Capítulo 20

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— ¿Tienes la certeza? – preguntó Nike.

— Claro que tengo, mi padre me dice cuando me visitó ayer.

Nike siguió con su magia, y yo permití relajarme un poco. Mi cuerpo estaba casi como nuevo.

— Él era un dios cobarde, no reconoció su propia hija y ¡ahora suicidarse antes de la batalla!

— Estoy tan sorprendida como tú.

De nuevo sola, di mi completa atención a mi hijo, pues cuando la noche cayese, yo partiría para la batalla.

Observé mi hijo. Era un yōkai como su padre, pero tal como mi hermano dice, tiene mis poderes. Un controlador del viento.

Como si supiese que lo estaba mirando, abrió sus ojos, y me mostró sus hermosos ojos azules.

— Hola pequeño Takeshi, ¿tienes hambre? – susurré.

Siénteme en una silla cerca, para poder alimentarlo. Fue así que Sesshomaru me encontró.

— Ya están todos preparados, esperan tus órdenes. – informó en voz baja.

Ya a mi lado, acarició su hijo.

— ¿Quién se quedará con él?

— Sango, Rin y algunas elegidas, como a Ayame.

Sesshomaru solo asintió como si aprobase.

El cuarto estaba silencioso, lo único sonido era mi hijo alimentándose. Aproveché eso, y me acerqué más al yōkai, hasta mi cabeza reposar en su hombro. Necesitaba sentirlo.

Nuestro momento fue interrumpido, con alguien batiendo a la puerta. Era Yuki.

— Kagome, viene hablarte sobre algo. – empezó, y yo asentí dando a entender que él podía seguir —. ¿Ya sabes cómo traerás mi hermana a la razón?

— Todo dependerá de cómo ella está.

— Lo sé. – dice el maldito con la voz apagada, se curvó antes de continuar a hablar —. Te pido perdón por todos los problemas que te causé y que te estoy causando. Te estaré, independientemente del resultado, eternamente agradecido.

Coloqué mi mano en su hombro.

— Me gusta ayudar los otros. – sonríe —. Haré de todo para que ella vuelva al normal.

— Nosotros haremos de todo. – corrigió Sesshomaru.

(...)

Dejé a Takeshi en su cama, muy suavemente. Besé su frente, y dejé la carta cerca de él, donde Sesshomaru la encontraría fácilmente.

— Mamá hará de todo para regresar y te dar más besos, contarte muchas historias... - prometí en un susurro.

Salí de mi habitación, dejando el pájaro azul con mi hijo, ya que si él empezar a llorar el pájaro canta una melodía que lo sosiega en un instante.

— Cuiden de él. – pedí a las elegidas que estaban a mi frente.

— Tenga cuidado princesa, y por favor regrese a casa. – dice Sango haciendo una reverencia.

(...)

— Prepárense, nuestras vidas y de los que aún no nacieran están en juego. – dice Ken seriamente.

— El equilibrio debe de ser repuesto. – expliqué yo.

Elegidos, yōkais y algunos humanos, todos armados nos escuchaban y estaban preparados para la batalla. Marchamos hasta el lugar de la profecía.

¿Puedes amar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora