CAPÍTULO 62

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El amargo sabor de la verdad. 

Bratt.

La resaca me cobra factura cuando me levanto, el mundo me da vueltas y con esfuerzo logro ponerme de pie metiéndome en la ducha. Demasiado alcohol, si sigo así caeré en un coma etílico. Dejo que el agua alivie el dolor antes de salir.

Es medio día, tengo varios asuntos que resolver en la central entre esos una disculpa a mi mejor amigo. El veneno de la mentira me tiene demente, impulsivo y agresivo. Yo no soy así, tampoco quiero convertirme en eso.  

Hay colillas de cigarro y botellas de coñac a lo largo del apartamento, basura la cual me recuerda que que mi vida se está convirtiendo en un contenedor de excremento. Busco una bolsa recogiendo el desorden. 

Cada día que pasa es peor, el dolor y la rabia se intensifica cada vez más. Temo a que el mundo del alcohol me absorba y no pueda volver a salir. He considerado irme por un tiempo, tomarme el espacio para pensar, volver con ideas más claras. A lo mejor, Rachel entra en razón en ese tiempo, nota el error que cometió e intenta recomponerse.

Reviso mi móvil, hay veinte llamadas perdidas de Meredith, debe ser que Gauna ha empezado a molestar nuevamente. Vibra sobre mi mano, es Simón, lo coloco en alta voz y sigo con mis tareas.

—Al fin despiertas bello durmiente — saluda animoso.

—Tengo una resaca horrible— me quejo— La próxima vez no me dejen beber tanto.

—Intentamos detenerte pero te pusiste terco, entonces nadie quiso entrometerse— se escucha el ruido del tráfico a su alrededor — Nos reuniremos esta noche con las chicas... Ya sabes, para animar a Brenda ¿Quieres venir? 

—No — no estoy para soportar a las cómplices del engaño de Rachel, en especial a Luisa, ahora más que nunca la quiero a metros— Tengo asuntos pendientes en la central.

—Hey, piénsalo, te servirá para distraerte, tal vez puedas hablar con Rachel. Sigo creyendo que todo eso de la infidelidad es un mal entendido.

—No es un mal entendido.

—Es que no me cabe en la cabeza, en el tiempo que estuviste ausente no la vi con nadie extraño, estuvo día y noche entregada a su investigación con Christopher.

Christhopher. Su nombre queda flotando en el aire, no estuvo con nadie extraño solo con él. En Brasil,en  Hawai y en la central. Es de él quien huye siempre, fue al único que se atrevió a insultar en la cara sabiendo que era su superior...

—Bratt, ¿Estas ahí? — pregunta Simón en la linea.

—Luego te llamo— cuelgo.

Dejo la bolsa de lado, "Christopher," ideas incoherentes me toman la cabeza, Christopher enojado cada vez que reitero que es mi novia, la tensión que se respira entre Rachel y él, las imposiciones y los distanciamientos absurdos. 

Voy a mi despacho y reviso mi correo, todavía no han enviado nada desde Cadin . La idea me da vueltas en la cabeza. Marie reconoció a Rachel cuando la vió y no actuó de buena manera. 

Si la conoció en su oficina, ¿Por qué reaccionó como si hubiese visto algún espectro? Luego está la chaqueta, una prenda que definitivamente Christopher sí compraría y usaría.

Todo llega como una lluvia de teorías sobre mi cabeza. Él insistiendo para que la deje, él en mi fiesta con sus sarcásticas palabras y Rachel ardiendo de ira, él rehusándose ayudarme, ella preocupada y afligida por su estado después del accidente Si no le agrada, ¿Para qué sentirse mal?

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora