Estaba leyendo mi libro de economía para hacer la tarea cuando escuché la puerta de mi habitación ser tocada y Kay apareció detrás de la madera después, ofreciendo que la cena de esta noche fuera pizza. Acepté sin pensarlo mucho y la seguí a su auto, pero estaba comenzando a pensar que no fue buena idea, quebrándome la cabeza con todas las preguntas que le hice y de las cuales a ninguna le dio una respuesta satisfactoria.

Saludé a Kay de parte de Derek como él me pidió y ella se limitó a decir que luego iba a visitarlo, contándome que sabía dónde estaba escondiéndose y que también sabía del paradero de Isaac. Pensé que le contaría a papá, pero solo me pidió que me anduviera con cuidado —sea lo que sea que eso signifique— y luego fingió que nunca hablamos de Derek.

El sonido de mi celular me distrajo de mis pensamientos y me arrastró por los pies al mundo real nuevamente. Lo tomé y vi quien llamaba, respondiendo cuando vi que era Lydia.

—Hola —saludé casualmente.

Hola. Ey, ¿puedo ir a cenar a tu casa? Mi mamá se irá a una reunión con sus amigas y no me siento bien quedándome sola en mi casa —dijo apresuradamente, nerviosa.

—Está bien por mí. ¿Quieres que pasemos por ti? Estamos comprando pizzas para la cenar —le conté, viendo que en el interior del establecimiento, Kay ya estaba tomando las cajas de pizza. Según entendí que me dijo antes, llamó antes para hacer el pedido y lo único que teníamos que hacer era venir a recogerla.

¿Pizza? Pensé que a tu padre le gustaban más las hamburguesa —comentó un tanto confundida.

—Él definitivamente prefiere las hamburguesas a la pizza, pero Kay ama la pizza y ella es la que paga —expliqué, viéndola salir y caminar al auto.

¿Kay está en la ciudad? —preguntó sorprendida y entusiasmada. Confirmé con un ruidito y me incliné hacia un lado para abrir la puerta del conductor, dejándola subir.

—Estaremos allí en quince minutos —le avisé, colocándome el celular entre el cuello y el hombro para poder tomar las cajas y ponerlas sobre mi regazo.

Las esperaré.

Corté la llamada y guardé mi celular mientras Kay encendía el motor y nos sacaba del estacionamiento de la pizzería, sacándonos a la avenida.

— ¿Lydia y su madre siguen viviendo en el mismo lugar? —me preguntó.

— ¿Escuchaste nuestra conversación? —pregunté sorprendida, riéndome, pensando en que eso de oír llamadas ajenas como hacía Stiles parecía venir de familia.

—Solo un poco.

Mantuve una sonrisa en el rostro durante un rato. Lydia estaba esperándonos afuera en el jardín cuando aparecimos frente a su casa, acercándose sonriente al auto y subió en la parte de atrás.

— ¡Volviste! —exclamó con alegría, inclinándose hacia el frente para abrazar a mi tía.

Kay rió ante su felicidad, abrazándola con la misma fuerza.

—Dime, Lydia, ¿estás lista para una noche de pizza? —le preguntó luego de alejarse de ella, acomodándose detrás del volante.

—Estoy totalmente lista —respondió Lydia con seguridad, acomodándose también en su asiento.

Sonreí, feliz de verla tan contenta, y abrí la primera caja de pizza cuando el auto echó a andar. Lydia tomó con gusto la rebanada que le pasé, mordiendo la masa y masticando después de emitir un sonido de satisfacción total. Tomé una rebanada para mí y miré a Kay mientras le daba un mordisco, pensando en que aunque tal vez no confiaba en ella con plenitud, siempre era divertido pasar tiempo con ella.

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