Capítulo XII

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- ¡Ah!!!-. Grito cuando descargo un puñetazo contra la pared de la celda que no es más que la misma piedra de su maldita red de cavernas.

Les queda bien el nombre de carroñeros.

- Ya, para... no saldrás de aquí golpeando la pared-. Protesta Abele. Entre los que vinimos me tenía que tocar él como compañero de celda.

Me siento en el suelo y la humedad del mismo traspasa la tela de mi pantalón, oculto mi rostro entre mis rodillas y solo pienso donde se habrán llevado a mis compañeros... pero quien más me preocupa es Hayl, el tono en que su jefa dio la orden fue como si pensaran asesinarla.

<<No pienses eso Iri, seguro está bien>>.

Mi mente nuevamente me lleva a ella. Hayl estaba segura al cien por cien que colaborarían con nosotros, yo lo estaba y por nuestra culpa pasó esto. Todos corremos peligro, incluso ella. Fui una tonta al creer que estos artificiales serían mejor que los otros, solo Hayl es diferente. De hecho creo que estos artificiales me dan más asco que los otros, al menos los otros luchan por lo que quieren, como los humanos, éstos solo se ocultan y refugian esperando el factor oportunidad para hacer su aparición y estar con el mejor postor y dada la situación de la humanidad creo que sabemos con quienes serían aliados.

Unos brazos me rodean pero no con la intención de avanzar, si no que resulta cálido, reconfortante y muy familiar.

- Llora-. Me sugiere Abele mientras lleva mi cabeza a su pecho- Hazlo, debes permitirte caer para que otros te ayuden a poner de pie-. Sonríe o eso me parece ver, la sombra de su bella sonrisa- Cuando se toca fondo... luego solo resta subir-. El brillo en sus ojos, la picardía en su rostro me trae la sensación de hogar, de amistad.

Me oculto en su pecho y me aferro a su camisa cuando las lágrimas comienzan a brotar con la carga emotiva de muchas cosas que suprimí. Él acaricia mi cabello y yo presiono aún mi cara con más fuerza contra su duro pecho para ocultarme del mundo, mientras siento un pesado aroma a humedad que se desprende de su remera.

- Tranquila, Hayl estará bien-. Dice.

<< ¿Por qué diablos la ha mencionado?>>.

Me aparto y lo observo unos instantes- No hay más ciego que el que no quiere ver-. Agrega.

<< ¿De qué habla?>> Pienso en decirle algo pero no quiero tener que darle explicaciones, no a él, no a nadie.

Escucho el ruido de pasos o unas llaves que se aproximan a nosotros, me pongo de pie y veo a un artificial en nuestra dirección.

Me seco las lágrimas con velocidad- Necesito hablar con tú jefa-. El muchacho morocho me observa.

- ¿Qué haces?-. Interfiere Abele- Harás que nos asesinen-. Me advierte molesto.

Lo aparto- Quedarnos sentados llorando no hará la diferencia-. Agrego.

El hombre se va sin mediar palabra. Nuevamente volvemos a nuestras posiciones iniciales en la celda con la única aureola de luz de una antorcha prendida frente a nuestra prisión y con el sonido de fondo de una gotera que se filtra entre las rocas.

No volvimos a intercambiar ni un sonido con Abele. De hecho él se durmió sentado sobre un banco de madera con sus brazos cruzados, esa postura lo hace parecer un tipo rudo pero cuando lo conoces es uno de los seres humanos sino el último, más cálido, leal pero insoportablemente molesto que puedas conocer... es todo un niño.

- Así que querías verme-. Escucho su irritante voz y veo la luz LED que desprende su ojo robótico del lado que su cara deja a la vista su cráneo artificial... realmente es aterrador ver un punto azul que habla mientras camina por la oscuridad.

Me paro rápidamente contra los barrotes de la celda y Abele se despierta algo atontado.

- ¿Qué quieres muchacha?-. Pregunta con calma cuando está de pie frente a mí.

- Hayl-. No sé porque rayos la mencioné- Podríamos charlar las tres, déjanos darte nuestro punto de vista-. Internamente me rio porque no debí de haber dicho vista cuando a ella... bueno vimos lo deforme que es- Ella, tú y yo podríamos tener una reunión-. Explico.

- ¿Qué te hace pensar que quiero reunirme con humanos?-. Habla entre risas irónicas- Incluso... Qué te hace pensar que ella quiere reunirse contigo­-. Comenta entre risas.

Su comentario me toma por sorpresa... Hayl nos traicionó... es imposible. La cara chanfleada la trató como traidora, no tendría sentido.

- Ella es mí...-. Me lo pienso unos segundos- Amiga-. Jamás creí que una artificial me importara tanto.

Veo la tenebrosa sonrisa bajo el haz de luz que desprende su horrible ojo y me recorre un terrible frío por todo el cuerpo; se detiene a mirarme con gracia- Traigan a su amiga-. Ordena girando levemente su cabeza hacia la oscuridad sin quitarme el ojo humano de encima.

Inmediatamente la veo aparecer con una camisa blanca muy pulcra con los bordes metidos dentro de su jean negro, sus delgadas piernas se mueven lentamente al compás de sus brazos, lo cual me alegra enormemente porque la han reparado y su cabello recogido en una coleta. Su cara es lo que realmente me preocupa, trae una seriedad que jamás había visto; su mirada es la de una piedra y sus labios apretados en una firme línea recta.

- ¡Hayl!-. Exclamo sonriendo cuando extiendo mis manos para alcanzarla.

Lo que recibo a cambio es que hace una llave con mis brazos, los cuales por un momento siento que se van a quebrar con la fuerza que ejerce sobre los mismos- ¿Quién diablos eres?-. Pregunta llena de rabia. Su voz a perdido cualquier rastro de dulzura.

La mujer media cara se ríe- Tranquila aprendiz, solo quería que vieras a nuestros prisioneros-. Vuelve a reír. Voltea hacia mí y la chica me suelta unas palabras- Como puedes apreciar... Hayl no es tu amiga... Hayl me pertenece, no te olvides que somos máquinas, no humanos, solo es cuestión de resetear-. Termina diciendo cuando la toma por el brazo y se la lleva.

Hayl ni siquiera me mira a los ojos cuando se la lleva...

Ahora si la perdí... no había nada de ella... en ella...

Hubiera preferido su muerte a que se olvidara de mí para siempre...

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