Capítulo 6

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(...)

Una última embestida y terminó, se salió de mí mientras yo trataba de recuperarme del fuerte orgasmo. Me desató el amarre en mi boca y nos quedamos recostados. Nuestros pechos subían y bajaban rápido y mi cuerpo estaba pesado y con cansancio. Él me abrazó y me acurrucó en su pecho entonces yo sonreí.

-¿Qué me estás haciendo, Carolina? -Suspiro pesado y me besó la frente. - ¿Así que era verdad lo que hablabas con Valentina?

-Ah... Yo...

-¿Por qué, Carolina? -Pensé en poner su misma excusa.

-Ella sabía de esto, es mi mejor amiga y... Nos ha escuchado. -Él asintió. Su agarre hizo un poco mas fuerte.

-Sabes que lo nuestro... No puede saberse, Carolina.

-¿Por qué? -Solté sin pensar.

-¿Por qué quieres saber tanto de Martina? -¿Qué, me había escuchado preguntar cosas sobre ella a las chicas?

-Que cambio de tema, Agustín.

-Responde.

-Creo que me veo en el derecho de decirte lo mismo. -Se le escapó una sonrisa.

-Si nos vieran... Soy tu jefe, va mal. Responde. -Sentí que esta era mi oportunidad.

-Dudas. ¿Quién es ella? -Él me miro a los ojos fijamente.

-Una ex empleada.

-Y ¿A qué te referías que yo la reemplazaba en todo?

-Es que lo haces, Carolina. Por algo te contrate. -Asentí.

-¿De qué pasado habla? -Él negó con la cabeza.

-Basta de preguntas, Carolina. -Se tenso.- Confidencial. -Me recordó y bufé. Me enderecé para levantarme, pero él tomó mi mano.- Oye.

-¿Qué? -Sentí un poco de celos de esa mujer, y eso que aún no sabía nada de ella.

-Ella no es importante. -Asentí y me levanté esta vez, él me miraba.

Apagué el televisor, los gemidos de esas putas eran algo repugnante en estos momentos.

-Ven aqui, Carolina.

-¿Para? -Y él no respondió.- Ve a tu habitación, Agustín. El sexo se acabó por esta noche. -Soné más como una madre o jefa, pero realmente no quería verlo más por ahora. Porque sabía que él solo me miraba con un propósito, uno que yo también ví, pero ahora quería superar.

-No hables de nosotros con nadie, Carolina. -Asentí y él se puso de pie para colocarse su bóxer y luego marcharse.

El día llegó rápido, me levanté y duché y escogí un atuendo cómodo para limpiar. Bajé y el desayuno estaba servido, pero esta vez solo estabamos Katja, Valentina y yo.

-Agustín fue a la empresa. -Mencionó Valenina cuando llegué a su lado. -Acaba de irse.

-¿Y? -Soné indifirente.

-¿Y? -Estaba desentendida.

-Y... Valentina me estoy rompiendo. -Hablé bajo, realmente dudaba de mi privacidad al hablar con Valentina. Tal vez Agustín se enteraba de esta conversación.

-Gastón y Ruggero no están, ellos son los que abren la boca a Agustín. -Habló respondiendo a mis pensamientos.- ¿Qué te pasa, Carolina?

-Cada noche y día me enamoro más de él.

-¿Del señor Bernasconi? -Se oyó la voz de Katja. Me puse nerviosa. -Tranquila, Carolina. ¿Crees que no me doy cuenta? -Rió.- Eres predecible.

-Oh.

-Es buen hombre, solo ten cuidado. -Y ahí iba otra vez esa frase, ahora de parte de Katja.

-Si. -Katja se retiró para darme espacio con Valentina.- Cada noche cuando lo hacemos... Él simplemente lo ve como eso y ya.

-Carolina... Paciencia.

-¿Crees que algún dia se enamore de mí? -Se puso incómoda.

-Tal vez, pero siempre tienes que estar preparada para su respuesta, no siempre las cosas salen como queremos. -Me sonrió y se sentó a comer una tostada, yo la acompañe y Katja apareció a los minutos a acompañarnos.

Me dediqué a limpiar durante todo el día la gran casa de Agustín Bernasconi, y ahora solo me faltaba su oficina.

Entré y comencé con el limpia vidrios y luego seguí con el lustra muebles. Cuando fui a limpiar la estantería en donde se ubicaban todos nuestros archivos -De las empleadas y los guardaespaldas- se asomó una duda en mi cabeza. Tal vez, sí tenía mis archivos y los del resto, quizás también estaban los de Martina. Ví la hora y sonreí al ver que a Agustín le faltaba una hora más para regresar así que me puse a buscarlo. Encontré el de Samanta así que el de Martina debería estar aqui. Unos segundos más y tenía el gran archivo de la mujer. Sonreí victoriosa.

-Martina Marie Henrie, dieciocho años, London • Inglaterra. Nació el 23 de Enero de 1992 en el hospital...- Ósea que ahora tenia vientiun años. Esta información era básica, mordí el interior de mi mejilla.- Líder de porristas, trabajo en la cafetería de...- Seguí buscando de reojo. Pasé varias páginas llenas de texto, unas cinco o seis, hasta que del gran archivador cayo una fotografía.- ¿Uh? -La miré, era la misma mujer pero más chica. La volteé y en la parte trasera había un escrito.- Martina Henrie, la mujer que jamás olvidarás.

-¿En serio crees eso? -Escuché la voz de Agustín detrás mío y el archivador junto a la fotografía se cayeron al suelo.

-Señor Bernasconi... -Me agaché a recoger lo que tiré y cuando lo dejé en su sitio él me miraba serio.

-¿No confías en lo que te digo? -Me preguntó, estaba nerviosa.- Ella no es importante. Nosotros...

-¿Nosotros? -Le interrumpí.- Señor Bernasconi entre usted y yo no hay un nosotros. -Bien, estos era mis ataques de bipolaridad. Realmente no se porque ahora estaba enojada. Sí porque me descubrió intruseando o porque esa foto tenía esas palabras. Su rostro se endureció.

-¿Por qué revisabas mis cosas? -Estaba enojado. Mierda.

-Yo... Lo siento. -Me iba a despedir y no iba a aceptarlo.- Mire, señor Bernasconi, sé que he sido una pésima empleada, yo... No cumplo bien mis ordenes, intruseo, le hago enojar. -Estaba nerviosisima.- Entendería perfectamente que usted no quisiera mis servicios.

-Callate, Carolina. -Habló duro.- No te despediré. -Gruñó y se acercó a mi.- Sólo no vuelvas a meterte donde no te llaman. -Asentí y en menos de un segundo sus labios se posaban en los mios. Bien, esto no me lo esperaba.

-Señor Bernasconi... -Me alejé y él me acercó nuevamente mientras gruñía.

-No te alejes. -Y volvió a besarme.- Me encantas, Carolina.

💛💛💛💛

En su cama • Aguslina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora