»Capítulo 35.

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Raven

—¡Noah! –llamo a mi hermana.—La idea de todo esto es espiarlos mientras están despiertos, no esperar a que se duerman, ¿sabías? —le grito, esperando que se apure y venga de una vez.

Escucho pasos en las escaleras y asomo mi cabeza para poder ver.

Ay dios mío.

—¿Que tenes puesto? —pregunto señalándola.

—Tenemos una misión de espionaje, ¿no? Los espías usan ropa negra en las misiones de espionaje. —me explica porqué lleva unas calzas negras junto con un buzo, unas botas y un gorrito del mismo color.

—¡Hacen como mil grados afuera! —exclamo

—Si te molesta tanto puedo cambiarme. —ofrece señalando las escaleras.

—No, ya perdimos suficiente tiempo. Vamos, seguime. —digo mientras abro la puerta que nos lleva a nuestro patio trasero.

—Tampoco es como si no supiera llegar. —dice mientras rueda los ojos.

—Callate. —le digo, ya que está hablando demasiado alto.

Me acerco a el final de la reja que separa mi casa de la de los vecinos y localizo el agujero que hicieron las gemelas para cuando tenemos que hacerles bromas en su casa.

Amo a esas chicas.

—Pasa vos primero. —le digo revisando que nadie nos vea

—Todavía no me dijiste porque estamos haciendo esto. —me reclama mientras pasa por el pequeño agujero.

Momentos en los que mi baja estatura me juega para bien.

—Em...porque estoy aburrida. Además, ¿por qué Sydney se juntaría con Theo y me mentiría al respecto? —respondo mientras me agacho y comienzo a pasar.

—Ah, ya entiendo. Tenes celos. Es normal cuando te gusta una persona, tranquila. —dice cuando yo termino de pasar.

¿Que?

—¡Ya sé lo que son los celos! Y se que para tenerlos, la otra persona te tiene que gustar. Cosa que no es mi caso con Theo. —empiezo a hablar con un tono alto, a lo que me dice que baje la voz o nos descubrirán.—Agh. El punto es que no son celos...solo es curiosidad. —miento en un susurro.

—Como digas, yo sé que no lo es. Se nota en tu actitud cuando estás con él; lo único que hay que hacer es comparar como eras en un principio y como sos ahora. Solo te advierto que recuerdes las reglas.

Ruedo mis ojos y asiento, no hay sentido en seguir esta conversación.

Escucho las inconfundibles carcajadas de mi mejor amiga amortiguadas por una ventana cerrada y freno en seco.

—Están ahí. O por lo menos Sydney lo está. —advierto.

—¿Como lo sabes? ¿Tienes sentidos sobrenaturales? ¿Eres una mujer lobo? ¿Vampira? Quiero una hermana vampira... aunque estás demasiado bronceada para ser una...quizás eres un hombre lobo, pe- —me doy vuelta sobre mis talones y llevo mi mano a su boca, tapándola para que deje de hablar.

—No soy ni mujer lobo ni vampira, solo conozco la risa de mi mejor amiga, ahora callate antes de que nos-

—¿Escuchen? —finaliza una voz familiar.

—Mierda... —murmuro sin querer darme vuelta.

Noah chupa mi mano, provocando que la saque de encima de sus labios y la restriegue por mis shorts.

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