d o s

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pertenencia

—Otra vez pasó —pronunció suave aunque con decisión, Jung Soojung—. Y cada que vez que pasa, te destruyes más a ti mismo.

Jongin estaba en la sección de Historia Contemporánea de la biblioteca apilando los libros por años, no había querido ser nuevamente el tema de conversación pero no había nada en este mundo que se le escapara a Jung Soojung, no cuando hace sólo unos instantes, Do Kyungsoo había pasado de él como si fuera nada, mucho menos pasaba desapercibido con el enorme chupete púrpura que tenía por la zona donde iniciaba el cuello. Ella tenía una pequeña nariz que todo lo olía y un sentido que todo lo percibía, no hay forma de negarse o de mentirle, callar (aunque otorgaba) era siempre su mejor vía de escape.

—Ya no te haré caso cuando llegues a mi habitación llorando y jurando que no dejarás que Do Kyungsoo te use como un trapo viejo —demandó.

Era culpa de Jongin, Soojung meramente estaba diciendo la verdad, ella hubiese podido mantener sus opiniones si él no la hubiese involucrado, pero contando la última vez, ya serían cuatro veces que hablaba con ella acerca de dejar de ser la puta de Do Kyungsoo. Pero si había algo de lo que carecía Jongin era de fuerza de voluntad, y se afianzaba cuando de Kyungsoo se trataba.

Él realmente se había enamorado.

Hasta el sol de hoy Jongin piensa que más que una bendición, Kyungsoo era un castigo por siempre codiciar sin pensar en nada más. Se había enamorado de él casi como un chiste, se enamoró del Kyungsoo de los pasillos, el hacendoso, el colaborador y buena persona. Como ser humano que sólo lo miraba de lejos, Jongin había caído prendido de ese pequeño de ojos saltones, y por un momento creyó que Kyungsoo, con toda esa bondad que reflejaba, iba a ser capaz de pasar por encima del prejuicio que todos echaban sobre él. Que podía mirar al Jongin interior, no al chico desaliñado y feo que mostraba en el exterior.

Pero se había equivocado tan fatídicamente.

—Lamento mi rudeza, Jonginnie —le dijo Soojung, acercándose, y percatándose de esa aura negra y pesimista que manaba de él—. Es sólo que eres una de las personas más importantes en mi vida, sabes. Tú y mamá son lo único que tengo para sonreír; me duele ver cómo te desvaloras a ti mismo pensando que nadie más podrá darte cariño, que aceptes las limosnas de ese tipo que no te quiere.

Las palabras de Soojung cayeron como rocas en lo profundo de su corazón, ella tenía razón en todo. El miedo de Jongin erradicaba en pensar que sólo estando de la forma en la que estaba con Kyungsoo podía obtener algo de atención, de caricias íntimas, que nadie más iba a ser capaz de mirarlo como un hombre, mucho menos sabiendo que era gay.

Pero también era cierto lo que sentía por Kyungsoo, aún seguía ilusionado creyendo que algún día ese chico déspota se iba a dar cuenta que no existía persona en el mundo que lo quisiera más que él.

—¿Por qué no se da cuenta cuánto me gusta? Cuánto lo puedo querer —preguntó, pero fue algo más para sí mismo.

Soojung resopló y abrazó a Jongin sin importar llenarse de polvo por los libros.

—Él lo sabe, ¿crees que no se ha dado cuenta ya? A pesar de sus malos tratos, tú lo tratas como una princesa, siempre cuidadoso. Él sabe de tus sentimientos, sólo se aprovecha de ti. Y me duele, porque allá afuera debe existir un chico que en realidad te quiera sin reservas, sin lastimarte.

Jongin abrazó más fuerte a su amiga y contuvo las ganas de llorar.

—Sé que voy a sonar como un idiota pero... Yo no quiero a otro chico, sólo quiero a Kyungsoo. Qué caso tiene que otro te pueda amar, cuando no tienes al único que quieres en verdad.

Soojung afortudamente no dijo nada, sólo mantuvo el silencio cómodo de siempre porque, a pesar de que nunca había vivido un amor como ese, podía darse una idea por la forma en la que Jongin le abrazaba, como tratando de pasarle un poco de sus sentimientos sólo para encontrar alguien que soportara llevar sus mismas cargas, alguien que de verdad hubiese pasado por eso, que sintiera el amor no correspondido en carne propia.

Estuvo abrazando a Soojung por tanto tiempo que perdió la cuenta, sólo cuando escuchó un seco carraspeo reparó en la situación y cuando buscó a la persona en cuestión, se sorprendió al darse cuenta que era Kyungsoo el que lo estaba increpando.

—Necesito ayuda con un libro —dijo mirando a Jongin, a pesar de que Soojung también era colaboradora en la biblioteca.

—Puedes pedírmelo a mí, Jongin está ocupado.

—Sí, abrazándote a ti —rumió con saña—. Pero no quiero tu ayuda, quiero la de Jongin, además, cuando pasé por el escritorio principal, la bibliotecaria Jung estaba buscando a su hija.

Soojung miró con rabia a Kyungsoo y luego le echó una mirada de las suyas a Jongin, mas éste con una sonrisa en el rostro le incitó a atender a su madre, le dijo que él «estaría bien». Soojung no estaba contenta, pero aún así abandonó el pasillo tropezando a propósito a Kyungsoo, mismo que calló el palabrerío que seguro tenía para espetarle.

Una vez que se encontraron los dos solos, Jongin habló.

—¿Qué libro deseas?

Sin embargo en el rostro de Kyungsoo no había una onza de interés por un libro, de hecho, estaba rojo del enojo. Y un Kyungsoo enojado era peligroso.

Fue entonces cuando en un arrebato, Kyungsoo arrinconó a Jongin en el pasillo más desértico de la biblioteca, y sin cuidado retiró los dos primeros botones de su camisa, lo hizo con la mirada rabiosa puesta en Jongin, con el enojo mermando en su pequeño ser. Kyungsoo fue rudo, porque allí sobre su pezón pegó sus labios y chupó lo suficientemente fuerte como para que a Jongin se le hiciera otra marca púrpura.

Jongin jadeó, y alucinó mirando a todos lados, era la primera vez que Kyungsoo hacía algo fuera de las puertas de su habitación, era la primera vez que miraba a Kyungsoo tan raudo y en extremo alebrestado.

—Kyung...

Kyungsoo le tapó la boca a Jongin y marcó otra zona de su piel de olivo. Frenético pero guardando el casto silencio.

Una vez que terminó su trabajo en el pecho de Jongin, Kyungsoo procedió a besarlo con tanta demanda que por un instante Jongin se sintió abrumado. A Kyungsoo parecía no importarle su reputación en ese momento. Fue un beso con mordida, y una apretaba de trasero, Kyungsoo realmente manoseó a Jongin.

—Dile —siseó Kyungsoo sobre los labios rojos de Jongin, las gafas de éste estaban en la punta de su nariz, apenas y podía verle—... a esa perra que tú, me perteneces.

Y así como llegó se fue, dejando a Jongin preguntándose que había sido eso que en primer lugar le había golpeado.

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#MachoQueSeRespeta 😂

yo espero en el cora que esto les esté gustando bc actualizo con amors ✌

They Never Know → KaiSooWhere stories live. Discover now