🌑 Capítulo 12 (parte I)🌑

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Iba por la tercera vuelta cuando vi un conocido rostro acercarse, pasé por su lado, ignorando su presencia.  No quería tener más problemas, especialmente si tenían algo que ver con  Cedric Limerick.

Pensé que había dejado mi mensaje muy en claro, pero al parecer él no quiso darse por aludido y comenzó a trotar a mi lado.  Traía su típica irritante sonrisa pegada al rostro, y me miraba con aires de suficiencia.

Di media vuelta, intentando deshacerme de él sin caer en la confrontación, pero ya sabía de antemano que sería inútil.  Él mismo me lo demostró girando conmigo y continuando el trote a mi lado.

—¿No piensas decirme nada? —preguntó.

—Estoy guardando mi aliento —respondí.

Cedric dio un paso hacia adelante cortado el camino, no me quedó de otra más que cruzarme de brazos y plantarme frente a él, intentando parecer lo más segura posible.

—Lamento lo del otro día —dijo—. Estaba pensando que podíamos comenzar de nuevo, después de todo pertenecemos al mismo clan y no te conviene tener problemas conmigo.

—Lo siento, paso.

Intenté abrirme camino, pasando junto a él, pero antes de poder evadirlo, Cedric apretó mi brazo, obligándome a permanecer en el lugar.
Su agarre dolía, recordé el día en que me atacó en su cuarto y agradecí que sus brazos fuesen humanas y no la de un lobo, pues seguramente me habría arrancado mi extremidad.

—Suéltame —exigí.

La característica sensación fría que me provocaba su presencia fue en aumento, mis propio cuerpo comenzó a temblar, era como si me congelara desde mis entrañas.

Miré sus ojos, eran castaños y profundos, me hundí en ellos, olvidando todo lo que había a mi alrededor, incluso ignoré el dolor en mi brazo.

—Entrégame tu colgante y volvemos  a ser tan amigos como antes —dijo Cedric, sacándome de mi ensoñación.

Me liberé de un tirón y con esa misma violencia, me quité mi colgante y se lo lancé.

—Ahí tienes, ahora déjame en paz.

Continué corriendo, intentando tragarme toda la rabia que tenía dentro. Cedric no se fue, contrario a lo que esperaba, se sentó en una esquina y esperó a que terminara mis ejercicios.

Habría preferido no tener que ver su rostro mientras ejercitaba, si en algún momento llegaba a resultar y me convertía en lobo, seguramente él sería mi primera víctima.

Pasó una media hora antes de que mi entrenadora llegara y me diera su permiso para retirarme. Fui directo a los camarines, el agua en las duchas estaba helada, así que ni siquiera tuve la oportunidad de relajarme con un buen baño, me limité a sacarme el sudor y cambié mi fea ropa deportiva, cortesía de la Academia, por un uniforme aún más horrible, regalo de la misma institución.

Cuando salí, encontré a Cedric afuera, esperándome.

—Creí haberte pedido que me dejaras en paz —escupí.

—Creí que ya éramos amigos —dijo él, poniendo la misma expresión amigable que usaba cuando estaba rodeado de gente.

Miré sus ojos nuevamente, eran suaves, no había ni rastro de la ferocidad de nuestro primer encuentro.  Debía reconocer que era un chico guapo, de esos que no puedes evitar voltear a ver en las calles, y él lo sabía.

El agua fría de hace un rato y su presencia provocaban ligeros temblores en mi cuerpo, como si estuviese en el ártico.  Cedric fue consciente de eso y se quitó su chaqueta, pasándola por mis hombros.

—No me gustaría verte morir congelada —comentó.

«Prefieres verme morir por tus propias garras» pensé.

Sin embargo acepté el detalle, cualquier comentario sagaz que pudo haber salido de mi boca en ese momento murió en mi garganta antes de ver la luz.

—Comprendo que te sientas sola y confundida —dijo Cedric—. Eso te hace actuar de forma errática, pero me gustaría que me vieras como un aliado, puedes confiar en mí. Te lo aseguro.

Sentir sus ojos fijos en mí me hacía sentir incómoda.   Mis ánimos comenzaron a calmarse, dentro de mí aun quería golpearlo o gritar, sin embargo no tenía energías para hacerlo, estaba anestesiada.

Así, a medida que caminábamos, lentamente el odio que sentía hacia él fue disminuyendo, hasta quedar en el olvido.   La idea de poder confiar en Cedric comenzó a parecer atractiva, tener a un aliado dentro del Clan podía resultar beneficioso para mi.

—¿De qué me perdí? —preguntó Finn, confundido, acercándose a nosotros.

—Decidimos darnos una oportunidad para conocernos mejor, ¿cierto Kenzie? —afirmó Cedric.

Todavía me sentía algo confundida, pero mi cabeza asintió.

—¿Qué? Creí que lo odiabas —dijo el recién llegado.

—Ahora que lo dices... —Comencé a considerarlo, hace unos minutos atrás me encontraba maldiciendo en la ducha a Cedric y ahora me encontraba junto a él, con su chaqueta entre mis hombros, caminando por el campus.

Miré al chico que se encontraba a mi lado, quizás de haber recordado los feroces dientes de lobo, o sus constantes amenazas, mi mente habría encontrado el camino correcto, pero no pensé en nada de eso, sino que volví a caer dentro de sus pupilas castañas, que no eran más que una horrible trampa.

—Esta bien —dije—. Siempre se puede empezar de nuevo.

Finn no podía ocultar su sorpresa, su mandíbula cayó al escuchar mis palabras, y seguramente su cerebro no podía conectar la orden para cerrarla.

—Te voy a pedir que no la molestes —finalizó Cedric—.  Llegar aquí ha sido un duro golpe para ella.

...

En unos minutos viene el que sigue :D

Gracias por la espera.

SelenofobiaWhere stories live. Discover now