»Capítulo 29.

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Theo

Manejo lento por la calle donde vi a Raven salir corriendo, pero no la veo por ningún lado.

Mierda, debería haberla seguido más rápido.

Sé que no está bien y no quiero que haga nada estúpido, más que nada porque está ebria... Tampoco quiero que le pase algo, es tarde y hay mucha gente de mierda.

Freno en seco al ver una sombra tambaleante caminar por la acera con sus zapatos altos en la mano.

Luego de apagar el motor, abrir la puerta y bajarme logro oírla sollozar.

—¿Raven?

No obtengo respuesta, así que me acerco a ella y confirmo mis sospechas.

—Vamos, te llevo a casa.

—No.

—¿No?

—No. Yo sé llegar, no soy estúpida.

—Sabías que estás yendo en la dirección incorrecta, ¿no?

—Es...un atajo. Dejame en paz. No quiero ver más hombres.

Frunzo el ceño e insulto internamente al tal Dylan por poner a Raven en este estado.

—Raven... —me acerco y apoyo mi mano en su hombro

—¡Dejame! No me importa perderme, no me importa llegar más tarde a casa. —ella se suelta y sigue caminando

—Lo digo de verdad, voy a llevarte quieras o no. —me cansé de insistir.—No cuenta como secuestro si te voy a llevar a tu casa.

—Déjame sola.

Okey, yo se lo advertí.

La levanto y la pongo sobre mi hombro con más facilidad de la que pensé, ella empieza a gritar y patalear, pero ignoro sus quejas y abro la puerta del copiloto, para luego sentarla y ponerle el cinturón de seguridad.

Me subo de mi lado y cierro las puertas con el seguro para niños.

Arranco el motor y doy un giro en U, ahora yendo en la verdadera dirección que nos va a llevar a nuestras casas.

Pasan minutos en silencio y me giro a mirarla, se encuentra hecha una bola con ambas piernas sobre el asiento, y un pensamiento fugaz pasa por mi mente; si ella fuera otra persona le diría que baje los pies del asiento...
¡Dios! ¿A quién engaño? Si fuera otra persona no la tendría sentada en el asiento del copiloto.

Decido romper el silencio.

—Ey...¿Estás bien?

Okey, pregunta estúpida.

Obtengo un leve movimiento afirmativo como respuesta.

—Sé que no, no tenes que mentirme.

—¿Entonces para que mierda preguntas? —mi ceño se frunce ante su repentina agresividad.

Es raro verla como una Raven completamente diferente a lo que estoy acostumbrado; alegre, burlona, infantil, bromista y divertida.

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