—Menos mal me lo dices, estuve a punto de pedirselo. Tendré que dejarle la tarea al capitán Parker.

Suena la trompeta y un grupo de cuarenta jóvenes entra a la cancha.

—Te veo caminando bien —cuchichea Luisa a mi lado— Pensé que te dolerían las piernas después de partir la cama follando con Bratt.

Trato de ignorarla enfocandome en los aspirantes. 

—¡Oh por Dios ¿No han follado?!—se tapa la cara con la tabla— ¡Joder, que aburridos son!

—Es algo que no le importa señora Banner.

—Por supuesto que me importa, durmieron juntos anoche Simón te vio entrar a su habitación a media noche, dime ¿Tiene problemas de erección o algo así?

—¡No! — la corto— Me sentía mal y él es muy comprensivo con eso.

—¿Y esta mañana?

Cuando me desperté ya estaba listo y perfumado para sus labores. Me dio un beso en la frente y se despidió por que se le estaba haciendo tarde.

—Tenía una reunión con sus soldados —digo sin más explicaciones.

—¡Siento pena por ti! —se burla— Llevan meses sin coger y no se comen uno al otro cuando se ven ¿Te puedes imaginar si tu novio fuera el coronel? Tu vejiga estaría adolorida por el sexo con su gran verga.

—Vejigas adoloridas —se une Laila por detrás— Me encanta ese tipo de sexo, ese que no te deja mover al día siguiente.

—Que masoquistas son— añade Alexandra al lado de Luisa— No me gusta amanecer con dolores vaginales, pero si con las muñecas doloridas después de que me aten a la cama.

—¡Silencio! —las mandó a callar— Nadie tiene porque saber cómo les gusta que se las tiren.

—Pero qué santa —se burla Luisa y todas terminamos siguiéndole la corriente.

—¿Podríamos empezar ya? —se queja Harry al lado de Angela.

Tomamos asiento y dejamos que cada uno se presente con nombre, apellido, ciudad de origen, edad y fortalezas. 

Son alineados y se les explica la prueba la cual deben pasar de forma individual.

El primero es un chico de dieciséis años de Tanzania, es delgado, le hace falta masa muscular, pero es veloz, pasa la prueba en un abrir y cerrar de ojos.

—Johari me parece un buen prospecto — comento, pero nadie me está poniendo atención, los chicos están admirando Angela y las chicas están mirando a la misma dirección.

Entiendo el porque y se me detiene el corazón cuando veo a Christopher con pantalones camuflados y una camisilla que le deja los brazos libres. Trae el cabello húmedo y unos lentes ray ban wayfarer.

El estomago se me contrae y mi pecho parece un tambor con la descarga de adrenalina que libera mi cerebro. 

—¿Cuántos prospectos tenemos hasta ahora? —pregunta tajante. 

Todos se levantan a dedicarle un saludo militar, todos excepto yo que me quedo hundida en la silla con la tablilla sobre las piernas.

—¿El sol te dejó inválida?—se me planta al frente.

Me levanto de golpe dando el debido saludo mientras mi mente se va a mi última noche con él, a sus hirientes palabras y actitud de mierda.

 Tomo aire. 

—Buenos días mi coronel. La prueba apenas empieza y aún no hemos elegido personal.

No contesta sigue donde Ángela quien da un paso adelante.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora