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Innumerables fueron las veces que, había ensayado en mi mente una disculpa; todo lo que él me había obligado a dejar atorado en mi garganta con aquel desafortunado suceso, se encontraba perfectamente elaborado en mi cabeza.

Pero al tenerlo allí, frente a mí al abrir los ojos, se llevaba todas mis palabras. Bastaba con que los cerrara para sentir el cosquilleo de su tacto ligero. Le gustaba dibujar mi rostro con la yema de sus dedos, deslizando lenta y grácilmente el contorno de mis labios. Entonces, luego de una pausa, que regularmente se tomaba para admirarme con detalle, su dedo entreabría mis labios en una caricia más perceptible, y lo que le seguía, era el reemplazo de su contacto por el cálido aire de su respiración.

Sus labios nunca rozaban los míos, dejándome con la ansia de probarlos con frenesí incontenible.

Si tan sólo hubiera gozado de ellos en su momento, no me lamentaría de manera desbordante cuando mis pocas neuronas intactas por el efecto del alcohol me recordaran que él ya no estaba. Por más de que intentara alucinar con su presencia, su ausencia inminente me llevaba de la mano hasta el vacío devastador que había dejado en mí.

Kim Jinhwan se hallaba tan inalcanzable, como el cielo que tanto disfrutaba admirar en aquellos tiempos.

¿Podrían los recuerdos sobre él algún día ser sólo eso?. Recuerdos. Y no una especie de tortura de manera inconsciente o consientemente masoquista cada vez que aparecía en mis pensamientos.

A esas alturas no estaba seguro de si era efecto de la culpa o de lo que alguna vez sentí por él, la razón de que a pesar de los años, lo tuviera presente diariamente en algún rincón de mi mente, dispuesto a interponerse el eco errante de su presencia en cualquier momento.

Tal vez era la mezcla de ambos fundamentos.

¿Qué sentí por Kim Jinhwan?. Tantos sentimientos resumidos en una sola palabra: "Todo."

El odio injustificado, fue seguido por la incertidumbre luego de que me abrazara por detrás cuando nos encontrábamos solos en la azotea de YG Academy.

- Sí, lo haré -. Era la respuesta que esperaba, pero oírla con su voz, saliendo de sus propios labios, sin siquiera meditarlo, me dejó tan sorprendido que, la única reacción que tuve fue llevar mis manos a esos brazos que me aprisionaban.

Cerrar aquel trato fue la equivocación ingente con la que originamos el daño que nos provocamos mutuamente.

Sujetando sus muñecas, aparté sus brazos liberándome de su abrazo.

- Entonces, es un trato -. Me atreví a decir de manera seca antes de abrir la puerta encontrándome con el par del que por poco se me olvidaba que se encontraba allí.

Kim Jiwon y Kim Hanbin se levantaron de inmediato de los escalones en los que se encontraban sentados.

Me siguieron con la mirada ese e incluso días después, como si yo fuera realmente una mala persona, pero, a la vez, como si no pudiesen hacer nada al respecto.

Percepción erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora