Como si nos hubiéramos amado 4

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!

Han pasado "84 años" pero aquí estamos, esperando ser constantes hasta dar un final a esta historia.

Esteban pensaba que le cambiaría la vida a María y que simplemente con un final feliz, todo se solucionaría para nunca más volver a verse.

Lo que él no imaginaba era que ella también lo cambiaría todo, haciendo que lo que conocía a su alrededor se vuelva minúsculo ante el sentimiento que empezaba a surgir en ambos.

Al día siguiente, luego de conversar con Daniela, su hermana. Esteban la convenció de que esta hablara con Demetrio, un excelente abogado con más del 95% de casos ganados en su historial.

Ese hombre se había casado con Daniela hace dos años y en todo ese tiempo, Esteban nunca le pidió un favor a su cuñado, así que llegó el momento indicado para hacerlo.

Mientras tanto, María había despertado y el cuerpo ya no le dolía tanto, estaba muriendo de hambre y se sentía algo desorientada. Cuando intentó bajar de la cama, sintió un fuerte dolor en el brazo.

Sin querer, con un movimiento brusco había sacado la vía en la que le suministraban los medicamentos.

- ¡Rayos! -exclamó sintiendo que un poco de sangre salía de la herida.

- Buenos días... -saludó Esteban, quién al ver lo que ocurrió frunció el ceño- muchachita inquieta.

Inmediatamente llamó a una enfermera que rápidamente se encargó de solucionar el incidente.

- Ya le vamos a retirar las vías -informó- ya no necesita más medicamentos, creo que dentro de unas horas saldrá de alta.

El cuerpo de María se tensó al escuchar la noticia, prefería mil veces quedarse en el hospital que volver a su casa.

Temerosa tomó entre sus brazos una almohada que sintió cerca y la abrazó con fuerza.

- Tranquila, María -se acercó susurrando cerca de su oído- voy a llevarte a mi casa.

Sin saber el porqué, sintió como el alivio hacia relajar su cuerpo, pero a la vez se sintió tan acongojada al saberse más segura con un desconocido que en su propia casa con su hermana.

- Muchas gracias, Esteban...

- Quiero que sepas que ya me he puesto en contacto con mi cuñado, él es un excelente abogado y esperemos acepte llevar tu caso -dijo mientras tomaba asiento a un lado de la cama.

- ¿Mi caso? -preguntó confundida.

- Vamos a denunciar e inciar un caso contra tu hermana.

- ¡No! -gritó asustada ante la idea- no voy a poder contra ella, no... No  tengo dinero... Yo... Ella va a poder conmigo.

- Yo no te estoy pidiendo dinero -la tranquilizó- voy a llevarte conmigo por el tiempo que dure el juicio en su contra, estoy seguro que ganaremos el caso y ya ahí veremos cómo nos arreglamos con los honorarios de tu abogado.

Emocionada y complemente conmovida, María extendió su brazo buscando sentir a Esteban.

Cuando lo sintió, sin dudarlo se lanzó a sus brazos.

- ¡Gracias Esteban!

El hombre no supo cómo reaccionar al principio, se sonrojó de pies a cabeza, aunque al final correspondió al agradecimiento con un beso en la frente de la mujer.

Más tarde, cuando terminaron los papeleos y María fue dada de alta, se dirigieron al departamento de Esteban.

Este por el camino le contó que su hermana los estaría esperando, y que le pidió de favor que preparara un lugar para ella en una pequeña habitación que usaba como depósito.

También le pidió a Daniela algo de ropa para que pudiera asearse y en los días que estuviera con él, tuviera que ponerse.

María no lograba entender cómo un hombre podía tener el corazón tan noble.

Al llegar escuchó la cálida voz de Daniela, que muy amablemente la recibió y ayudó a entrar al departamento.

- Buenas tardes, María -saludó- Esteban ya me ha contado un poco de tu historia, quiero que sepas que estamos dispuestos a brindarte todo nuestro apoyo.

María no entendía por qué, pero la mujer sonaba tan sincera que al igual que Esteban, rápidamente se ganó su confianza.

- Bueno, la habitación ya está lista -informó- ahí hay una buena cantidad de ropa que te servirá por un tiempo. De momento ya tengo que retirarme, pero te dejo en buenas manos.

María agradeció a Daniela y a Esteban por tantas consideraciones hacia ella. También dijo que intentaría ser lo menos molestosa posible, para que no notaran su presencia en la casa.

Una vez solos, Esteban la guió hasta el lugar que sería su nueva recámara.

- Bueno, tengo que conseguirte un bastón blanco para que puedas adpatarte mejor a los espacios.

- No es necesario -dijo con intención de evitar ser molesta- créeme que en unos días manejaré cada espacio como la palma de mi mano.

- De acuerdo, si me permites voy a ir a preparar la cena. Mientras tanto puedes ir explorando este espacio que es completamente tuyo, aquí tienes total privacidad, solo volveré a entrar si tú me lo permites o si necesitas de algún tipo de ayuda.

Dicho esto fue a la cocina, mientras María hizo lo sugerido y concentrada en memorizar cada recoveco, empezó a palpar cada objeto a su paso. Se quitó los zapatos que tenía puesto, esto le hacía desarrollar mejor su sensibilidad ante texturas nuevas mientras exploraba.

Un par de horas más tarde, María creía que al menos los espacios de su habitación ya era pan comido y hablando de pan, un maravilloso aroma inundó sus fosas nasales, su estómago rugió hambriento y sin pensarlo dos veces, salió en busca de la comida que la invitaba a degustarla ya nomás.

Casi al llegar a la cocina, en las prisas por el hambre que llevaba, chocó contra un adorno que yacía sobre una mesita.

El adorno de porcelana cayó al suelo rompiendose al contacto con el piso.

Ante el susto por el ruido, María quien continuaba descalza, dió unos pasos y soltó un grito de dolor al pisar un pedazo de pieza rota que la cortó inmediatamente.

Ante los ruidos, Esteban acudió al lugar encontrándose con la escena.

- Niña. ¿Acaso estás loca? - la reprendió mientras se acerca intentando ayudarla.

María casi dió un paso nuevamente, que si no fuera porque Esteban actuó rápidamente tomándola entre sus brazos, se hubiera cortado el otro pie.

María sintió unos brazos rodeándola, escuchó cerca de su oído la respiración agitada del hombre y su nariz se impregnó del olor del perfume de Esteban, mezclado con las especias de la cena.

Lastimosamente el momento fue interrumpido por una mujer que abrió la puerta del departamento y al verlos juntos exclamó...

- ¡Esteban! ¡¿Qué haces con esas mujer?!

Se trataba de Ana Rosa Márquez, la prometida de Esteban.

Continuará...

Imaginarios Tekila (Victoria Ruffo y César Évora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora