eleven.

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Septiembre, 12.

Jade.

Son alrededor de las 6:30 de la mañana, y yo estoy despertando por segunda vez.

Mi cita médica es a las 9:00, tengo mucho tiempo para arreglarme, pero sé, que ya no podré conciliar el sueño, y será mejor levantarme.

Camino hasta el baño privado, que se encuentra dentro de mi habitación, cepillo mis dientes, me lavo la cara, agarro una goma y recojo mi cabello en una Coleta.

Bajo hasta la cocina y pongo a trabajar la cafetera, a pesar de que ahora no tenga sueño, no quiere decir que más tarde no me dará.

Mientras espero que el café este listo, subo cuidadosamente las escaleras hasta llegar al balcón, donde todavía se encuentra la mesa, las sillas, junto con el mantel manchado de vino y el centro de mesa.

Mientras recojo el mantel, me viene a la mente lo ocurrido la noche pasada, las palabras de esa mujer amable que fue en un pasado.–De la cual, actualmente no queda ni rastro.–Hacen que mi estómago se revuelva y me den náuseas.

Debo dar inmensas gracias a dios porque no se quedó a dormir, seguro pagó algún hotel caro para pasar la noche, porque sinceramente, dudo que se haya quedado en casa de mis abuelos.

El dinero para nosotros no es ningún problema, tengo lo suficiente para vivir bien el resto de mi vida, mi carrera ha sido muy fructífera, pero nunca dejé de lado mis modales, y respeto a mi familia.

El olor a café ya se hacía sentir, bajé con las cosas en mi mano y el mantel lo llevé a el cuarto de limpieza y la pequeña vela adornada ya gastada la coloqué arriba del refrigerador, para alguna otra ocasión podría funcionar con lo poco que le queda.

Batí un poco de leche y en una taza vertí el café con la leche y un poco de azúcar. En la despensa agarré un poco del pastel que le preparé a mí mamá.

No era el desayuno más completo, pero debía comer algo aunque no tuviera hambre.

Daba pequeños bocados, me encontraba llena con solo comer la mitad de la porción. Solo esperaba no devolver todo luego de unos minutos.

Lavé la taza donde recientemente había tomado el café, eran apenas las 7:15 a.m y no sabía que hacer.

Entre a la pequeña biblioteca de mí casa y abrí uno de los cajones, allí se encontraban álbumes de fotos, la infancia y adolescencia de Jamie y la mia.

Agarré uno que tenía en letra cursiva de color dorado "Jade A. Coleman". Al abrirlo me encuentro fotografías de mi madre embarazada de mí. Tan solo pensar que la persona que esta dentro de ese vientre, ahora tiene a una pequeña vida en su vientre.

Solté un pequeño suspiro y continué mirando, una pequeña niña de unos 6 años, piel blanca, ojos marrones y de cabello rizado y color cobrizo.

A veces me daban ganas de devolver el tiempo, donde solo era una niña y no me preocupaba por nada, más que por mantener las muñecas vestidas y peinadas para conquistar a algún Ken.

{*}

–Hija, despiertate.–Siento que dicen, y una mano cálida me agarra del hombro y me sacude.

Abro los ojos de golpe y me doy cuenta que me quedé dormida en el sillón de cuero de la biblioteca, con el álbum recargado en mis piernas.

–¿Qué hora es?.–Le pregunto aún adormilada.

–Las 8:00, deberías irte arreglando, no querrás llegar tarde.–Dice Mamá saliendo por la puerta.

Cierro el álbum y lo guardo donde lo consegui, me voy a mi habitación para darme una ducha.

Dad. » z.m Donde viven las historias. Descúbrelo ahora