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Sin detenerse ante nada, James entró a la habitación de Dianne, y tomó la mochila de su computadora y cuadernos. Metió su laptop, junto con el pasaporte, papeles importantes y un par de playeras de su maleta.

—¿Qué estás haciendo? —saltó Cooper, regresando la mirada.

—¡Hagan lo mismo!

—¿De qué? —soltó Dianne.

—¡Empaquen lo que puedan, tenemos que viajar ligero!

—¿Viajar ligero a dónde?

—¡Nos van a atrapar! —James se detuvo en seco y miró a sus amigos—. Todo lo que nos ha estado pasando en estos días... los recuerdos, los tres minutos que desaparecimos, lo que vimos dentro de esa... luz... extraña, todo eso nos ha marcado como objetivos.

—¿Objetivos de qué? —exclamó Dianne.

—¡Objetivos de ellos! —gritó James—. ¡Nos quieren por lo que vimos! ¡Ese triángulo, esa pirámide... ellos la quieren! O algo así... por eso nos persiguen.

Nadie respondió. En cambio, cerraron el ventanal que daba hacía el balcón y comenzaron a hacer lo mismo que James. Necesitaban poco equipaje si no querían llamar la atención. En pocos minutos, cada uno tuvo lista una mochila en la espalda.

—Genio —murmuró Cooper—, gasté no sé cuántos dólares en esa maleta.

—Comparándola con nuestras vidas, supongo que es mejor dejarla —respondió James.

—¿Cómo vamos a salir? —inquirió Dianne—, no sé si prestaste atención, pero tienen la calle bloqueada.

—Mi jefa me enseñó un par de trucos para poder salir de lugares muy concurridos en caso de emergencia —James aún seguía arreglando su mochila. Luego tomó el teléfono del escritorio y se lo pasó a Dianne—; pide servicio al cuarto. Que no traigan comida, sino una botella de tequila, o algo.

—¿Quieres beber en un momento así?

—Confía en mí.

Ella accedió al momento. Tomó el teléfono con las manos y marcó a la recepción. Al instante, respondió el recepcionista.

—¿En qué puedo ayudarla?

—¿Podría traerme una botella de tequila al cuarto, por favor? —murmuró Dianne, intentando no hacer temblar su voz—, sí, a mi cuenta por favor.

Dicho eso, colgó.

—¿Bien? —soltó Cooper.

—Mandarán a alguien.

—Perfecto —dijo James—, salgamos al pasillo. No saben a quiénes están buscando, tardarán un poco en llegar hasta aquí.

—¿La Jefa te enseñó esto?

—Afirmativo, Coop.

—¿Montse?

—Sí.

—¡Vaya!

Dianne cerró con cuidado la puerta a sus espaldas, y los cuatro esperaron en el pasillo. Al cabo de un par de minutos, un botones apareció saliendo de las escaleras, con una botella de tequila en la mano, dentro de un recipiente con hielos. En cuanto llegó, se quedó pasmado al encontrarlos en el pasillo.

—¿Señorita... Dianne? —preguntó, apenado.

—Así es.

—Aquí tiene su...

—Gracias, gracias —James tomó el recipiente con prisa, luego le tendió su tarjeta de crédito—. Cobra de ahí, no se lo sumen a la cuenta de ella. Es un regalo.

PasajerosWhere stories live. Discover now