Capítulo 7

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—El hechizo Incorum provoca sangrado interno, Granger.
Hermione dio un respingo. Snape se encontraba inclinado detrás suyo, leyendo sobre su hombro.
-¿Qué? No es cierto.
-¿Quiere que lo probemos con Weasley?
Snape tenía una sonrisa burlona en la cara, Hermione lo sabía aunque no estuviese viéndolo.
-¡No! El libro específica...
-Granger, ¿cuando va a entender que esos libros estan escritos por idiotas iguales a Gilderoy Lockhart?
-Pero aquí dice...
-¡Yo soy el profesor de Defensa, señorita Granger!- exclamó el Slytherin, consiguiendo una carcajada de la castaña. Quiza ese habia sido su proposito desde un comienzo.

Hacia meses que Hermione habia comenzado a prepararse para los EXTASIS (años, si se lo preguntasen a Ron) y ahora, Snape tambien era testigo de ello.
Lunes de Pociones, viernes de Defensa e incluso algunos jueves de Astronomía; definitiviamente Snape parecía saberlo todo respecto a todo.
Cuando Hermione aparecío la primera vez en su despacho, cargada de libros y dispuesta a hacerle cuentas preguntas vinieran a su cabeza, Snape no opuso la menor resistencia, y desde aquel día, Hermione se habia instalado en su oficina, tres días de cada semana, a veces unos cuantos más, a absorber cuanto le fuera posible de un Snape que parecía muy dispuesto a resolver cada duda que le brotaba de entre los labios.

-Según tu, TODOS los libros en el mundo estan equivocados.
-Evidentemente.
Hermione le sonrio, porque Snape estaba haciendo lo mismo.
-Los EXTASIS son en menos de seis meses y tu no dejas de corregir cada cosa que yo creo estar aprendiendo- le recriminó, acercandose al otro lado del escritorio y sentándose frente a su profesor. Snape fijo su atención en el caldero sobre la mesa; hacía casi dos horas que había comenzado a preparar una poción Oculus y estaba muy cerca de estar lista.
-Deje de quejarse, Granger, si no quisiera no estaría aquí.
Hermione lo miró con fingida indignación. Snape puso su sonrisa burlona y volvió a concentrarse en las semillas que estaba moliendo.
Hermione se quedó sentada ahí largo rato, olvidándose de todos los libros que aún tenía que estudiar, y dedicándose sólo a mirar a su profesor. La manera tan suave en que movía el contenido de su caldero, y como podía rebanar las plumas de aguila gigante con semejante delicadeza.
-¿Qué?- inquirió la hombre cuando reparó en la mirada embelesada de la chica, que lo observaba inclinada sobre el escritorio, apoyando la barbilla en su mano derecha.
-Me gusta verte hacer pociones - susurró, con una pequeña sonrisa.
Snape fruncío el ceño, sintiéndose raro bajo los ojos enormes de la castaña.

***

-¡Hey, Hermione! ¿Quieres ir al baile conmigo?
El martes por la mañana, Harry la sorprendido en el Gran Comedor durante el desayuno.
La castaña miró al pelirrojo enseguida, esperando alguna reacción de su parte, pero él estaba ocupado, mirando con ojos de amor a su plato lleno de estofado y papas.
-¿Qué dices?
Un cantidad imposble de comida viajó a la boca del pelirrojo mientras tanto.
-¿Qué?- escupió, cuando reparó en la mirada de Hermione clavada en su frente.
-Nada...
Ron no lo noto, ocupado en zambullirse en la bandeja llena de chuletas de cerdo recién aparecida en la mesa, pero Hermione lo estaba asesinando con la mirada.
-Claro, Harry, me encantaría ir al baile contigo- respondió al fin, haciendo énfasis en sílabas innecesarias, ganándose una mirada extrañada de Ron.
Harry también contempló a su amigo. Ron en cambio, le sonrió a su plato y volvió a dedicarse a comer.
Harry bufó, su amigo era un caso perdido.

***

-¡Mañana!
Ginny le brincó encima cuando se dirigía al aula de pociones, el viernes por la tarde.
-¿Qué?
Se había desvelado, estudiando Runas Antiguas, y Encantamiendos y Defensa, y su percepción en ese justo momento no estaba ni al veinte por ciento.
-¡Los vestidos, Herms! ¡Los vestidos!
Ginny daba saltitos frente suyo.
Cierto, los vestidos. Faltaba una semana para el baile y al parecer nadie se cansaba de hablar al respecto. Nadie excepto Hermione... y Snape.
-¿Mañana, de acuerdo? ¡No lo olvides!
Le gritó entre la multitud de alumnos que habian comenzado a arrastrarlas a lados opuestos del aula de pociones.
-Como digas.
-Si ellas compraran vestidos quiza debamos comprar una túnica, Harry.
Los chicos aparecieron a su lado un segundo después.
-¿Iras al baile?- inquirio Hermione enseguida, arrojando a Harry a un lado para poder verle la cara a Ronald.
-Pues...
En ese momento Slughorn comenzó a hablar y Hermione ya no consiguió escuchar la respuesta del pelirrojo.
-Se que todos acordamos que el examen aplicado por el Profesor Snape durante mi ausencia será solamente una triste experiencia para ustedes- soltó una de sus sonoras carcajadas y sólo algunos lo secundaron, Ron entre ellos. A Hermione no le causó gracia.
-Pero...- las risas se detuvieron y Hermione se irguio en su asiento -... el profesor dejó preparado un último examen que me gustaría que todos resolviéramos...- observó las expresiones desconcertadas de sus alumnos y volvió a sonreír -... como un ejercicio, muchachos. Dudo mucho que el profesor Snape realmente espere que alguien sea capaz de realizarlo por su cuenta...
El hombre parecía especialmente feliz aquel día y Hermione simplemente no le encontraba la gracias a todos esos comentarios de los que él tanto reía. Se limitó a dejar de escucharlo, garabateando distraídamente en las esquinas de su libro de texto, hacía muchas hojas que las pequeñas anotaciones de Snape había dejado de desaparecer.
.
Después de hora y media y el vergonzoso acontecimiento de Slughorn desapareciendo la desastrosa poción de su propio caldero cuando pensaba que nadie miraba, la habitación estaba llena de humo de colores y Hermione tenía el peor humor que Harry le había visto en mucho tiempo.
-¿Cual es tu problema?- le preguntó Ron al oido, con la odiosa falta de tacto tan característica en él. Hermione lo miró mal.
-Es una poción para la memoria, Ronald, cualquier alumno que haya estudiado propiamente para sus TIMOS sabría realizarla con los ojos cerrados, a diferencia del profesor Slughorn.
Su voz se había tornado chillona. Harry se estaba riendo por lo bajo.
Ron la miró como si hubiese enloquecido.
-Necesitas mejorar tu mal genio.
Hermione tenía la navaja para cortar raíces apretada tan fuerte que sus nudillos se tornaron blancos.
Ron optó por volver a lo suyo antes que le castaña decidiera apuñalarlo, y lella hizó lo mismo, su poción estaba a diez minutos de estar lista, aunque su humor parecía empeorar a cada segundo que pasaba.
-Sólo tienes que cortarlas en cuatro partes- le gritó-susurró a Neville luego de unos cuantos minutos, porque el castaño estaba cortando las raices de valeriana en trozos diminutos y el ruido del cuchillo golpetenado en la tabla de madera estaba terminando con su paciencia.
El pobre Gryffindor se sobresaltó.
-Si, si, claro... Gracias.
-¡Señor Longbottom!
Slughorn se detuvo detras del castaño. Los habia descubierto.
Hermione se tenso, por puro reflejo, porque, si se tratara de Snape, posiblemente ambos tendrían un castigo asegurado y 30 puntos menos para su casa cada uno. Pero, como era obvio, Slughorn no era Snape.
-Sientese mas cerca de la señorita Granger, siempre es bueno tener un compañero del que aprender, ¿cierto?
No recibio respuesta, pero al parecer no le importo.
-Pero mi poción...
-¡Oh! eso no importa, muchacho.
Y con un movimiento de la varita del profesor, el caldero de Neville quedo vacío y reluciente.
-Vamos, vamos- lo alentó a ponerse de pie, y el Gryffindor arrastró su banco hasta sentarse junto a la castaña.
Hermione casi podía ver la sonrisa burlona de Snape dentro de su cabeza.
-Lo siento, Herms...
-Esta bien.
Bufó. En dos minutos su poción estaría terminada. Neville no tenia nada que tocar y definitivamente solo lo dejaría mirar, ¿que podía salir mal?
-Algo esta saliendo mal- se quejó Harry cuando la masa verde que tenía por poción estupio las raices de valeriana hasta el otro lado del aula.
-Solo agrega dos escarabajos violeta, enteros - los trucos secretos de Snape eran la cosa mas maravillosa en el mundo.
-¿Y si me los escupe a la cara?- se quejó el moreno, ganandose una carcajada de parte de su amiga.
-¿Escarabajos violeta?- corroboró Neville a su izquierda, sacandolos del fondo de un frasco casi vacío.
-¿¡Qué!?- Hermione se sobresaltó, girando a prisa para detenerlo, pero ya era tarde...
.
La piel le quemaba y por un efímero segundo la idea de quedar ciega el resto de su vida le congelo cada célula de su cuerpo.
Las carcajadas de Parkinson le retumbaban en los oídos y sentía un par de manos sobre sus hombros, pero aún no se atrevía a abrir los ojos.
-¡Señor Longbottom!- Slughorn se abrió paso con dificultad entre el corro de alumnos que se había formado en torno a la mesa de los cuatro Gryffindor -acompañe a su compañera a la enfermería, por favor. Granger, no debe preocuparse, la Señora Pomffrey seguramente puede resolverlo.
Cuando finalmente se atrevio a abrir los ojos, todos habian vuelto a sus asientos excepto Harry... y Malfoy.
-¿Estas bien, Harry?- inquirio el profesor. Por eso Malfoy estaba de pie.
-Si, pero yo acompañare a Hermione a la enfermería.
-Esta bien, muchacho, vuelve a sentarte, el señor Longbottom puede hacerlo por su cuenta.

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