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Unos ruidos me despiertan haciendo que achine los ojos para que la luz que entre por la ventana no me deje ciega. Me hago un moño en lo alto de la cabeza y bajo en pijama a la cocina dispuesta a desayunar.

Pero en vez de poder siquiera pasar a la cocina, me encuentro con gente borracha por todos lados y botellas de cerveza y vasos de plástico tirados por el suelo. Toda la casa está hecha un desastre y todo está tirado por el suelo.

En un sillón veo a mi hermano con la boca abierta y roncando como un cerdo. Voy a despertarlo de su quinto sueño, pero se me ocurre una venganza mejor por la fiesta de ayer.


En la mesa de la cocina mientras desayuno me dedico remover sin mucho entusiasmo la leche para que el ColaCao se disuelva, pero de repente se escucha un grito de Sam por toda la casa. Me rio disimuladamente y me intento esconder para que no me pueda ver.

—SYDNEY, ¡¿QUE LE A PASADO A MI COCHE?! —grita histérico corriendo hasta donde me encuentro. No puedo enviar que se me escape una sonrisa al recordar lo que hice.

—¡Yo no le he hecho nada, te lo juro! —Alzo las manos en alto e intento reprimir una carcajada, pero al mirar por la ventana y ver el coche de mi querido hermano, empiezo a reírme a más no poder.

Antes de que se despertara le he pintado el coche de rosa chillón con los sprays que tenía de carnaval del año pasado. Mi regalo ha sido ponerle los cristales con permanente: soy un borracho.

Toda la gente que pasa por la calle se ríe y se para a hacerle fotos a mi obra de arte. En cambio, Sam solo se dedica a mandarme una mirada amenazante.

—Sydney o lo dejas como estaba o te quito todo lo que quieres. Empezando por... —Levanta con la mano derecha mi bote de chocolate con una sonrisa perversa.

—Vale, me da igual —digo fingiendo indiferencia y mirándome las uñas como lo haría Maggie en este momento.

La verdad es que no me da igual, pero siempre tengo un baúl escondido en mi habitación con toneladas de chocolate y golosinas que utilizo en casos de emergencia como este. Nadie sabe esto a excepción de Emma. Cuando alguna de las dos se pone melancólica o triste lo arreglamos con ese baúl lleno del tesoro más preciado que hay en toda mi habitación.

Sam gruñe y se va a su habitación maldiciendo en voz baja. Le hago una foto al coche y se la envió a Emma para que vea mi obra de arte.

Al instante recibo su respuesta.

Emma: ¡¿Pero que le has hecho al pobre coche?!

Yo: Está es mi pequeña venganza para mi hermano por montar ayer una fiesta sin mi permiso.

Emma: Madre mía Syd, ¿que haré contigo? Estoy segura de que Sam se habrá cabreado muchísimo.

Yo: Sí, se ha cabreado muchísimo, ¡hasta me ha amenazado con quitarme la Nutella si no le dejaba el coche como estaba! Nadie se mete con mi bebé.

Emma: ¿Y tú que has dicho?

Yo: Le he dicho que sí. Puedo recurrir al baúl secreto.

Emma: Claro que sí. Te tengo que dejar, adiós ;)

Yo: Adiós.

Después de hablar con Emma, me dedico a hechas a todos los borrachos que quedan fuera de mi casa y a limpiar un poco el desastre que mi hermano ha dejado. Me encuentro desde pañuelos y vasos de plástico hasta condones usados debajo del sofá.

Blue Eyes (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora