CAPÍTULO 40

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Rachel. 

Bandera blanca. 

—Si ya eres un oficial retirado, ¿Porque carajos debes asistir a la dichosa asamblea? —se queja máma cuando entramos a la central — No es obligación ir, es mejor quedarse con Rachel un par de dias más. 

—Por enésima vez mujer — contesta mi pobre papá exasperado— El ministro me convocó  y quiero ir ¡Maldita sea! Siempre me invitan y nunca voy.

—Solo serán cinco días —intentó dar ánimos — Conocerán costumbres nuevas.

—Si no te agradaba la idea te hubieses quedado en Phoenix —empiezan a discutir.

—Era lo que quería hasta que Emma y Sam empezaron a insistir en acompañarte y luego Bratt...

—¡Tranquilos todos! —interviene Harry— No dañemos la despedida. Lucy me encargare de mandarte un itinerario con todo lo que puedes hacer para que la estadía sea inolvidable.

—Gracias Harry —le da un beso a mi amigo en la mejilla lanzándole una mirada furibunda a papá— Tu si te preocupas por la comodidad de todos. 

Luciana Michel no es fanática de la FEMF, fue la única que celebró el retiro de papá con bombos y platillos. Tiene un instinto sobreprotector al estilo mamá oso. Siempre anda tenebrosa de que nos pase algo malo.

 Conmigo tuvo que resignarse a que entrar aquí era uno de mis tantos sueños. Tengo presente aquellos días donde se desarrollaban debates sobre mí futuro, los cuales terminaban en una batalla campal.

Sentiré pena por Emma cuando se gradué en la escuela militar, de seguro tendrá que llevarse repertorios sobre carreras alternas Salimos del auto y nos enrumbamos a la pista de aterrizaje la cual esta repleta de generales y miembros del sector cuatro. 

El general de la base militar de Cambridge espera al lado de la esposa del general Peñalver.

—Rick qué dicha tenerte aquí —el general Peñalver saluda a papá— Tu ausencia hace peso y ya nos sentimos abandonados. 

—Jamás abandonaría  la central donde pase mis mejores años.

Peñalver saluda a mi madre y hermanas mientras Luisa llega con Simon a despedirse, mi amiga no me saluda ni determina, solo se va a abrazar a mi papá. 

—Buenos días teniente —me saluda la inconfundible voz de mi novio.

Está con su uniforme de pila peinado y sonriente.

—Capitán, gusto en saludarlo.

—A mi igual, espero que haya tenido la gentileza de extrañarme este fin de semana.

—Por supuesto señor.

Si no estuviera en punto crítico rodeada de personas importantes le daría un beso, eso me ayudaría a llamar a la vieja yo. La novia dulzarrona a la que le encantaba consentirlo todo el tiempo. 

—¡Capitán Lewis! —lo llama el general Peñalver— Venga, por favor.  

Rueda los ojos acatando la orden y a pocos metros los soldados se apartan dandole paso al coronel que viene con cara de asesino. 

Se me erizan los pelos de la nuca. Estoy en la cuerda floja, he tratado de no pensar en el castigo que me impondrá por haberle gritado a la cara. Al igual lo aceptaré con orgullo, no me arrepiento de haberle despotricado las verdades. 

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora