Capítulo 15: Pianos y soldados

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Estaban de pie en medio de una quietud enorme. No había ruido alguno de batalla y ninguno de ellos se atrevía a moverse. Mirsha los había llevado a todos a la puerta de la armada tras meditarlo unos segundos: no sabían que estaba pasando exactamente en la armada y aparecer en la mitad del terreno podría no ser la mejor idea. Pero ahora que no podían escuchar absolutamente nada, el príncipe comenzó a dudar que fuese la mejor opción.

—Ustedes tres quédense juntas —pidió a las chicas—. Hay que proteger a Juvia. Vamos —indicó, comenzando a caminar.

Lilineth asintió en silencio y abrazó a Juvia antes de comenzar a avanzar lentamente, internándose en la armada tras los pasos de Mirsha.

Todos avanzaron con cautela hasta llegar a las puertas de la armada, donde un pequeño fuego se había entendido y consumía parte de la torre de vigilancia.

El príncipe usó su magia para controlar y disminuir el fuego, creando un espacio para que pudieran cruzar y entrar en los ahora bastante destruidos terrenos de la armada.

Una vez dentro comenzaron a escuchar el sonido de una lejana batalla que los pilares de zafiro les habían impedido escuchar.

Las expresiones de los miembros de la armada se tornaron oscuras y preocupadas, y antes de que alguien pudiera preverlo, Kaiya echó a correr al interior del terreno seguida en un par de instantes por Lilineth quien acabó por llevarse a Juvia con ella.

El príncipe intercambió una mirada con Lionel antes de echar a correr tras ellas.

Avanzaron por los edificios que también estaban siendo consumidos en mayor o menor medida por el fuego, como si el ataque hubiese sido mágico en primer lugar

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Avanzaron por los edificios que también estaban siendo consumidos en mayor o menor medida por el fuego, como si el ataque hubiese sido mágico en primer lugar. Por el suelo de la armada había numerosos calarlaris aunque, para fortuna de ellos, a su lado no habían encontrado aún a ningún miembro de la armada, aunque ahora tampoco podían ver a las muchachas por ningún lado.

—¿En dónde están todos? —se preguntó el muchacho en voz alta

Sintiendo que el corazón le latía en los oídos, Mirsha avanzó con paso rápido buscando cualquier señal de vida.

El mensaje había llegado hacía menos de media hora, no podía ser demasiado tarde...

Un ruido cercano en el interior del comedor llamó su atención. Era el ruido de una lucha que parecía estar extinguiéndose poco a poco.

Lionel intercambió una mirada con el príncipe y ambos corrieron hasta la puerta del edificio mientras preparaban sus armas, no podrían saber que los recibiría allí dentro.

Apenas llegaron a las puertas ambos tuvieron que detenerse: había tantos enemigos en el interior que resultaba imposible siquiera distinguir a algún aliado, pero el sonido de un par de espadas a la lejanía les indicó que allí seguía habiendo soldados luchando.

Mirsha sacó el Cetro, apuntando con él a todas las criaturas que podía, y lanzando fuego hacia algunas otras, al tiempo que buscaba cualquier rostro familiar.

Cuentos de Reyes y Guerreros I: El MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora