El armador pelinegro observaba a Kei desde una de las esquinas del gimnasio.
El rubio le gritaba a Hinata con el ceño fruncido en la boveda.
El rey se acercó y arrastro a Hinata a la salida, con la escusa de que Hinata se sentía mal.
Al llegar a la enfermeria se fijo que Hinata le faltaba mechones de pelo en su cabello.
A Kageyama no le gustaba eso.