Capítulo 55: Ultimatum

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Hay veces en mis largas noches de insomnio, en que lo observo dormir y me pregunto qué es lo que vio en mí. Sí, soy una persona insegura, siempre lo he sido y por lo visto lo seguiré siendo por eso no entiendo, soy muy complicada, cualquiera se aburriría de estar conmigo y me sorprende que Diego siga aquí después de cómo lo traté en un principio. Cualquier hombre en su lugar, me hubiese mandado a la mierda hace bastante tiempo pero él no y no entiendo por qué después de saber todo eso, sigo estando insegura y esperando cada día que no me deje de querer.

Tal vez sea por lo que pasé cuando me dejó la primera vez o simplemente soy estúpida, pero no puedo evitar sentir miedo de que eso vuelva a pasar. No dudo de que me ame, pero a golpes he aprendido que no hay nada que dure para siempre; todo en esta vida, en algún momento llega a su final y estoy aterrada ante eso.

***

Pasamos la tarde viendo una película animada, los tres como si fuéramos una verdadera familia. Cassia se quedó dormida hace unos momentos en el pecho de Diego y este último también comienza a dormirse.

Aprovecho este momento para levantarme y hacerle una visita a mi padre que por la hora debe seguir en la oficina. Si Diego está despierto, hará todo lo posible para que no vaya y yo necesito hacerlo, necesito ver si el orgullo de mi padre es más grande que su amor por mí; cuando tenga esa respuesta todo debería quedarme más claro.

Conduzco y me demoro casi el doble en llegar, los turistas parecen haberse multiplicado y ya que es una de las ciudades más visitadas en verano, las calles están colapsadas. Gente que se detiene en medio de la calle para tomar fotos y a las que me gustaría gritarles algo debido a lo molesta que estoy pero ellos no tienen la culpa, están de vacaciones y las disfrutan.

Gretta me saluda con una sonrisa triste apenas llega y me pregunta si sé algo sobre el despido de Diego, como anoche habíamos quedado en no ocultarlo más le conté que estamos iniciando algo pero que vamos más o menos despacio —aunque prácticamente esté viviendo con él pero ese no es un detalle que quiera contar— y que a mi padre no le parece por lo que lo despidió. Sé que la noticia la deja sorprendida, por más que nos haya encontrado casi a los besos en mi oficina, creo que nunca pensó que llegaríamos a tener nada serio.

—Necesito hablar con mi papá —digo luego de toda la explicación inicial y ella luce nerviosa.

—El señor está en una reunión y pidió explícitamente que nadie lo moleste. ¿Por qué no vuelve más tarde, mi niña?

—No, soy su hija y estoy molesta, pasaré de todos modos y si no me quiere recibir tendrá que decírmelo a la cara.

Me va a decir algo más pero solo con una mirada le pido que no intervenga, me alejo del mesón y me dirijo al piso en el que está la oficina de papá. No sé por qué pero me siento muy nerviosa y todavía no sé bien lo que voy a decir o cómo lo diré, lo que es pésimo porque lo más probables es que ambos nos digamos cosas sin pensarlas bien y nos dañaremos mucho.

Ni siquiera me molesto en tocar la puerta porque no estoy para formalidades, así que entro y lo encuentro con una mujer bastante más joven que él a una distancia bastante personal pero que no llega a ser comprometedora. Ambos me miran extrañados, sobre todo la rubia que no debe saber quién soy.

—¿No te han enseñado a toca la puerta, Elizabeth? —pregunta papá molesto.

—Dímelo tú, eres mi padre, ¿no?

—Estoy en medio de una reunión, no puedes entrar así.

—Ya veo, pero no me iré de aquí hasta hablar contigo y si no quieres que haga un escándalo aquí mismo le dirás a tu amiga o quien quiera que sea ella que vuelva otro día o más tarde.

Sí, sueno como una niña malcriada a la que tienen que complacer en todo y no me importa, quiero desahogarme luego y luego bailar con mis dos amores.

—Lo siento mucho, Judith —papá está colorado, una mezcla entre vergüenza y enojo—. Pasa por el mesón y pídele a Gretta que te explique todo, nos vemos mañana y bienvenida a Grayson's Company.

Me siento frente a su escritorio mientras él acompaña a la rubia a la puerta y espero pacientemente a que él vuelva a su lugar. Me sorprende, tomándome con fuerza de un brazo y levantándome.

—¡Esta es la primera y última vez que me hablas así en frente de mis trabajadores! —grita pero no me asusto, nunca me había hablado así pero eso ya ni siquiera me importa—. ¿Entendido?

—¿Cómo pudiste hacerle elegir a Diego entre su trabajo o yo? ¿Valgo tan poco para ti que creíste que no me elegiría?

—En esta empresa se necesitan personas honestas y además que estén comprometidas con su trabajo. Con eso solo pude darme cuenta de que sus prioridades son otras y no me sirven esas personas.

—¿Me estás diciendo que alguien que tiene como una de sus prioridades a tu hija no vale la pena? —escuchar eso fue un golpe bajo y mi vista se está nublando—. ¿No merezco alguien que me ame después de todo lo que he pasado, papá?

—No seas ridícula, Elizabeth, por favor. Todos nos dimos cuenta de que Diego es un gran mentiroso, ¿qué te hace creer que tú eres especial para él?

—Yo confío en él, me quiere a mí y a mi hija y se preocupa de nosotras incluso más que tú. No hay necesidad de que seas cruel.

—No le devolveré el trabajo si es a lo que vienes, ya contraté a Judith y no hay vuelta atrás.

—¿Sabes que esa mujer no hará ni la mitad de bien el trabajo de lo que lo hacía él, verdad?

—Estás siendo prejuiciosa.

—¿Y tú no? Si no le vas a devolver el trabajo, por lo menos escríbele una carta de recomendación para que pueda encontrar otro trabajo. Después de todo lo que ha hecho por la empresa se lo merece y sabes que será mucho más fácil que lo contraten si tiene una carta tuya.

—No voy a recomendar a un mentiroso.

—Claro, porque tú eres el más honesto igual que todos los que trabajan aquí —ironizo porque sé muy bien que se han cometido algunas irregularidades, aunque me lo niegue.

—No sé de qué me estás hablando.

—Escríbele la carta a Diego o me iré de la casa y no me verás nunca más, papá —me cruzo de brazos para mostrarme fría pero siento que me tiembla la voz—. Te prometo que lo haré, no volveré a entrar esa casa. Tú decides si es más grande tu orgullo o tu amor de padre, si prefieres perder a tu hija por una estupidez.

—Puedes salir por donde llegaste, conoces la salida.

Apunta hacia la puerta y mientras camino se me forma un nudo en la garganta. Es la tercera vez que me rompen el corazón pero me atrevería a decir que esta es la más dolorosa, porque lo hizo un hombre que creí que jamás me haría daño y que daría la vida por mí, un hombre que me protegería ante todo por el hecho de que fuera mi padre pero una vez más, me equivoqué.  

Siento la demora, estaba de vacaciones fuera del país como estuve avisando en el grupo de facebook, pero aquí tienen un capítulo más larguito y bastante intenso. Espero les haya gustado y me tengan paciencia ya que estoy por entrar a clases y mis tiempos serán muy límitados.

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Besos.

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora