15. Como la marea.

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Los primos Hernández y el joven chileno empresario se encontraban debatiendo los últimos detalles en una sala de reuniones dentro del mismo shopping en los pisos superiores, cada uno daba su opinión sobre las clausulas en los contratos de alquiler, por suerte todo estaba diseñado para que ambas partes se vieran beneficiadas, aun así, Jeremías nunca terminaba de confiar en su primo mayor. Porque como dice el dicho, tienes que ser más desconfiado con tu familia que con el desconocido.

Una vez terminaron con todo aquello, Francisco le comentó a su novio el deseo de ir de compras, aún no había escogido un disfraz para la fiesta de Halloween que se celebraría en la noche, pero por desgracia Jeremías no podía acompañarlo, así que le sugirió invitar al esposo de su primo Martín y al secretario de Marcos, lo dudo un poco, pero luego le pareció una divertida idea, así que luego de darse varios besos y abrazos, asqueando a los presentes, finalmente se despidieron y el cordobés y sus primos se fueron a continuar con sus negocios.

Francisco Javier llegó hasta donde se encontraban Manuel y Daniel tomando un café, otra vez los habían obligado a quedarse juntos, el paraguayo no entendía el desprecio en la mirada del chileno, pero su personalidad lo hacía simplemente ignorarlo. Ambos miraron al de cabellos rubios con mecha turquesas, ambos alzaron una ceja por su extraña sonrisa pícara.

- ¿Paso algo weón? ¿Dónde está el rucio? -Preguntó Manuel cruzándose de brazos tratando de no darle importancia a la expresión ajena.

- Tiene que quedarse con sus primos haciendo unos arreglos más para nuestras sucursales, así que te verá después, me dijo que cualquier tienes su extensión de tarjeta... pero cabros, acompáñenme a comprar, de paso puedo ayudarlos a elegir algo sexy para sus potros, weónes. -Manuel y Daniel se pusieron más rojo que un tomate, más rojos que la sangre falsa que decoraba las escaleras por la fecha, se miraron y aún más se avergonzaron.

- ¿Qué potros hablai aweonao? Al menos yo no tengo nada con Martín más que una relación de conveniencia. -Se excusó rápidamente el castaño. -Y prefiero irme al hotel que salir con ustedes.

- Yo creo que también podría ir a hotel... -Agregó el paraguayo tratando de calmar su agitado corazón, realmente aún no se había puesto a pensar como sería su momento intimo con su patrón, pero también le parecía algo desesperado o apurado pensar en ello.

- ¡Pero acompáñenme a comprar! -Exclamó como niño caprichoso el rubio. -Además Martín dijo que debías acompañarme, weón. Quiere que recorras la ciudad, mañana en la tarde nos vamos. -Mintió el rubio para que el de su misma nación no se fuera, seguro después estaría en problemas, pero sabía que de alguna forma u otra se lo agradecería.

Finalmente, Manuel y Daniel cedieron y siguieron al rubio a su tarde de shopping, vieron algunas tiendas sin mucho interés, Francisco se probaba algunas ropas en una que otra que otra tienda, bolsas y bolsas aparecían en sus manos, el silencio incomodo reinaba entre en los tres, comenzaba a casarlo, pegó un grito de fastidio y se los llevó a los dos a sentarse en una heladería.

- Vamos, es una tardecita de nosotros, no pueden estar así, hablen, saben que soy el novio de Jeremías y tu Daniel se nota de acá a Santiago de Chile que estas pololeando con Marcos, y Manuel... se nota como se te mueve el piso por el rucio de Martín. Tenemos algo en común, deberíamos poder hablar... como... no sé, onda, fantasías sexuales... -Sugirió con esa sonrisa pícara que parecía estar grabada en sus labios.

- ¡Cállate weón, no digai esas weas! -Exclamó con molestia Manuel con sus mejillas nuevamente coloradas, se levantó de la silla dispuesto a irse sacando su celular para enviarle a un mensaje a su "esposo" prácticamente obligándolo a que lo fuera a buscar.

Conveniencia (ArgChi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora