23 ~ Conociendo a Marlene

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—Ojalá hubiera nacido siendo hombre...

Dicho deseo escapó de los labios de Marlene.

Había permanecido horas aferrada al sofá leyendo un libro, y al contrario de lo que era lo habitual, no estaba sola, Aleix la acompañaba. En un principio, había ido a visitarla con el propósito de obtener su segunda cita pero, de un momento a otro, se había dejado engullir por su mundo. En aquellos momentos, apenas era un hermoso joven agarrado a un libro.

Aleix formó una mueca de disgusto ante el absurdo deseo de Marlene.

—¡Oye, que yo me enamoré de una chica! Lo tíos no me van — Dejó bien claro (solo por si acaso).

No podía olvidarse del día en el que llegó a jurar lo contrario. Su cuerpo se estremecía en toda ocasión en que el rostro de su vecino hacía acto de presencia. Nunca lograría librarse de él...

—Ser una chica es un asco, — confesó, arrugando la nariz — porque todos los meses me incomoda el dolor de barriga — Se frotó su plano vientre haciendo mala cara.

Por extraño que pudiera parecer, Marlene había comenzado a expresarse, y Aleix no iba a dejar escapar la oportunidad para indagar más.

Quizás, dicho cambio, se debería a los días en los que había estado enfermo.

—Pero, Marlene, tú eres bonita —declaró con una sonrisa, apoyando la nuca en el sofá, manteniendo el rostro hacia ella.

Marlene le bufó en la cara.

—¿Podrías parar de mentir? — le asesinó con la mirada, disgustada. El halago de Aleix le supo a mentira — Todavía tengo ojos —los señaló — Además, sé que mis prendas no son precisamente sinónimo de "belleza" —hizo comillas con los dedos.

—En mi opinión, eres bonita, —insistió, sin dejarse intimidar por su mirada —y respecto a tu vestuario, tiene fácil remedio, solo tienes que dejarlo en mis manos.

Le pinchó la mejilla con el dedo, pero lo alejó de inmediato al ver que las ansías asesinas de Marlene habían crecido. Tocarla estaba prohibido.

—¡Que pereza! — se quejó como una niña, dejándose caer en el sofá de forma dramática —Los vestidos son un rollo porque siempre tienes que andar con cuidado de no exhibir las bragas. Además, —soltó un suspiro — quieras o no, los babosos siempre están presentes.

Aleix no pudo decir nada al respecto. Ella tenía toda la razón.

—No es estrictamente necesario que uses un vestido o una falda. También hay pantalones femeninos.

De inmediato, se sintió incómodo a causa de la mirada atenta que Marlene le dirigió.

—Qué raro. Hoy estás siendo un buen chico —parecía incluso abrumada por ello —No sé si debería fiarme.

¿Aleix siendo alguien atento y compresivo? No parecía, para nada, el tipo de persona con la que se puede mantener una conversación cuerda.

—Me gusta conversar de vez en cuando —confesó con sinceridad. 

Marlene esperaba que la manoseara o intentara besarla, pero no, Aleix estaba respetando su espacio personal. Increíble.

—Ya... —alargó la a —Ese consejo lo has sacado de Wattpad, ¿no?

—Ok, me has pillado —admitió, acompañado de un suspiro. Mentirle a Marlene no valía la pena —Pero es verdad que me gusta conversar. De hecho, acabo de darme cuenta —se atrevió a tocarle el dorso de una de sus manos —Me gusta hablar contigo, Marlene. Solo contigo.

—Hmm...

Marlene se lo quedó mirando largo y tendido, como si buscara evidencia de mentira en su mirada, y al rato, apenas asintió y se limitó a seguir leyendo.

Al contrario que las anteriores veces, Aleix no se sintió ofuscado por su actitud. Aquella tarde de lectura era bastante agradable la verdad. Le gustaba leer en compañía de Marlene, y detenerse de vez en cuando, solo para mirarla. Cuando la pillaba sonriéndole al libro, no podía evitar hacerlo también.

—¿Es bueno? —le preguntó, pinchándole suavemente el antebrazo con el dedo índice.

Una mueca se presentó de inmediato en el rostro de la lectora, claro descontento de que no le gustaba que le hablaran cuando estaba leyendo, pero a pesar de eso, se dignó a mirar a Aleix.

—Sí, es toda una obra de arte —no pudo reprimir una sonrisa al halagarlo.

—Oh, en ese caso, ¿me lo prestarías después?

El rostro de Marlene se arrugó tanto que fácilmente se la confundiría con una anciana.

—Yo no le presto mis libros a nadie, y mucho menos si se trata de uno de mis favoritos.

Aleix se quedó desconcertado al ver a Marlene acariciando el libro como si ae tratara de un hijo al que habían ofendido.

—Bueno, en ese caso, lo buscaré en una biblioteca —encogió los hombros, decidido a no insistir.

—Te aconsejo que lo compres, porque leer libros de la biblioteca no es nada agradable porque están todos manoseados —comentó, luciendo desagrado.

Aunque no tardó en cambiarle la expresión.

—Mira, eso que tenéis en común —se burló, escondiendo su sonrisa detrás del libro.

—Solo los mejores libros están manoseados —Aleix, como todo el narcisista que era, se sintió elogiado.

—Narcisista, cállate ya y déjame leer.

Marlene ya había perdido todo el interés en hablarle. No podía con su actitud de narcisista. Así que se volcó enteramente a la lectura, y Aleix hizo lo mismo, porque no quería volver a cagarla.

Te volverás adicta a mí #1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora