nineteen.

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Zayn.

Enero, 27.

Habían pasado alrededor de cuarenta minutos desde que había llegado en busca de la prueba de ADN que realizamos ayer y me encontraba sentado en la fría y solitaria sala de espera de La clinica. La chaqueta que tenía en estos momentos no me protegía completamente del frío y mi piel estaba ligeramente erizada.

Una enfermera me dijo que esperará unos minutos sentado aquí, me pregunto mi nombre y también me dijo que en unos minutos me llamarían para darme los resultados.

Pero esos minutos se están convirtiendo en casi una hora y para que mentir, me encuentro más que jodidamente desesperado. Siento que en cualquier momento me dará un maldito ataque de ansiedad.

Me levanté de la incómoda silla que hizo entumecer mi espalda y trasero, y caminé hasta el cafetín de la clínica.

Decidí levantarme de la incómoda e insoportable silla que hizo que mi espalda y trasero se entumecieran para dirigirme a el cafetín de la clínica. Necesitaba algo para tomar, lo que fuera.

No era fan número uno del café, pero lo consideraré porque necesitaba algo que relajará mi tensión y de paso, también calmará el puto e insoportable frío que me tenia los pelos de punta.

La chica que me atendió en la cafetería se puso tan blanca como un papel al verme. Sus ojos se abrieron como plato y comencé a temer (y a desesperarme aún más) que en cualquier momento se pusiera a gritar, como suelen hacerlo.

-Por favor, que no lo haga, no tengo paciencia para lidiar justo ahora con fans, y diablos tampoco tengo la mejor cara para fotos.- pienso.

-E..eres..-Comenzó a tartamudear la chica. Por favor no grites ni hagas un escandalo, por favor.

-Si, soy Zayn Malik. Y justo ahora necesito que me des un maldito café lo más rápido posible. No tengo tiempo para fans.-Soné como un idiota egocéntrico, lo sé, pero joder no estoy en mi mejor humor, no me culpen.

Los ojos de la chica parecían algo decepcionados, y no la culpaba pero ahora nada me importaba, sólo quería mi maldito café.

-En un segundo se lo traigo, ¿Lo quiere con leche y vainilla?.-Dijo fluidamente, aunque en el fondo de su tierna voz, había un toque de pena. Odiaba que se avergonzaran delante de mí, vamos, no soy nadie para juzgarlas.

-Si, y con mucha azúcar.

La chica asintió y fue a paso rápido a servirme el café. Era realmente adorable y me sentí aún peor por haberla tratado de esa manera. Su largo cabello era rubio y rizado, estaba amarrado en dos pequeñas colas, una a cada lado, no medía más de un metro cincuenta y sus mejillas eran levemente rosadas, pero al parecer mi presencia provocó un color rojo carmesi en ellas.

Al poco tiempo volvió con un vaso desechable lleno hasta el tope de café humeante, y aunque no era muy fan, debía admitir que olía de una manera adictiva.

Deje en el pequeño mostrador un billete de cien, no sabia cuál era el costo del café, pero definitivamente con eso era suficiente para pagarlo, y así podía quedarse con el cambio, después de todo no me haría falta.

-Muchas gracias. -Me incline para depositar un beso en su mejilla, el cual la hizo ponerse aún más roja que antes -Adios.

-Adios.-dijo casi para si misma pero logre escucharla.

Salí de allí dando un gran trago a el café, haciendo que sorprendentemente me relajara un poco. Y haciendo que estúpidamente me quemara, aunque sólo hubiera sido ligeramente.

Dad. » z.m Donde viven las historias. Descúbrelo ahora