1 [Ichi]

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KIM SEOKJIN:

Jin siempre fue una persona algo extrovertida y social en primaria, pero había algo que siempre le daba curiosidad.

"Esa chica"

Ella siempre estaba sola bajo ese árbol de cerezo mirando la nada, a veces la veía fijamente, esa dulce niña de pelo negro y piel pálida siempre tenía la misma expresión; una mirada perdida, como muñeca de porcelana con ojos brillosos, pero como si estuviera vacía por dentro. Esa era la característica que siempre pensaba que reflejaba la angelical cara de la solitaria niña, como si no tuviera emociones, puesto que nunca las mostraba. ¿Sabrá acaso que es el amor? ¿La alegría? ¿Felicidad? ¿Tristeza siquiera?

Cuando caminaba despreocupada por el pasillo de la escuela pareciera como si fuera invisible. ¿Nadie nota su presencia nunca?, un día choco con ella a propósito para poder conversar, fue la forma más lógica que encontró en ese momento para poder escuchar su voz, quería descubrir si su voz era igual de hermosa que su cara. Tuvo suerte ese día, ya que iba corriendo con prisa, el pequeño Jin de menos de nueve años interfirió en su camino y ambos cayeron al suelo. El se paró rápido para ayudarla a ella, cuando la niña alzo la vista Jin se percató más a detalle de los profundos ojos negros, para el era como ver un diamante bajo el sol.

Se quedaron mirando fijamente un rato hasta que ella tomo la mano que le había tendido antes, su mano a pesar de estar fría, se sentía suave, daba una sensación de no querer soltarla. Cuando estaba a punto de hablar con ella, la niña rápidamente separo sus manos y siguió su camino corriendo tal vez un poco más rápido que hace rato, el pobre Jin suspiro mientras la veía alejarse y cerro en su cerebro la idea de volver a hablarle.

Desde ese día y hasta que entro a la preparatoria, se sentía vigilado, sentía una mira fija en su espalda, era una sensación incomoda, pero por alguna razón se sentía aun mas incomodo cuando no tenía esa sensación, parecía que desde ahí tuvo una ligera obsesión con ser el centro de atención; como si quisiera llamar la atención de alguien, aunque ni el mismo sabia de quien.

Cuando cumplió dieciséis años se volvió a enamorar, o eso pensó él.

Chica pelo castaño oscuro, ojos avellana y piel albina, tenía un ligero bronceado, pero todavía se podía notar que su color natural de piel era claro, secretamente la comparaba con la chica de mirada pérdida. Se esforzó todo lo que pudo para que fuera su novia, fue tan tierno con ella, la forma de declararse se podía comparar con un cuento de hadas que fue imposible no decir que si. Para ambos fueron los mejores cinco meses de relación que iban teniendo, en su aniversario por el sexto mes ambos planearon una cita inolvidable, se quedaron de ver en un parque, ese día el llegó más temprano con una cajita de regalo, espero, pero no fue mucho, tal parecía que su novia también pensaba llegar temprano.

La vio a lo lejos cruzando la calle, iba a acercarse a ella, pero prefirió sorprenderla; a los lejos vio un auto a toda velocidad directo a ella, quería ir ayudarla, pero por alguna razón se quedó quieto en su lugar, presenciando a su novia siendo arrollada por aquel carro. Juro que por un segundo ambos conectaron miradas, pero nunca se acercó, se tocó las mejillas, pero estaban de secas que el resto de su cara al no ponerse crema, vio como la gente se empezó a acercar mientras el auto se alejaba de manera rápida. Después de media hora pasmado simplemente se dio la vuelta y camino a su casa, fue cuestión de dos horas para que el padre de la chica le marcará con lágrimas en sus ojos mientras le pedía una explicación sobre porque su hija estaba en el hospital si se supone tendría que estar con el viendo el río Han, el chico se quedó en silencio un rato, nunca había dicho mentiras en toda su vida, esa fue su primera vez.

“Su hija y yo habíamos peleado en la mañana, aún así prometimos vernos ese día para arreglar las cosas, pero ella nunca llegó"

Dijo esto mientras veía el historial de llamadas de su teléfono, pensó que tendría que dar un contexto, pero afortunadamente su padre no pidió más y colgó el teléfono.

Cuando era pequeño y decía mentiras que la gente no se lo creía (ya que pocas veces podía decir una mentira convincente), a los minutos le llegaba una culpa demasiado grande, su remordimiento era tanto que terminaba confesando la verdad; pero, por primera vez en la vida no sintió eso.

Llegó el día de su entierro, ni siquiera ese día lloro, su familia y la de su difunta novia pensaba que estaba en estado de shock, sabían que ellos dos se amaban demasiado. Y así se quedó todo el entierro, pensando en nada realmente; se cuestionaba si en realidad le importaba la pobre chica cuando siente unos brazos fríos rodear su pecho, ese tacto lo reconoció en un instante a pesar de no verle la cara cuando volteo a verla por el sombrero negro que cubría su vista. De pronto siente su espalda algo mojada, parece que las lágrimas que el no suelta, ella las duplica de una manera dolorosa.

Siente que hace mal, parece que esta abrazando a una chica enfrente de la tumba de su difunta novia, como si estuviera presentando a la afortunada que tomara su lugar, aunque tampoco es que haga algo para alejarla de el. No le quita los brazos, solo se hace espacio para poder darse la vuelta y verla, tal cual pensó era ella, la hermosa chica de ojos de muñeca; se vieron fijamente a los ojos un rato más mientras seguían abrazados. La analiza con tanto detalle que nota moretones y cicatrices en sus brazos y clavícula, sus labios están tan secos que se nota la piel muerta en ellos, tiene unas ojeras muy marcadas y está muchos más pálida que antes.

- ¿Por qué? -decía entre llantos.

- ¿Disculpa? - dijo confundido.

- ¡Que tengo que hacer dime! -grito- ¡Te eh amado desde que nos cruzamos hace más de siete años!, no soportaba verte con ella -

- ¿Q.…Que? -

- ¡Dime que hago! -lloraba- !Me tengo que morir para que por fin te fijes en mí! -seguía llorando hasta que se calló de repente por el beso que le dio Jin.

Estará loco o algo parecido, pero de solo imaginar a la chica de ojos de muñeca en un ataúd era más que suficiente para perder la razón, su corazón se agito cuando escucho eso, y un feo sabor metálico paso por su lengua. Se separó lentamente de sus labios, bufo con la boca abierta cerca de su cara, la chica sintió el aliento de menta, cosa que la estremeció. Lentamente empezó a soltar el cuchillo que agarraba con fuerza en una de sus manos y que hasta ahorita se había dado cuenta de su existencia. No hizo falta que dijeran algo más, volvieron a juntar sus labios en silencio mientras Jin acariciaba la cara de la chica con suma delicadeza. Se sentía como un sueño.

Tal parece que fue justamente un sueño.

Paciente 105 Kim SeokJin, dos tabletas de antipsicóticos y una de antitemblor – decía la enfermera que entraba al cuarto de manera ruidosa despertando a SeokJin.

Otra enfermera que empujaba un carrito con múltiples frascos se acercó a la mesa del cuarto, tomos dos frascos, y en un vaso de platico depósito tres tabletas.

Jin miraba todo de manera desinteresada.

- Tómatelo -hablo la enfermera de mala gana.

SeokJin obedeció de mala gana y se las paso sin agua, cuando abrió la boca para mostrar que se las había pasado se volvió a acostar y se volteo a la pared. Ni aunque las enfermeras se fueron volteo, estaba muy enojado porque lo despertaron de su sueño. Porque solo así descubrió como te podía ver, soñando.

- ¿Y por qué este chico está internado?, solo duerme todo el día ¿Dormir ya es considerado una enfermedad? – el nuevo interno tenía mucha curiosidad por aquel paciente que solo dormía y pocas veces salía de su cuarto.

- Esquizofrenia avanzada, aunque tal parece que está bien, cuando hacemos una tomografía del cerebro todo indica un caso preocupante de Esquizofrenia, aunque lo sabe ocultar muy bien - contesto amablemente una enfermera que quería llamar la atención del Doctor.

A ella también le dio curiosidad en un principio, no paso mucho para que le empezará a dar igual, era como todos los pacientes.

Los antipsicóticos eran un tipo de calmante que lo ayudaban a volver a conciliar el sueño, descubrió que solo en sueños era donde podía verte, así que se aseguraría de no perder la única forma de verse.

Tú eras su todo, no te quería volver a perder.






















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Una mala organización que duró casi tres semanas. Apenas hace rato se resolvió.

Bae

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