Capítulo III

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- Niños, vayan pensando cómo van a decorar el dibujo - dijo Lucía mientras les servía galletas.

Habían vuelto a reunirse en casa de Diego para terminar el trabajo. Maia seguía pensando que eran unos tontos, pero Diego en la escuela le había dado un chocolate para que ya no esté molesta.

- Podemos pintar - propuso Diego.

- Es arte Diego, hay que ser creativos - refutó Maia llevando una galleta a su boca.

- Podemos hacer recortes y pegarlos- finalmente habló Christopher.

- Al parecer no eres muy tonto. - Lo miró Maia-. Me gusta la idea.

Los niños empezaron a hacer los recortes. Por un lado, Diego y Christopher conversaban de un dibujo que recién se había estrenado en la tele; mientras Maia los miraba enojada. Sentía que Christopher le estaba robando a su único amigo.

- ¿Por qué no fuiste al colegio hoy? - preguntó Maia captando la atención de ambos.

- Porque mi mamá no quiere, estoy enfermo - respondió Christopher alzando los hombros.

- ¿Enfermo? ¿Y te vas a morir? - dijo Diego preocupado.

- Qué tonto eres, si se fuera a morir no estaría acá - respondió Maia mientras Christopher reía.

- Dice que si voy al colegio los voy a contagiar - Agarró algunas revistas para empezar a hacer recortes.

- ¿Qué tienes? - dijo Diego imitando su acción.

- No me acuerdo bien, vacile, varice, no sé - dijo despreocupado.

-¿Varicela? - Maia abrió los ojos como plato.

-¡Ajá! ¡Eso! Varicela. - Sonrió Christopher.

(...)

- Empecemos a pegar, yo haré está parte - señaló la de arriba.

- No es justo, es la más fácil - protestó Diego.

- Pero Christopher te va a ayudar - replicó Maia.

- No, yo quiero hacer la parte de arriba. - Diego cruzó los brazos.

- Bien, Christopher y yo haremos eso entonces. - Maia se sentó al lado de Christopher.

Habían puesto los papeles sin pegar para ver si quedaría bien y a todos les pareció muy lindo. Las mamás estaban felices viendo el cambio de humor de un día para otro de los chicos, así que decidieron salir a comprar algo para que cenen.

- ¿Qué haces? - gritó Maia, Christopher le tapó la boca con la mano-. Suéltame tonto -dijo apartando su mano.

- ¡Shhhhhh! ¿puedes ser menos gritona? - dijo Diego.

- Christopher se estaba comiendo el pegamento. ¡Qué asco! - dijo Maia metiendo un dedo en su boca.

- ¿Nunca has comido pegamento? - preguntó Christopher inocente.

- ¡No! ¿Acaso estás loco? - respondió Maia.

- Maia solo se comía los colores, la hubieras visto el año pasado, yo pensaba que había comido zanahoria y en realidad se había comido su pintura naranja.

Christopher empezó a reírse y Diego hizo lo mismo.

- Se suponía que era nuestro secreto, además, yo no le he contado que te hiciste en los pantalones cuando no te dejaron ir al baño. - Miró a Diego alzando las cejas.

- ¡Maiaaaaa! prometiste que no le dirías a nadie - dijo Diego.

Christopher seguía riéndose, lo que provocó que Diego y Maia también rieran.

- Si cuentas algo de lo que escuchaste aquí, ya no jugaremos el viernes con mis juguetes - le dijo Diego a Christopher.

- ¿El viernes?, a mí no me has dicho nada - dijo Maia molesta.

- El viernes tendremos juego de hombres Maia, lo siento. Otro día vienes.

- Al cabo que ni quería venir- respondió Maia indiferente.

- ¿Por qué no te vas a jugar con alguna amiga? - preguntó Christopher.

- Porque la mensa, el año pasado, le cortó el pelo de las muñecas de las niñas del salón pensando que les crecería como a las personas.

- ¿Y así soy el tonto? - Christopher volvió a reírse -. JAJAJAJAJAJA ¿Cómo...? JAJAJAJAJ.

- También era secreto, Diego. - Maia volvió a su lugar y siguió con el trabajo.

- Sí, pero ya lo dije, es por eso que Maia no tiene amigas. Solo yo - dijo Diego alzando los hombros.

- Igual, el viernes saldré con mi mamá, y pónganse a hacer el trabajo.

(...)

- Maia, ¿qué sucede? - preguntó Sara preocupada.

- Nada ma - dijo mirando su plato.

- No has probado bocado y estás muy callada cariño.

- Mamá, Christopher me está quitando a Diego. Él ya no quiere jugar conmigo - dijo Maia triste.

- ¡Oh corazón! No pienses eso - la cargó y la abrazó.

- No sé cómo puede ser su amigo si se come el pegamento. Es un asqueroso. - Escondió su rostro en el hombro de su mamá.

- Diego es tu amigo pero también puede ser amigo de Christopher, los 3 pueden ser amigos. - Agarró su rostro con delicadeza.

- No mamá, Diego lo prefiere a él porque es hombre. Y todavía tiene varicela.

- ¿Quién tiene varicela? - preguntó Sara preocupada.

- Christopher pues mamá.

- Cariño, mejor anda a descansar, mañana tienes escuela. Ve a lavarte los dientes mientras hablo con tu tía Mili.

Maia se fue directo al baño a lavarse y a alistarse para dormir, Sara corrió al teléfono, sabía que gastaría dinero que estaba fuera de su presupuesto. Las llamadas internacionales a Milagros eran solo los domingos, y hoy era martes.

- ¡Álo! ¿Quién habla?

- Mili, soy Sara.

- ¿Sucede algo? Hoy no es domingo - habló Milagros desde la otra línea, preocupada.

- Nada malo en realidad, solo quería hacerte una pregunta.

- Sí, claro, ¿qué sucede?

- ¿A Maia le ha dado la varicela? - preguntó Sara.

- No, que yo recuerde, no le ha dado. Ni a Johana en realidad. ¿Por qué?

- Al parecer le dará pronto. Bueno, hermana saludas a mi Joha hermosa, quisiera hablar con ella pero sabes que esto me sale caro, vuelvo a llamar el domingo.

- Un beso para la nena, yo le hago presente. Saludos para Abraham.

Sin más que decir, colgaron. Ya hablaría con Johana, su otra hija, por quien Maia lloraba casi todas las noches.

¡Hola! Hace poco empecé este proyecto junto a mi hermana y la verdad es que quiero agradecer a todas las personas que se dan el tiempo de leerla. Me gustaría mucho que no sólo leyeran sino también, que voten y comenten qué les está pareciendo hasta ahora.

Nuevamente gracias por todo.

Adiós... | Christopher Vélez | -PAUSADA-Where stories live. Discover now