27.

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Stiles

Llevábamos cerca de quince minutos nadando, mis brazos empezaban a pesarme, gire la cabeza observando a mis amigos, se veían tan pequeños desde donde nos encontrábamos.
Lydia llego a mi lado y se detuvo.

La isleta, la cuál era nuestra meta se encontraba aún un poco lejos, se puede que decir que ya estábamos a mitad del camino.

-Stiles, tengo miedo–susurró Lydia, quitándose el agua de la cara

La observe y conteste.

-Yo también lo tengo, pero nos necesitan–le conteste, dandole una sonrisa para volver a nadar

Lydia me alcanzó rápidamente, nadando de espaldas.
La isla se acercaba de apoco, mientras nuestros amigos quedaban cada vez más lejos.

Fueron cuestión de minutos cuando llegamos a la isleta. Nos arrastramos en la arenilla y nos acostamos uno a lado de otro.

Observamos el cielo sin decir nada, tal vez era la última vez que lo veríamos. El sol se ocultaba levemente detrás de unas nubes y los pájaros pasaban arriba de nosotros despreocupadamente.

-Quiero ver el cielo una última vez si no logró salir–susurró mi pelirroja amiga

La voltee a ver triste, levantándome.

-Oye, no digas eso–dije, jalándola del brazo, obligándola a que se levantara—Nadie va a morir y saldremos ambos con las piedras

Ella me observo no muy convencida y se volvió a tirar en el suelo, tratando de evitar lo que a ambos nos asustaba a sobre manera.

Entrar al agua.

**

Habían pasado diez minutos aproximadamente desde que habíamos hablado.

Era hora.

-¿Lista?–le pregunte, sacudiendo arena de mi cabello

Ella se levanto y me miró nerviosa, asintiendo.

-¿Estaremos bien, cierto?–dijo respirando apresuradamente

Estaba empezando a tener un ataque de pánico. Lydia empezó a caminar de un lado a otro, asustada, la agarre por las muñecas y detuve su paso.

-Escúchame, Lydia–hablé, tratando de hacer que su mirada se centrara en la mía—¡Escúchame!—hable más fuerte, llamando su atención—Entraremos, bucearemos y saldremos con unas bonitas conchas de playa, estaremos bien—dije con sarcasmo, tratando de alivianar el ambiente

Ella asintió rápidamente.
Saque las algas que se encontraban en el tubo de la lámpara y le di su pedazo a Lydia, quien vio con extrañeza la pequeña planta.

Lydia me observo y la mire de vuelta, asintiendo con la cabeza.

-A la cuenta de tres—hice una pausa—Una...—la miré a los ojos—dos...—podía ver terror en su mirada—...tres—dije, introduciendo la planta dentro de mi boca, el sabor era pastoso y un poco amargo

Fruncí el ceño, observando a Lydia, la cual hizo un amago de querer vomitar, para momentos después pasárselo rápidamente.

Too late •|STEREK|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora