»Capítulo 4.

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Raven

Estoy sentada frente a ambos de mis padres, que acaban de decirme la razón por la que nos mudamos a California.

Un ascenso para mamá, y además papá podría conseguir más clientes allá.

—Me parece bien, es lo mejor para todos. —digo intentando aparentar tranquilidad por mis hermanas, aunque por dentro moría por una mezcla de sentimientos; nervios, tristeza, felicidad y nostalgia.

—Eso pensamos. —responde papá.

—¿Y cuando sería la mudanza? —pregunto y por sus caras veo que no es una buena noticia.

¿No hay algo bueno que tengan para decirme?
No sé, algo como "Rae, Old Magcon volvió a unirse"

—Pensábamos decírselos antes, pero no encontrábamos el momento perfecto, hasta antes de ayer.

—¿Eso que significa? —pregunto alzando una ceja ante mis padres, sabiendo que la respuesta no iba a ser buena.

—Mañana sale el vuelo. —responde mi mamá.

—¿Qué? ¿Es un chiste, no? Esta realmente no es el tipo de decisión que se avise con un día de anticipación —exclamo estirando mis brazos hacia el frente.—¡Tengo tanto que hacer, y solo un día! Tengo muchos amigos que despedir, cosas que devolver, tengo que empacar toda mi vida.

—¿Podrías llamar a Noah y Summer? Y cuando termines con tus cosas, ¿Ayudarías a las gemelas?–asiento cansada y corro escaleras arriba.

Entiendo que la mudanza sea la mejor para todos, pero esta no es la manera de hacerlo.
Siento que no escuchan nada de lo que les digo.

—¡WINTER! ¡NOAH! ¡MAMÁ Y PAPÁ LAS LLAMAN! —grito usando mis manos para amplificar el sonido.

Me gusta ser una de las muchas personas que molestan a Summer con su nombre, no sé.

Ambas salen pegando un portazo de sus respectiva habitaciones y se dirigen escaleras abajo.

Entro a mi habitación y miro detenidamente todo.

Luego me acerco a mis parlantes y pongo los "Favoritos" en mi lista de reproducción en aleatorio.

Una canción cualquiera de mi lista suena a todo volumen, pero le bajo un poco porque necesito enfocarme en mis pensamientos.

Comienzo a meter mis cosas en cajas que encontré al terminar de subir las escaleras, hasta que finalmente toca guardar mi placard y las profundidades de abajo de mi cama.

Abro el placard, guardo toda la ropa, excepto una muda para viajar, y luego tocan las pequeñas puertitas arriba de este.

Ahí encuentro de todo; desde envases de masa hasta muñecas sin cabeza, pasando por gomas coloridas de borrar y medias sucias.

Sí, me forma de acomodar es algo rara, pero aún así se donde esta todo.

Bueno, excepto que estemos hablando de abajo de mi cama, eso ya es un caso perdido.

(...)

Agarro una linterna de una de las cajas y levanto el acolchado blanco que llega hasta el piso.

Apunto la linterna hacia adelante y me asusto al ver la dentadura brillante de un cocodrilo.

Obviamente no uno de verdad, si no uno de esos que se inflan y colocan en la piscina.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora