Como si nos hubiéramos amado 5

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!

- Respóndeme, Esteban -insistió furiosa- ¿Qué significa esto?

Con cuidado Esteban se agachó, depositando a María en el sofá, mientras notaba que la pobre mujer temblaba de miedo ante los gritos de Ana.

- Tranquila, María -susurró antes de incorporarse y dirigirse a Ana Rosa- claro que te voy a dar una explicación. Antes quiero que te calmes, estás asustando a la niña.

- ¡¿La niña?! -gritó incrédula- eso no es una niña, ya es una mujer... -al observar a María notó que era muy delgada, con unas ojeras muy pronunciadas y marcas de algunos golpes- ¿De dónde la sacaste y por qué está aquí? -quiso saber, creyendo a su prometido un degenerado por engañarla con esa pobre mujer.

- Siéntate -ordenó a punto de perder la paciencia, Ana por su parte negó con la cabeza- ¡Qué te sientes te digo!

Al escuchar tan enfadado a Esteban, la desamparada María intentó marcharse a su habitación corriendo, provocando que la cortadura en su pie sangrara aún más.

- Quédate quieta, por favor -su voz de volvió nuevamente suave cuando se dirijo a ella.

El hombre la ayudó a sentarse nuevamente, mientras con la mirada le indicó a Ana que hiciera lo mismo. Esta vez Ana obedeció, sentándose frente a María.

Mientras Esteban iba en busca de su botiquín, Ana observó a María desde la punta de la cabeza, hasta su dañado pie. Fue ahí que notó que la mujer estaba ciega.

- Bueno, si no me vas a armar otra escena de celos voy a curar a María, mientras te cuento quién es y cómo vino a parar a mi departamento.

María se mordió los labios aguantando las ganas de pedir que nuevamente la llevaran a su casa, aunque eso significaría volver al infierno. Ya no quería causarle problemas a Esteban, que tanto la había ayudado en ese corto lapso de conocerse.

Ana Rosa solo asintió, ahora no tan celosa, sino curiosa.

- Un par de noches atrás volvía de verte y esta mujer se me atravesó en el camino. Como estaba lloviendo al principio no la pude distinguir muy bien, sin embargo y gracias a Dios pudo desviar el coche antes de que terminara en una desgracia -explicó mientras limpiaba la herida de María con alcohol- al principio pensé en darle el sermón de su vida y marcharme, luego la ví empapada y al percatarme de su condición y su impedimento de ver las cosas, supe que no podía dejarla a su suerte.

El corazón de María dió un vuelco al escucharlo hablar, se conmovió tanto que se sentía en la necesidad de darle un abrazo tan fuerte que demostrara su agradecimiento hacia él.

- La llevé al hospital y ahí me informaron de sí cuadro de desnutrición, me enteré de su nombre y entre otras cosas entendí que debía ayudarla.

- ¿Y no le podías dar dinero, tenía que traerla a vivir contigo?

- Su caso es más complejo de lo que crees...

Esteban continuó relatando la historia de María, cuando ya colocó las vendas en su pie, esta pidió por favor, marcharse a su habitación.

- Primero vamos a cenar, te acompaño a la mesa.

Esteban la guió, luego sirviéndole un plato abundante de espaguetis con salsa. También le indicó que tenía frente a ella una cesta con pan de ajo, un vaso con agua y le pidió que no tuviera vergüenza de pedir más si así lo deseaba.

- Huele delicioso -fue todo lo que pudo decir, antes de lanzarse al ataque sobre la cena.

Ana Rosa la miraba asqueada, aún luego de escuchar su caso no parecía conmoverse ante ella. Aunque ya no le provocaba celos, ahora le daba náuseas tenerla cerca.

Esteban nuevamente se unió a ella en la sala.

- ¿Quieres compartir la cena con nosotros? -la invitó y ella automáticamente negó con la cabeza.

- Prefiero volver a mi casa -dijo mientras rodeaba el cuello de Esteban con sus brazos- mi amor, quiero que sepas que no estoy de acuerdo con esta gran obra de caridad que estás haciendo, pero tampoco puedo interponerme.

Lo dijo tan fuerte que María la escuchó, una corriente de miedo invadió su cuerpo al pensar en que Esteban podía buscar la forma de deshacerse al final de ella, a petición de esa mujer.

- Más te vale que ni lo intentes -respondió amenazante.

Ana Rosa se limitó a sonreír y besarlo apasionadamente. Aunque María nunca había besado a nadie en su vida, sabía por el sonido lo que estaban haciendo y el espagueti en su estómago comenzó a darle vueltas.

- Qué horror -susurró pausando su cena para beber agua y esperar que la mujer se marche.

Unos cuantos besos y palabras de amor después, la fin la escuchó marcharse.

Fue ahí que el apetito volvió a ella y continuó con su deliciosa cena.

Esteban volvió junto a ella y con una amplia sonrisa en los labios se sirvió la cena, yendo al lado de María.

- Creo que te gustó -dijo entre risas- te estás por comer el plato.

- Nunca en mi vida había comido algo tan delicioso -respondió con la boca llena de salsa- está exquisito.

Esteban volvió a reír, mientras tomaba una servilleta para ayudar a limpiar su rostro.

- ¿Puedo? -preguntó mientras suavemente posaba la servilleta en la mejilla de ella.

- Claro...

Mientras limpiaba sus mejillas con auténtica delicadeza, observó esa piel lisa y pálida. Estaba tan delgada que sus pómulos se encontraban hundidos haciendo visibles sus huesos.
También se fijó en sus ojos, los tenía abiertos, esos ojos incapaces de ver lo bello de los amaneceres de cada mañana, esos ojos que solo proyectaban oscuridad a su portadora, unos ojos verdes y preciosos a pesar de no poseer ese brillo que da la felicidad de tener amor y protección.

Todo ese conjunto de características que hacían a esa vulnerable mujer, lo hizo llenarse de deseos de protegerla ante todo mal.

- Vamos a ganar el caso contra tu hermana, te lo prometo -juró mientras acariciaba su cabello, al terminar de limpiar su rostro.

María asintió, mientras una ola de sensaciones nuevas la invadían. No podía describir que era lo que comenzaba a ocurrir ante cada palabra que escuchaba de Esteban, ante cada gesto de bondad, todo eso liberaba algo en su pecho que la hacía sentirse tan bien.

Suspiró profundamente y sonrió, sabiendo que al fin encontraba a una persona en la cual podía confiar.

Continuará...

Imaginarios Tekila (Victoria Ruffo y César Évora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora