Latidos (Extra)

1.6K 118 4
                                    

¡Bonjour!

Un capítulo extra corto, pero con mucho amor.

  ¡Buena Lectura!


Meses después.

- Tranquila, mi amor –susurró al oído de su esposa pretendiendo trasmitir calma y seguridad- Ya pasará.

María lanzó un ahogado grito de dolor mientras enterraba las uñas en las sábanas apretándolas con fuerza.

- ¡No creo que pase! –exclamó preocupada y adolorida- ¡Ya es hora!

- Está llegando el médico, no quiero moverte de aquí en estas condiciones. Aguanta por favor, mi amor –rogó nervioso.

- Está pasando, ya no duele tant... –cuando creyó que encontraba alivio a su dolor, una punzada la asalto de sorpresa haciendo que vuelva a gritar y se retuerza en la cama- ¡Haz algo Esteban, no te quedes quieto!

- Es... es... es que... ¡No sé qué hacer!

Los parpados comenzaron a pesar sobre los ojos de María que se quedó dormida de un momento a otro por causa del dolor y cansancio que sentía.

Dos horas más tarde despertó y lo primero que hizo fue llevar las manos hasta su abdomen.

El abultado vientre seguía intacto, su hija continuaba dentro y a salvo.

- Despertaste –murmuró su marido mientras llegaba hasta ella ofreciéndole un vaso con agua- Eran contracciones, el médico dijo que son normales en estos días ya que falta muy poco para que se cumpla la fecha de Estrella.

- Creo que solo se está haciendo sentir –bromeó bebiendo el agua de un solo trago y pasando el vaso de nuevo al hombre que la miraba con una mezcla de ternura y alivio.

- Me preocupé tanto –confesó acostándose a su lado- temí que algo pudiera pasarles sin que yo logre evitarlo.

- No pienses en eso ahora, Esteban –dijo tratando de calmarlo- nuestra hija y yo estamos perfectamente bien –añadió con una sonrisa a la par que tomaba su mano.

- ¿Quién diría que esa prueba que salió negativa en realidad era positiva? –recordó riendo- Fue tanta tu furia al creer que mentía. ¡Terminaste lanzándola sobre mi cabeza!

- Te lo merecías –se defendió orgullosa- Créeme que lo volvería a hacer.

- De eso no tengo ni la menor duda –replicó besándola en la sien- Gracias por permitirme continuar a tu lado, por hacerme tan feliz. Estos meses a tu lado fueron los más maravillosos de mi vida –admitió sincero.

- No tienes que agradecerme nada, Esteban –expresó sonrojada- Soy yo la que estará eternamente agradecida contigo.

- Tonterías, dejemos esto así –trató de evadir el tema ya que odiaba cuando su mujer se echaba la culpa por lo ocurrido años atrás.

- Ya he recordado absolutamente todo sobre nuestro pasado, no tienes idea de lo tonta y avergonzada que me siento. Te he causado mucho daño en el afán de ocultar mis verdaderos sentimientos hacia ti. No me sentía digna de tu amor, entonces buscaba cualquier excusa para alejarte de mí. Créeme que no ha sido nada fácil fingir un odio que no sentía.

- Te salió muy bien el papel debo confesar, pero había momentos en que dudaba del odio que decías sentir, solo por eso luchaba por mantenerte a mi lado. Desde que te conocí supe que eras la mujer de mi vida, no importó nada. Haría cualquier cosa por ti, mi amor.

- Esteban SanRomán, te amo –susurró conmovida incapaz de articular otra palabra.

- El mejor regalo que me han hecho jamás, una esposa que amo y me ama, un hija que pronto cuidaremos juntos. No puedo estar más agradecido a la vida –bajó la cabeza en busca de los labios de su amada, cuando la besó su corazón se sintió aún más henchido de amor, satisfacción y orgullo.

Una semana después.

- Hola pequeña –susurró María a la recién nacida que tenía en brazos- Soy mamá y estoy muy contenta de tenerte al fin conmigo.

- Mi amor... las mujeres de mi vida –Esteban se acercó con cuidado depositando un cálido beso en la sien de cada una- No puedo creer que esto esté sucediendo –sonrió incapaz de contener las lágrimas de felicidad que comenzaban a desbordar sus ojos.

- Parece un sueño, pero es nuestra realidad.

- ¿Eres feliz?

- Soy la mujer más feliz del mundo, no me cambiaría por nadie.


De corazón espero que lo hayan disfrutado, mañana "nos vemos" con una nueva historia.

Solo quería un café.

Una historia de amor contada a dos voces.

Por un lado María Fernández acababa de perder a su madre, por el otro Esteban perdía a su Nana. 

El dolor los unió, terminando por enredarlos en una situación que con paciencia y dedicación podría llegar a convertirse en amor.

Imaginarios Tekila (Victoria Ruffo y César Évora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora