»Capítulo 25.

8.1K 821 302
                                    

Raven's POV

—Te digo que yo sé manejar, te traje hasta acá, y que yo vea; ninguno de los dos está muerto. —repito por décima vez mientras ruedo mis ojos y me acerco al auto.

—¡Pero yo soy el hombre, quedo como un idiota si no manejo!

—Oh, si es por eso tranquilo. Ya sos un idiota, aún si manejaras no lo podrías evitar. —palmeo su hombro.

—Pero te cae bien este idiota.–bromea con la típica frase cliché y me deja pensando en si me agrada realmente o no.

—Eso no significa que dejes de ser un idiota. Es más, no tiene nada que ver.

—¡No lo negaste! Un segundo...¿no lo negaste? —me mira confundido.

—Hiciste mi verano más entretenido. —me encojo de hombros y decido ser sincera. Pero al ver una expresión de triunfo en su cara decido romperla.—Solo un poco. Ahora subí al auto y maneja antes de que nos roben hasta el alma. —agrego rápidamente y me subo al asiento del copiloto, dejándolo mantener su orgullo intacto. Aunque no sé si la persona con una contusión debería estar manejando.

Él arranca el auto y comienza a manejar hacia mi casa.

—Si tengo que decir la verdad, vos también hiciste este verano más divertido para mí y para mis hermanos. —dice de repente, captando mi atención.— Cualquiera de los vecinos me hubiera denunciado por tirarles la baba verde que te tiramos después de que el pedazo de carne me cayera en la cabeza. —habla sin mirarme, ya que mantiene la vista en la carretera.

—Pausa...¿Cayó encima tuyo? —él asiente y yo no puedo contener la risa al imaginarme su cara tapada por un bistec a medio cocer.

—Ey, deja de reírte. —dice molesto y me giro a mirarlo por unos segundos, encontrándome con una expresión de molestia que podría haber llegado a encontrar tierna si no me hubiera imaginado el bistec en su cabeza. Comienzo a reírme una vez más de forma inevitable con esa imagen en mi cabeza.—Lo digo en serio, o te vas a arrepentir.

—¿Ah, si? ¿Que vas a hacer? —pregunto finalmente, mientras sostengo mi estómago que ya me duele de tanto reírme.

—Nada, solo lo hice para que pares. —me dice con una leve sonrisa y gira el volante, doblando a la izquierda de forma suave.

Oh, eso fue inteligente.
Ahora hasta me olvidé de lo que me estaba riendo.

Ah cierto, del bistec.

Ya no me da risa, me da hambre.

—¿Ese fue tu estómago? —pregunta después de que mi estómago haga el ruido más sonoro del mundo, dejando en claro que tengo hambre.—¿Tenes hambre?

Creo que tener hambre ahora es normal; no desayuné, almorcé o cené y lo único que tomé en el día fue un café.

—Si, tengo hambre. ¿Por qué?

—Porque yo también. ¿Queres pasar a buscar algo para comer? Conozco un lugar que cocina las mejores pizzas y queda solo a unas cuadras de acá, pero necesito que decidas ahora porque tendría que doblar en la siguiente esquina.

Comer una pizza con Theo, eso suena interesante.

—Claro, ¿Porque no? —él asiente y dobla como había dicho.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora