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Tal vez el problema radicaba en que yo rechazaba su homosexualidad.

Por eso me alejaba de la calidez de su persona, de sus intentos por acercarse a mí. Y aún así, con la distancia que creé entre nosotros; me enamoré de él.

   Él no hizo algo realmente malo. Él me enamoró con acciones que ni siquiera fueron premeditadas, como su sonrisa, la voz con la que decía mi nombre, ese semblante tranquilo en el que se perdía observando las nubes reflexionando quien sabe en qué. Su amabilidad y cortesía con los mayores, su fidelidad hacia sus amigos.

   La parte oculta de Kim JinHwan era todo lo opuesto al arrogante y pleitero chico que aparentaba ser en YG Academy.

   Independientemente de sus momentos de debilidad en los que cayó bajo por recibir a cambio una pizca de mi amor, él pisaba fuerte. A pesar de su frágil existencia él soportó cosas que una persona considerada fuerte no soportaría.

  Debí haber admitido que me enamoré de él lenta y seguramente. Pero como dije, mi homofobia nubló mi percepción, mis pensamientos, y me cerró la boca.

  Ojalá también lo hubiera hecho con mi corazón.

   El Kim JinHwan que se descubrió a sí mismo ante mí con sutileza se hallaba entre mis remotos recuerdos formando la fila para pedir su almuerzo ese día, yo caminaba junto a Ah-Ri quien me hablaba entusiasmada de un tal T.O.P de un grupo masculino, algunas veces cuando ella hablaba de sus ídolos mi cerebro se encontraba programado para ignorarla.

  -  ¿Alguien ha visto mi dinero? -. Oí a un chico desesperado pasando mesa por mesa a interrogar a quienes almorzaban.

  A pesar de que YG Academy era un sitio donde estudiaban en su mayoría personas pudientes, también había becados.

  Ah-Ri se colgó del brazo de JinHwan adelantándose en la fila logrando ser insultada por personas que estaban antes, ella estaba tan acaramelada con "su novio" que ni siquiera lo notó.

  Algunas veces me quedaba observándolo, preguntándome cómo podía rechazar a una mujer tan maravillosa como lo era ella para mí en aquel entonces y fijarse en mí, otro hombre.

  Ni siquiera le hallaba el sentido de que habiendo tantos, tuviera que haber sido yo. Apreté los puños al ver cómo él volteaba mecánicamente pasándola por alto, como era costumbre él siempre buscaba hacer contacto visual conmigo, entonces sonreía sutilmente de una forma tan sublime y transparente que provocaba en mí un extraño cosquilleo. Aquella forma de mirar era una especie de saludo secreto, un saludo de complicidad porque ambos conocíamos el secreto del otro.

   Normalmente a esas alturas, cuando ellos ya eran atendidos se creaban más de una fila ya con los alumnos amontonados, yo entre ellos soportando de vez en cuando empujones. Él se cruzaba conmigo al punto de casi rozar nuestros hombros sin siquiera mirarme, era Ah-Ri la que siempre formulaba un - "Te esperamos en la azotea" - ignorando completamente ese fugaz momento en el que la mano de su novio rozaba intencionalmente con la mía despertando sensasiones que me aterraban. Su dedo meñique se enganchaba al mío por milésimas de segundos, ocultándose aquel tacto entre el montón de alumnos formando fila.

Percepción erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora