Capítulo 5

157 20 8
                                    

Cuando despertó aún la cabeza le daba vueltas. Le costaba fijar la vista y, tras un esfuerzo que para ella rozaba lo titánico, consiguió distinguir las hojas en las copas de los árboles sobre su cabeza. Se levantó despacio y pudo ver a Lexa tumbada a su lado. Parecía tan relajada mientras dormía, no como cuando se paseaba por ahí con aquella sonrisa prepotente.

— Parece que nos han drogado para que no podamos seguirles el rastro...— se dijo— ¡Hey! Bella durmiente despierta, hay que moverse.

La chica abrió los ojos de pronto sobresaltada.

  — Joder, ¿no te han enseñado a tener un poco de tacto? A lo mejor despertar a alguien a quien han dejado inconsciente en medio de la nada provocándole un infarto no es la mejor idea, ¿sabes? 

  — Ja, ja. Siempre tan amable. Anda, vamos, tenemos que investigar un poco la zona, situarnos, buscar agua...

 — Eh, eh. Para el carro— la interrumpió—. ¿Quién te ha puesto al cargo? Además, te creía un pelín más inteligente, va a anochecer en nada. Corre más prisa encender un fuego o las malvada bestias del bosque vendrán a darse un festín con esa preciosa carita tuya. 

Y ahí estaba otra vez aquella sonrisa. Clarke no podía creer que en un momento como ese, Lexa se pusiese a intentar sacarla de sus casillas. Y la verdad es que lo estaba consiguiendo. No llevaban tres minutos conscientes y ya quería asesinarla allí mismo.

  — Entonces...¿me ayudas a buscar leña o te vas a quedar ahí mirándome embobada? No tenemos todo el día. 

Le había vuelto a pasar y no podía sentirse más estúpida. Cada vez que Lexa y ella discutían no importaba cuán enfadada estuviese Clarke ni lo coherente que sonase todo en su cabeza, automáticamente empezaba a balbucear o, como le había pasado ahora, se enfrascaba en mil escenarios en los que Lexa sonreía bastante menos y ella disfrutaba de lo lindo. 

  — S-sí, claro. Tienes razón, hacer un fuego debería ser lo primero que hagamos.

— Pues claro que la tengo. — le respondió divertida.

— Y que sepas que no te estaba mirando embobada. — su voz sonó bastante más infantil de lo que pretendía, pero tampoco pudo evitar decirlo en voz alta.

— Ya, claro que no, princesita. Y ahora me dirás que tampoco eres rubia.

— De verdad, ¿tanto te cuesta ser amable dos segundos seguidos? Además, sabes que odio que me llames así— le contestó, exasperada—. A mí me hace la misma ilusión que a ti estar en esta situación, peor no nos queda otra. Podrías, al menos, fingir que no me odias tanto.

 — ¿Qué más te da que te llame princesita? Si al fin y al cabo es lo que eres, una princesita sajona que juega a vivir entre salvajes.

— ¿Sabes qué? Que te den, Lexa. Yo lo he intentado, pero eres tan gilipollas que no ves que el único modo de salir de aquí es trabajando juntas— respiró hondo antes de continuar—. Yo iré al norte a por leña y, con suerte algo de comer. Tú haz lo que quieras. Nos vemos aquí antes de que anochezca.

Y con esto se marchó. Dejando a Lexa allí plantada, a punto de decir algo. Estaba tan enfada en ese momento. Enfadada con Lexa, por que ser tan idiota, sí, pero sobre todo con Signa. ¿Por qué las había puesto juntas? Sabía que se llevaban fatal. ¿Es que acaso pretendía que se matasen entre ellas y recoger luego los restos de la que sobreviviese? Simplemente no era justo.

Iba tan distraída que ni siquiera se fijó hacia  dónde la llevaron sus pasos y, para cuando quiso darse cuenta no tenía ni idea de dónde estaba. Buen trabajo Clarke, te has perdido. ¿Podría pasarle algo más ese día? ¿Quizá un árbol cayendo sobre ella y sepultándola para siempre? O, aún mejor, ¿qué tal un rayo que la alcanzase en aquel instante dejándola frita? Simplemente, perfecto.

Se dejó caer junto al tronco de un árbol. No se sentía con energía para vagar sin rumbo y necesitaba serenarse antes de volver. Se sentía como una niña pequeña enfurruñada y sólo quería ir a correr entre los brazos de su abuela, pero no tenía tiempo para ese tipo de tonterías. Tenía que recomponerse.  A partir de ahora no iba a dejar que Lexa llegara hasta ella tan fácilmente. Sería más inteligente que ella y no le seguiría el juego, pero para eso primero necesitaba un tiempo a solas consigo misma. Una pequeña tregua antes de volver al ataque. 

Al rato escuchó unos pasos acercándose y se levantó de golpe, alerta. Cuando vio que alguien se acercaba a ella se abalanzó sobre la figura, aprisionando al atacante entre un árbol y su propio cuerpo. Sólo que no era un atacante. Era Lexa y la miraba con un gesto a medio camino entre divertida y sorprendida. Clarke se separó de ella como accionada por un resorte, tenerla tan cerca no la hacía sentir para nada cómoda.

 — ¿Se puede saber qué haces aquí espiándome y dándome estos sustos de muerte?

— Clarke, yo... Lo siento, no volvías y como te habías ido tan enfadada empecé a preocuparme y no sabía si me ibas a dejar sola o si te había pasado algo o si debía ir a buscarte o si me matarías por hacerlo o...

— Vale, vale, lo pillo — Lexa parecía extremadamente alterada —. No pasa nada, tranquila. Sólo estaba disfrutando un poco del bosque.

 — Ah, genial, pero deberíamos volver, ¿no crees? Ya he conseguido encender el fuego, por cierto.   

En ese momento, Clarke se sentía una inútil que había estado perdiendo el tiempo con cosas de niños así que prefirió no contestar y se echó a andar sin comprobar si Lexa la seguía.  

— Oye Clarke— oyó que la llamaba y se detuvo—, siento lo de antes.

¿Lexa disculpándose por ser una idiota? Eso era nuevo.

— Claro, no te preocupes. Yo también sobre reaccioné un poco. —le dijo volviendo a ponerse en marcha.

— Hmm, esto...Clarke vas en dirección contraria. 

Perfecto, Clarke. Simplemente prefecto.  

    

      

  

 

Legacyजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें