Capítulo 11

1K 96 13
                                    

Pues esto fue lo que salió y no esperaba que quedara tan largo.

Gracias por todos sus bellos comentarios que me han alegrado cada uno de mis días. Son lo mejor del mundo, chicas.

***

—¿Por qué no me sorprende verla aquí?

—¡Oh! Yo sé que te gusta verme aquí.

Snape verdaderamente prefería no acostumbrarse, pero Hermione no lo estaba ayudando.

—¿Qué esta haciendo?

Snape se hizo a un lado para dejarla pasar, pero se quedó ahí en el marco de la puerta, contemplándola.

—¡Casi es Navidad!— exclamó la chica con una sonrisa.

Snape hizo una mueca, aunque estuvo a punto de sonreír también.

—¿Una planta no le parecía suficiente?— se quejó, cerrado finalmente la puerta detrás de su espalda.

—No es una planta cualquiera— alegó la castaña.

Algunas veces Snape echaba de menos la capacidad que solía tener para ignorar cada palabra que decía la Gryffindor.

—Es un pino de Navidad— respondió la bruja a una pregunta de Snape nunca formuló.

.

—¿Iras al banquete de Navidad?

El profesor dejo de remover su poción para mirarla.

Hermione llevaba ya un buen rato sentada en suelo de su despacho, colgando adornos diminutos en el árbol de navidad especialmente pequeño que pretendía obligarlo a conservar.

—¿Cuando fue que decidió que quiere arrastrarme a todos los eventos sociales del colegio, Granger?

—Pero que exagerado eres— lo fulminó un poquito con la mirada—solo lo he hecho una vez.

Snape bufó.

—Entre usted y Minerva, ¿cree que tengo alguna opción?

Hermione sonrió complacida.

.

—¿Qué opinas?— inquirió Hermione media hora más tarde, mirando satisfecha su pequeña obra de arte.

Snape volvió a despegar los ojos de su caldero para mirarla.

—¿Te gusta?

Hermione lo miro sobre su hombro, expectante.

Pero no recibió una respuesta, en cambio, Snape apunto al pino con la varita, y cuando Hermione se había convencido de que el pequeño árbol estaba punto de arder en llamas, la estrella color dorado que brillaba en la punta simplemente se tornó de un brillante color plata.

Hermione miró a su profesor sin comprender.

—Algunas veces olvida que soy Slytherin, Granger.

Snape no quiso prestar demasiada atencion a la sonrisa enorme que había iluminado el rostro de la castaña.

***

Cuando Hermione volvió al despacho del pocionista algunos días más tarde, el árbol aun estaba ahí, en su propia espacio, en la repisa detrás del escritorio del profesor.

—El árbol sigue aquí...

Snape había ignorado olímpicamente su comentario, pero Hermione igual estaba sonriendo.

MarcasWhere stories live. Discover now