harry. ¿Me había traído él a mi cama? No lo sabía. Intentaba recordar todo lo que ocurrió anoche, pero no me venía nada a la cabeza. Lo único que tenía era la extraña sensación de que algo raro había pasado. No sabía si era bueno o malo, pero sí raro. ¿Esa era una sensación común de la resaca o es que anoche había ocurrido algo? Tenía que llamar a Harry para que me dijera qué narices había ocurrido y qué había hecho. Sólo esperaba que no hubiese hecho algo de lo que arrepentirme
Me levanté de la cama y abrí las persianas, pero al segundo me arrepentí de ello. El sol me golpeó de tal forma en la cabeza que tuve que agarrarme fuerte al cabecero de la cama porque estuve a punto de volver a caer, pero esta vez al suelo
-No vuelvo a emborracharme -dije cerrándolas a toda prisa- En la vida
Entre la oscuridad fui agarrándome a todo lo que pillaba hasta llegar al baño. Me miré al espejo y no me reconocí con toda esa mierda, llamada maquillaje, esparcida sobre mí. Mi cara se parecía a la de un mapache con los ojos inyectados en sangre por la rabia mezclada con la cara de un payaso cocainómano. Realmente era un total desastre
-No vuelvo a tomar ni una pizca de alcohol -volví a repetirme
Tenía que arreglarme de inmediato. No quería que nadie me encontrase de esa forma y empezara a hacer preguntas. No estaba de humor como para las preguntitas. Y mucho menos si era mi hermana la que me encontraba. Abrí el grifo del agua caliente y me metí en ella rápidamente. Tanto que ni siquiera me quité la ropa. Me di cuenta que aún la llevaba puesta cuando el vestido empezó a pegárseme al cuerpo
-Joder. Menuda mierda -dije mientras me quitaba a duras penas la ropa mojada- Soy una idiota de campeonato
Cuando terminé de ducharme, esta vez sin ropa, volví a mi cuarto y me vesti con lo primero que pillé. No tenía muchas ganas de ver qué combinaba con qué. Después cogí un coletero que tenía tirado por allí y me hice un moño bien alto. No tenía ganas de arreglarme como Dios manda. Me la sudaba
-Se me están pegando las palabras groseras de Harry
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