Capítulo 1: Lo que el río se lleva

18K 1.4K 939
                                    


Capítulo 1: Lo que el río se lleva

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 1: Lo que el río se lleva

Bajé gritando. Cuando volví a mirar arriba ya no había nadie. Llegué hasta mi mamá y lo único que pude hacer fue balbucear. No pude expresar nada de lo que quería decir realmente. Estaba en total pánico.

—Tenés que calmarte —me dijo mamá—. ¿Qué pasó?

Seguro iba a tratar de quitarle importancia como cada vez que veía una araña enorme. Pero yo estaba muy segura de lo que había visto al final de la escalera. Ni siquiera contemplaba la idea de estar loca.

—Vi un fantasma —dije, apretando tanto a Hani que la perra se quejó y me miró, molesta.

—Bri, te lo habrás imaginado. —Mamá me puso una mano en el hombro aun cuando no había bajado de las escaleras.

—Te juro que no, má. Sé lo que vi, acabo de ver un fantasma —insistí—. ¡Me habló!

No me dio bola. Ni un poco.

—Bueno, cálmate. Vamos a buscar un poco de agua fresca.

Regresamos por el camino, mientras yo contaba todo, cada palabra dicha por el fantasma, sin parar. Mamá volvió a decirme que no pasaba nada, que seguro era alguien que me había jugado una bromita y contraataqué, hablando todavía más.

Me compró una botella de agua y me obligó a beber, igual que a la perra. Me senté en un banco y la miré enojada conforme más se notaba que no me creía.

—Hija, por favor —dijo, hundiendo los hombros al ver mi frustración—. Hace mucho calor y es normal imaginar algunas cosas de esas. El lugar da para pensar en fantasmas. Quedate tranquila, Brisa.

Quiso arrastrarme a las tiendas, ofrecerme el probar una cerveza con miel y hasta regalarme un licuado de frambuesa, pero yo seguí insistiendo en que no había sido el calor. Cuando llegamos a la plaza donde papá esperaba con Luna, la que estaba de mal humor entonces era yo.

—¿Ya nos vamos? —saltó Luna, levantándose de su asiento.

Papá suspiró.

—Brisa no se siente bien —dijo mamá, dándole el vaso de licuado de frambuesa a mi hermana.

Luna probó el jugo.

—¿Y para mí no hay uno?

—¿No querés ese?

Mi hermana hizo una mueca.

—Quiero uno para mí, de otro gusto.

Si no fuera porque estaba enojada con mamá y conmocionada por haber visto mi primer fantasma, le habría dicho a mi hermana que era una idiota. Me quedé callada, con Hani en brazos hasta que dije que quería ir al baño.

—Bueno —mamá le dio el licuado a papá—. Acompaño a Brisa al baño y compro el licuado. Ustedes vayan al auto.

Le di la perra a mi hermana y, ofuscada, marché al restaurante donde habíamos comprado el primer jugo. Esperé y después avisé que me iba al baño sola. Mamá puso mala cara, porque pensaba que todavía me sentía mal por el sol.

La memoria de DariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora