🌑 Capítulo 22 🌑

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—Es otra prueba que demuestra que tú eres una pulga y yo un lobo —contestó con desinterés.

Estúpido perro pulgoso.

—La alergia no te dejará dormir —amenacé.

—¿Cuáles son los Clanes Superiores? —preguntó, ignorando mi comentario.

Le pregunté si estaba hablando en serio, usando mi mirada. Me respondió de la misma forma, corriendo un poco su libro para observarme por el lado.

—Osos, Cisnes, Tigres y los odiosos Lobos —respondí.

—¿Y quién es la actual cabeza de la Hermandad?

—Los lobos —bufé.

—¿Y el alfa es...?

—Tu padre. ¿Qué clase de interrogatorio es este?

Rodé los ojos y me crucé de brazos, demostrando la ofuscación que me producían sus preguntas.

—¿Y cómo se llamaba mi abuelo?

—¿Quieres que escriba tu biografía? —pregunté con sarcasmo.

Angus cerró su libro y por primera vez sentí que tenía su completa atención.

—Todas son potenciales preguntas para tus evaluaciones —contestó.

—Y tú piensas examinarme —afirmé, revelando sus intenciones.

Debí haber abandonado la habitación en ese mismo instante, sin embargo no lo hice, por alguna razón estúpida, que guardaba relación con sus penetrantes ojos y su sonrisa maliciosa.

En su lugar acepté sentarme junto a él, guardando la suficiente distancia.

Angus continuó su interrogatorio, pude responder al menos la mitad de sus preguntas en forma correcta, y cuando no sabía, intentaba explicarme. No era muy maestro con mucha paciencia, sus enseñanzas eran cortas y concisas, pero podía ver que le importaba que aprendiera.

Pocas veces había sentido que algo de lo que aprendía en la escuela realmente me servía en la vida. Esta vez era distinto, pues lo que estudiaba me estaba ayudando a comprender el mundo al cual había entrado, de este modo, el conocerlo me ayudaba a entrar en él, aunque aún no lograba aceptarlo.

—¿Hay algo que te guste de esta Academia? —inquirí, repentinamente.

—No —respondió a secas, impidiendo toda posibilidad de seguir preguntando.

Mientras la mañana pasaba, comencé a sentirme más cansada, no había dormido bien anoche por escribir la carta a mi madre y me había levantado temprano para repasar. Pensé en Aby, quien seguramente estaría buscándome en estos momentos. No tuve tiempo de decirle dónde iba, así que esperaba que alguien se tomara la molestia de informarle.

La hora del almuerzo llegó antes de lo esperado y mi estómago empezó a resonar por comida. En cuanto lo escuché, me cubrí la barriga con ambas manos, avergonzada, pero a Angus no pareció hacerle gracia.

—Tienes hambre —observó.

—¿Tú no? —pregunté.

—Un poco. ¿Qué quieres comer? Tengo servicio a la habitación.

Recordé la vez en que mi almuerzo había sido interrumpido por Sophia y llegué a la conclusión que sería de muy mal gusto hacerle lo mismo a uno de mis compañeros.

—Eso es abuso de poder —dije, a modo de rechazo.

Me observó, esperando alguna solución, en realidad no era necesario decirlo, era tácito que ninguno quería ir al comedor principal, por lo que necesitábamos una alternativa.

Pensé en llamar a Aby y pedirle que consiguiera tres almuerzos, de modo que, en teoría nadie dejaba de comer. Sin embargo, aunque la adoraba y seguramente estaba sola en estos momentos, no quería a una tercera persona aquí.

—Iré yo misma —ofrecí. Después de todo, se suponía que este era mi trabajo.

—No te llamé para eso —Se opuso.

—No, es un servicio adicional, así que tendrás que pagar extra.

Sin embargo no fue necesario, pues alguien golpeó la puerta de la habitación, justo a tiempo.

Sin embargo no fue necesario, pues alguien golpeó la puerta de la habitación, justo a tiempo

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