Definitivamente no, me niego a pensarlo, él no me haría algo así, sabe lo mucho que la amo, somos hermanos y los hermanos no se traicionan. Hemos estado juntos desde que tengo uso de razón 

Las manos me sudan, el corazón se me desboca y las entrañas se me comprimen de sólo imaginármelo. El móvil me vuelve a timbrar cayendo al suelo antes de contestar. 

—Hola —hablo desorientado.

—¿Capitán Lewis?— preguntan del otro lado de la linea.

—Si.

—Le habla el sheriff Buford de Cadin , ¿Me recuerda?

—Por supuesto, ¿Ya tiene lo que le pedí?

—Si señor, llevo llamándolo toda la mañana, en este preciso instante mi asistente le está enviando toda la información a su correo.

Muevo el mouse para que la pantalla cobre vida encontrándome con varias carpetas y archivos sobre leyes estatales que no me interesan ahora. 

—Espero que la información sea útil, le envié todo con detalles y confío en que no tendré problemas con el coronel del incidente.

"Coronel". El dolor me golpea el pecho extendiéndose a lo largo de mi brazo. Doy clic abriendo la única foto y...Ya no hay dudas que resolver, no hay un culpable que buscar, ni teorías por armar. La foto lo dice todo.

Ella abierta sobre el capo con él entre sus piernas, los labios de él junto a los de ella, los tentáculos que tiene como manos bajo su vestido. 

—¿Capitán?

Cuelgo levantándome mareado. Mi amigo y mi novia, ¿Por qué? Siempre he estado para los dos y se me han burlado en la cara. Todo este puto tiempo estuvieron revolcándose en mis propias narices, demostrándome que la traición viene de quienes menos lo esperas, rondas a tus enemigos sin notar que los seres queridos son lo más propensos a clavarte la filosa daga del engaño. 

Vomito sacando todo lo que hay en mi estómago, la filosa hoja me perfora en lo más profundo ¿Con él? Con mi amigo de toda la vida, podría justificarlo de ella, no ha compartido tanto con él como conmigo, pero ¿Christopher? Es mi familia, he sido su pilar, su aliado, su hermano. 

El móvil vuelve a sonar, lo tomo dispuesto a estrellarlo contra la pared, pero desisto cuando veo el nombre de Meredith. 

—¡Capitán! —contesta agitada— Lamento todo esto, lo engañaron de una forma tan atroz —se le rompe la voz— Es el coronel, la seguí y los vi en el panteón... 

—¿Dónde están?  —aprieto los ojos. 

—En el edificio de la teniente creo... Dejaron el auto afuera y ella saludó al portero. Llegaron hace más de dos horas, ninguno de los dos ha salido.

—Voy para allá.

—No, cálmese y...

Estrello el teléfono contra la pared volviéndolo añicos. ¡Malditos y mil veces malditos! La ira estalla haciéndome sollozar mientras estrello mis puños contra la pared, caigo al suelo derrotado. Estoy decepcionado de ellos y de mí mismo. 

Mientras yo le recalcaba que la cuidara, él la metía entre sus sabanas, mientras yo confesaba y desahogaba mis miedos, él era el causante de mi más grande decepción. 

Miles de mujeres y me quita lo que más amo. Eso es jugar sucio, robándose la confianza de quien lo ha salvado de la muerte dos veces. Puse mis manos en el fuego por él, todos le daban la espalda y fui yo quien estuvo firme dándole ánimos para que siguiera.

Me ofendió y las ofensas se cobran.

Enceguezco cuando la rabia me toma las arterias. Busco las llaves con manos temblorosas, bajo al estacionamiento abordando el auto. 

No soy consciente de nada, sólo conduzco al edificio donde vive Rachel, me duele demasiado el pecho y el corazón. Mi insistencia porque se llevaran bien era una parodia para ellos. Ya se agradaban tanto que se iban a la cama sin pensar el daño que me provocaban. 

Estaciono el mercedes a pocos metros del Aston Martin. No sopeso, no analizo, simplemente actuó sacando la SIG-Sauer que cargo como arma. Christopher está acostumbrado a pasar por encima de todo el mundo. Conmigo será diferente. 

Lleno el cargador de balas antes de guardarla en la parte baja de la espalda, dije que lo mataría y eso haré ,amigo o no fue quien se metió con la mujer que amo. Subo los escalones llamando la atención de Meredith quien sale de su auto. 

—Señor, no es recomendable entrar, lo mejor es que se tome...

La ignoro encaminándome a la puerta con una sola cosa en la cabeza. 

—¡Joven Bratt!— me saluda el portero— La señorita James lo está...

No contesto, sigo escalera arriba con Meredith corriendo detrás de mí. 

—¿Qué hará? —se me atraviesa cuando pisamos la cuarta planta.

—¡Apártate y no te metas! — me abro paso a la fuerza.

—¡No cometa una locura, no vale la pena!

Busco las llaves, estoy temblando, el dolor en el pecho me está quemando y a duras penas logro abrir sin hacer ruido. 

—¡Capitán!  —susurra Meredith nerviosa cuando desfundo el arma. 

Le hago señas para que se calle mientras que con cautela me encamino al pasillo que dan a las habitaciones, todas las puertas están abiertas, menos la de ella. Suprimo las lágrimas que se me asoman en el borde de mis ojos y...La rabia es tanta que me ahoga. 

Poso la mano en la perilla que cede sin preámbulo, el olor a sexo impregna mis fosas nasales desencadenando el dolor que se siente cuando te dividen el alma en dos. Lo que ven mis ojos es un golpe seco al corazón en el punto exacto donde todo se derrumba, los oídos me zumban y las piernas me tiemblan.

Los dos están desnudos, ella sobre él dormida y con la cabeza sobre su pecho, mientras que él la abraza como si fuera suya.

Respiro, limpio mi rostro, empuño mi arma y me preparo para disparar.





Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora