CAPÍTULO 10

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Rachel. 

Hawái Parte 1. 

Paso los dedos por el retrato de mi mesita de noche. La imagen desencadena un sin fin de sentimientos encontrados; Dolor, rabia, arrepentimiento.

Amo la foto de Bratt y yo sentados en la playa West Wittering, envueltos en una toalla azul, admirando las estrellas mientras la luna se esconde en el infinito.

Lleva cinco días sin hablarme, me está doliendo su indiferencia. Son seis años (Un año como amigos y cinco como novios) donde hemos hablado noche tras noche (donde repite un "Te amo" en cada conversación). 

Me estoy preguntando porque carajos no hago borrón y cuenta nueva. El mundo avanzando mientras yo sigo lamentándome por lo mismo. Fue un jodido desliz, ya está... 

Tomo el móvil marcando el numero de mi novio repitiendo el mismo patrón de todos los días, el teléfono timbra y timbra, sin embargo, no me contesta. Es lo que hace ahora, rechazar todas mis llamadas. 

Nunca se había puesto así, nuestros disgustos tardan un día como máximo. Al final de la tarde, bajamos la bandera a la vez que arreglamos nuestras diferencias. Ahora... ahora parece que nunca más volverá a hablarme.

Me pego el móvil en la oreja e intento una última vez. No quiero seguir así.

—Hola —contesta. Siento que el alma me vuelve al cuerpo.

—Hola... —balbuceo— Pensé... que no... contestarías.

«¡Tonta!»

—No quería, pero temo que tu insistencia reviente mi buzón de mensajes.

Me olvido de lo que quería decir, tengo que pedir tantas disculpas que no sé por donde empezar.

—Lo siento ¿Sí? No debí llevarte la contraria sabiendo que te molestaría.

—Tu arrepentimiento no borra la falla.

Pego la frente contra la pared, está actuando como su madre. Odio que tome esa faceta.

—No quiero que discutamos más —tomo aire— Aprendí la lección, a las malas, pero la aprendí.

Estando aquí tengo que dar el primer paso.

—Te echo de menos. 

Suspira al otro lado de la línea.

—También te extraño.

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—¡No puedo creer que te vayas sola a Hawái! —reclama Luisa mientras empaca mi maleta.

Mi cama es un revoltijo de ropa, maquillajes, bolsos y zapatos.

—No voy por mi gusto, tampoco es un viaje de placer.

—Estar en un hotel cinco estrellas con vista a una de las mejores playas del mundo, ¿No es placentero para ti?.

—Sabes a qué me refiero —apago el cigarro cerrando las puertas del balcón— No es divertido convivir con los Lewis, a eso, añádele que va ir el coronel. Ya presiento las jaquecas, las tortícolis y las pesadillas.

—Pesadillas con figura de Dios —se burla— Como quisiera ser tú, mi querida amiga.

Entro a la ducha quedándome varios minutos bajo el agua tibia. El viaje no empieza y ya tengo nudos en la espalda.

El vuelo es largo, así que opto por vaqueros anchos y una camiseta de algodón. Me recojo el cabello en un moño alto en tanto calzo mis converse.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora