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Ir a la Isla. Esas simples cuatro palabras bastaron para que James no pudiera descansar durante el vuelo desde Londres hasta Fort Lauderdale. Aunque las camas del hotel eran bastante buenas, pasó la mayor parte de la noche al lado de Max para revisar plano por plano el aeropuerto, la hora de abordaje, las salas de espera, e incluso los baños. Pero, muy dentro de la mente de James, sus pensamientos no estaban enfocados en el plan que llevarían a cabo el día siguiente, o las alternativas que necesitaban bajo la manga por si algo salía mal. No. Su mente estaba en otro lado. Un una Isla que quizás no existía, en el centro del Triángulo que tantos problemas les había causado desde casi un mes atrás. ¿Por qué necesitaban ir a la Isla? ¿Y si detenían a Ben al día siguiente? ¿Seguía siendo algo que debían llevar a cabo? ¿Acaso la Pirámide no sólo los seleccionó para detener al Pasajero fantasma? Era algo tonto, nefasto, sin sentido, el pensar en detener a Ben y aún así acudir a un lugar que no debería existir.

—¿Estás bien, viejo? —le preguntó Cooper, momentos antes de entrar al aeropuerto.

James asintió lentamente. Bien sabía que no lo estaba.

Por enésima vez en toda aquella aventura, el grupo de Pasajeros se separó. En esta ocasión, James llevó consigo a Luna y a Owen. Le costaba mucho ver a la chica, aún cuando ya había pasado una semana desde que Jim los había salvado. Tener a su hermana ahí, sin que fuera su hermana, era algo muy complicado que lo ayudó a mantener su mente en el instante, y no en una Isla que lo estaba llamando sin explicación aparente. Miranda y Scott decidieron tomar dos asientos en la parte de atrás del avión, mientras que Allori, Cooper y Max tuvieron asientos más económicos.

—Saldrá bien —Owen se sentó en el asiento del pasillo—. Esperemos que pasen una buena película.

—Eso es lo de menos —James subió su mochila al maletero y le cedió la ventanilla a Luna, quién sólo asintió con la cabeza y agachó la mirada.

El despegue fue tranquilo. James ya se estaba acostumbrando a volar cada pocos días. El proceso del check in, documentación, maletas, esperar viendo revistas, pasar el boleto y un pasaporte falso, esperar a que el avión despegara y las mismas acciones al aterrizar parecían ser una rutina divertida.

—¿En qué tanto piensas, James? —habían pasado tres horas del vuelo y Owen estaba con los ojos cerrados en su asiento, con unos audífonos encima, intentando dormir; aunque ya había anochecido y la mayoría de los pasajeros de aquél avión se habían dormido, James se movía de un lado a otro, tomando revistas, colocando audífonos en la pantalla que tenía en frente, sacando el celular para ver la hora—. ¿Qué es lo que te tiene tan agobiado?

—Son muchas cosas —musitó James, sin darle tanta importancia—, pero nada que no me deje dormir.

—Llevas una hora sin dejar de moverte —Owen se quitó los audífonos y se enderezó en su asiento—. ¿Quieres hablar de algo?

¿Acaso Owen se estaba ofreciendo para escuchar todo lo que estaba dando vueltas en su cabeza? ¿Enserio quería escuchar el caos que tenía en su mente?

—Se trata de Luna —murmuró.

Ella estaba dormida, y tenía los audífonos puestos con el volumen alto. Estaba escuchando a... ¿Metallica? ¿O era Justin Bieber?

—Es mi hermana —susurró James para que Owen pudiera entenderle—. Sólo que no es mi hermana. Mi verdadera hermana falleció cuando tenía cuatro años. Ella —señaló a Luna con la mirada— es hermana de Jim, el James Adams de esta dimensión que murió hace unos días, por culpa de Blackwood.

—Fascinante —dijo Owen, rascándose la barbilla.

—No puedo mirarla, ni dirigirle la palabra, sin pensar que es y no es mi hermana.

PasajerosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora