Capítulo 15: Cita parte 2

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Nayeon abrió la puerta del departamento y se sorprendió al encontrar la casa silenciosa. ¿Qué había pasado? ¿Por qué no había nadie? Eso era muy extraño.
– ¡Nayeon unnie! – la llamó Dahyun.
– ¿Y las demás? – preguntó la mayor.
– Aquí – dijo Jihyo saliendo a la entrada junto a las demás.
– Qué te lo pases bien – le deseó Momo y la guiñó un ojo.
Nayeon no entendía a que se refería ni porque todas llevaban abrigo y bolso como si fueran a salir.
– Nosotras ya nos vamos – la informó Sana.
– Esperad – dijo la coreana agarrando el brazo de Momo.
Momo se soltó de su agarre y con una sonrisa atravesó la puerta junto a las demás dejando a la mayor de todas sola en la casa.
Nayeon no entendía que estaba sucediendo. ¿Por qué la habían abandonado allí? ¿Se habían enfadado con ella? ¿Por qué?
– Hola – susurró una voz tímida.
Nayeon la reconoció enseguida. Su corazón se aceleró cuando vio a Mina acercarse lentamente a ella. Estaba nerviosa, eso hasta un ciego lo podía ver, pero no era la única. Nayeon también estaba nerviosa, como pocas veces en su vida. La japonesa se había arreglado y puesto su vestido favorito, el que más le gustaba la mayor, sólo para ella. Casi llegó a olvidar lo enfadada que estaba con ella.
– ¿Qué es esto? – logró preguntar Nayeon.
– Algo para conseguir que me perdones – respondió Mina cabizbaja.
La mayor no sabía cómo reaccionar. Eso parecía una cita ¿Podría ser así y gustarle a Mina? Prefirió no hacerse ilusiones y pasar aquella bonita tarde-noche junto a la chica que estaba justo en frente.
– Vamos al salón – la indicó la japonesa.
Aquel silencio se había tornado incómodo para la menor de las dos. Sentir los ojos oscuros y penetrantes de Nayeon sobre ella y su tonta sonrisa -que ni siquiera la propia Nayeon era consciente que tenía- la ponían terriblemente nerviosa.
En el salón había una pequeña mesa de camping con dos sillas. La sala estaba casi completamente a oscuras, su única iluminación era dos pequeñas velas eléctricas que sólo te permitían ver lo que había sobre la mesa y a la persona que estaba sentada frente a ti.
Nayeon se acercó a una de las sillas, antes de que se sentase, Mina apareció justo delante de ella y movió la silla para que la mayor se sentase, haciendo que se sonrojase levemente.
– Voy a por la comida – informó Mina.
– ¿No hay carta? – bromeó Nayeon.
Aquel ambiente era demasiado tenso para su gusto.
– No – respondió Mina en tono neutro.
Ella era mucho más seria que su unnie.
– ¿Y si no me gusta lo que me vas a traer?
Mina se quedó en blanco. Que fuese el plato favorito de Nayeon no garantizaba que la fuera a gustar, pues lo había cocinado ella con ayuda de Jihyo y Dahyun.
Nayeon soltó una pequeña risa divertida al ver la cara de preocupación de la japonesa. De verdad quería que la perdonase.
Mina abandonó la sala sin añadir nada más.
La mayor seguía enfadada, pero poco a poco su enfado había disminuido. A ello habían contribuido las palabras conciliadoras de Jihyo y Jeongyeon, su amor por la menor, y sobre todo, verla destrozada y arrepentida.
De repente Nayeon oyó un ruido que provenía del pasillo. Se levantó asustada y fue a ver qué sucedía. Por desgracia las luces estaban apagadas así que no veía nada. Palpó la pared en busca del interruptor hasta que lo encontró.
– ¡Mina! – gritó asustada.
La japonesa se encontraba en el suelo llorando intentando recoger toda la comida que había derramada a su alrededor. Se lamentaba por haber sido tan torpe tanto esfuerzo tirado a la basura, pensó.
– ¿Y ahora qué hago? – se lamentaba.
Nayeon se acercó a ella y acarició su espalda antes de comenzar a ayudarla a recoger el desastre.
– Deberías haber encendido la luz – dijo con un pequeño tono de burla.
No podía evitarlo, Mina había sido muy torpe.
– Es que...
Mina no pudo terminar la frase debido a que comenzó a hipar.
Nayeon la observó con una gran sonrisa en el rostro, se veía terriblemente adorable. Mina era de las pocas personas en el mundo que no necesitaba aegyo para parecer tierna.
Después de que recogieran todo, lo tiraron a la basura. Ninguna de las dos recordaba cuál había sido la última vez que alguien había pasado la aspiradora por el pasillo y preferían no arriesgarse.
– ¿Pedimos una pizza? – sugirió la mayor.
Mina asintió de acuerdo con ella.
– Pero llamas y pagas tú – añadió Nayeon.
La japonesa volvió a asentir ante la propuesta de Nayeon, parecía que ese día no le iba a negar nada.
...
Mina marcó el número de una pizzería cercana y pidió una familiar. Por desgracia el chico que la estaba atendiendo no era capaz de comprender los ingredientes que quería en la pizza y se lo tenía que repetir varias veces, esto irritaba a la japonesa ya que siempre la habían dicho que hablaba perfectamente el coreano.
Mientras que Mina estaba distraída peleándose con el de la pizzería, Nayeon aprovechó y comenzó a rebuscar por detrás de los sofás.
– ¡Lo sabía! – gritó encontrando una pequeña bolsa azul.
Sonrió con satisfacción y extrajo una pequeña caja del interior de bolsa.
Hace unos días vio llegar a Sana y a Momo con esa misma bolsa, ambas dijeron que era una joya para Sana, pero tras la torpe caída de Mina sospechó que en realidad era un regalo para ella, y había acertado.
Miró a Mina alzando la caja. La japonesa casi se cayó del sofá al verla. Nada había salido como había planeado, todo había sido un desastre.
Consiguió ordenar la pizza aunque no con todo lo que le gustaba y comenzó a llorar. Se sentía muy frustrada, llevaba planeando esa cena durante semanas, quería que saliera a la perfección, pero estaba siendo todo lo contrario.
Nayeon se acercó preocupada a la japonesa y la rodeó entre sus brazos. Mina se sorprendió y pegó un pequeño bote cuando sintió los cálidos brazos de Nayeon a su alrededor.
– Lo siento – se disculpó Mina – yo sólo quiero que me perdones. Había hecho todo esto para que me perdones, para que veas que no soy tan mala persona como fui el día en el que revelé tu secreto y para demostrarte que me importas, y mucho.
– Te quiero – susurró Nayeon sin pensar

Deeply In Love ||Minayeon Y Jitzu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora