Sólo quería un café 8

996 91 15
                                    

¡Bonjour!

¡Buena Lectura!

Capítulo 8

María

- Vaya... –arrugó con rabia el papel, para luego arrojarlo a la basura- ¡Así que está molesto!

Por un momento se le pasó por la cabeza hacerle un circo en la dichosa cena de esa noche, pero reflexionando cayó en la cuenta de que no podía llegar a eso.

Si Esteban quería llevarla a un lugar en donde sin duda estarían sus amigos, conocidos, etc., de seguro era porque estaba tramando algo, o también cabía la posibilidad de que buscaba arreglar las cosas entre ellos para como quien dice, llevar la fiesta en paz.

- Seré muy puntual –susurró mientras suspiraba ilusionada.

Esteban

Él odiaba estar molesto y más si se trataba de algo referente a María.

No lograba concentrarse en el trabajo, mandaba al demonio a todo mundo y en varias ocasiones pensé en llamarla o ir a la casa para solucionar ese asunto, pero claramente su orgullo y el miedo a ser rechazado eran más fuertes.

María

Solo faltaban veinte minutos para verlo, ya estaba lista y sentada en el sofá esperando a que Esteban entre a la casa.

Suspiró al mirar el reloj y ver que los minutos no se movían tan rápido como esperada.

Esa noche, ella llevaba puesto un vestido de color plateado que le llegaba hasta las rodillas, no era ceñido, su escote era conservador y muy cómodo. Los zapatos de color negro al igual que el bolso de mano, delineándose los ojos con lápiz negro, complementó su imagen soltándose el cabello y pintando sus labios con un rojo suave.

Cuando menos lo esperó, se topó con Esteban entrando a la casa.

¡Se veía tan guapo y elegante con ese traje de color negro!

Al principio su mirada fue dura, para luego suavizarse mientras sus ojos se encontraban.

- Te ves muy bien, María –logró decir mientras le ofrecía un brazo y ella lo rodeaba gustosa- Pues, vamos...

La cena tenía lugar en el Hotel Belvedere, bastante lujoso y elegante, afortunadamente María se sintió cómoda con el atuendo que escogió.

En cuanto llegaron de inmediato fueron rodearon por los amigos de Esteban, que educadamente la presentó como su prometida, provocando que varias personas los felicitaron sorprendidos.

En un momento dado, María sintió mareos que la condujeron corriendo hasta el baño, imploraba a su cuerpo que no la traicioné, sin embargo este no entendió el mensaje y ella no logró contener la arcada y el vómito.

Varios minutos después de que el color de su cara volviera a su estado normal, se enjuagó la boca, retocó un poco de su simple maquillaje y antes de volver al salón se tragó una pastilla de menta.

Cuando sus ojos encontraron a Esteban, se topó con una desagradable sorpresa.

Él conversaba con una hermosísima rubia, ambos reían muy animados mientras ella no se soltaba de su brazo.

Inmediatamente se puso furiosa sintiéndose engañada, pero en realidad lo que más la molestó sin duda era que ella lo miraba con deseo mientras coqueteaba con él.

Caminó con pasos firmes hacia ellos, metiéndose en medio.

Esteban se sorprendió, mientras María saludó con amabilidad fingida.

- ¡María, un gusto! –exclamó falsamente la víbora oxigenada mientras se estrechaban las manos- Soy Ana Rosa Montero.

- Ana, María es mi prometida –comentó mientras se aclaraba la garganta en un intento de romper con la tensión que se formó.

- ¡Enhorabuena, felicidades a los dos! –Ana escuchó que la llamaban- Bueno, me necesitan por allá.

- Creo que voy a sentarme –dijo al sentir un fuerte mareo, rápidamente Ana la detuvo- Gracias.

- No te creas la gran cosa cariño, no sé con qué amarraste a Esteban, pero no te vas a salir con la tuya –susurró al oído de María mientras la ayuda a sentarse.

Luego con una falsa sonrisa de amabilidad se alejó con pasos firmes, mientras movía sugerentemente su trasero.

- Esteban –lo llamó con voz atorada.

- ¿Estás bien? –su rostro pálido le hizo temer por la seguridad de ella y su bebé.

- Sí, estoy bien –respondió apoyando la cabeza contra su pecho- Solo necesito sentarme un momento.

- No me gusta verte así –admitió acariciando la blanca mejilla femenina.

- Es normal –sonrió conmovida- Va a pasar muy seguido, así que no te preocupes tanto –lo animó- Ya estoy bien.

Esteban

Se apagaron las luces y la pista se llenó de parejas que bailaban al ritmo lento y apasionado de una balada.

A Esteban siempre le resultaba tierno ver a enamorados bailando juntos, mientras la melodía los guiaba a una placentera y romántica experiencia.

- ¿Quieres bailar? –se animó a preguntar, pero María negó con la cabeza. Él un poco disgustado dijo- Como quieras.

- ¡María! –Ana Rosa apoyó suavemente una mano sobre su hombro- ¿Te molesta si me robo a tu novio un momento?

- Para nada –se forzó a decir con una sonrisa aún más forzada.

- Querido –dijo casi ronroneando- ¿Quieres bailar?

- No, prefiero quedarme con María –admitió sin dudar, mientras tomaba de la mano a su mujer- Lo siento.

Ana se marchó echando humos.

Como Esteban seguía enojado con María por negarse a bailar con él, decidió ignorarla por el resto de la noche.

Ella se percató de inmediato que Esteban dejó de prestarle atención, para centrarse en Ana, que estaba bailando sensualmente buscando llamar la atención.

María incapaz de dejarse vencer por esa nueva amenaza que aparecía en sus vidas, decidió actuar.

- Esteban –él la ignoró, así que tomó su rostro entre sus manos y lo besó- Quiero ir a casa.

- ¡No! –se negó intentando no dejarse seducir, sabiendo que tarde o temprano caería en su juego.

- ¡Por favor! –rogó poniendo una mano sobre su muslo y presionando con fuerza.

- ¡Compórtate! –la reprendió tratando de apartarla.

Esteban ya se estaba excitando y no quería perder el control en plena fiesta.

- Esteban –murmuró acercándose a su oído- ¡Quiero ir a casa... quiero que me hagas el amor! –depositó un beso en su cuello mientras escuchaba complacida como tragaba saliva.

- ¡Tú ganas, mi amor! –tomó su mano mientras salían corriendo de la fiesta.

Continuará...  

Imaginarios Tekila (Victoria Ruffo y César Évora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora