Las yemas de mis dedos recorren esa parte lentamente, humedeciéndose con la esencia de mi mujer antes de hundirse en la tibieza de aquel sitio que únicamente yo conozco.

Uno de mis dedos entra con facilidad mientras callo una nueva queja de mi caperucita con mis labios.

Un jadeo de mi mujer muere en mi garganta cuando comienzo un suave masaje en aquel universo húmedo y privado unido a un segundo dedo.

— Velkan... — logra balbucear cuando corto el beso.

Lucía diciendo mi nombre tiene un efecto en mi que hace eco en cada parte de mi cuerpo.

Velkan, Velkan, ¡quiero oir mi nombre entres sus gemidos!

Su garganta se enmudece cada vez más ante mis atenciones, su boca forma una "o" perfecta y veo como esa cerúlea mirada se nubla por las sensaciones manifestadas en su cuerpo. Mis dedos entran y salen cada vez más húmedos generando un sonido secreto que se escucha solamente en nuestro hogar.

Dejo mis caricias, permitiendo a mi caperucita respirar y dejándose desplomar entre las frazadas de cuero.

Mi lengua limpia mi mano, humedecida con la esencia de mi mujer con un sabor único e inusual que sólo yo tengo el placer de probar. Su respiración suena suave pero agotada, sus rizos largos se han pegado a su piel ante el sudor de su cuerpo rodeando sus pequeños pechos y su cuerpo blanquecino.

Es la visión más bonita del mundo.

Acaricio sus piernas y muslos mientras degusto aquella nueva zona de su piel con mis labios. La punta de mi nariz acaricia el inicio de su entrepierna decorado de vellos pequeños y aquel coronado monte haciendo que mi olfato se vuelva loco ante el olor secreto de Lucía. La beso con cuidado y mi lengua se atreve a ingresar por donde mis dedos estuvieron anteriormente bebiendo aquel néctar secreto.

El ambiente tiene una melodía nueva: mi lengua alimentándose de Lucía y los balbuceos mi mujer.

Se ha dejado vencer por el deseo. Su cuerpo reacciona a mí. La que fue una brava chica en el Cortejo ya no existe. De su boca se escucha mi nombre (Oh si, ¡mi nombre!) y balbuceos lujuriosos que me incitan a seguir mis atenciones.

Siento su humedad aumentar y me alimento de ella con hambre ¡y qué hambre tengo de ella! Su boca, mejillas, sus pechos y su intimidad se han convertido en mi alimento favorito esta noche. Mi hombría, ya dura, se presiona sobre las frazadas de nuestro lecho y mis caderas se mueven a un compas que busca incrementar mi excitación de manera involuntaria.

Lucía se deja ir nuevamente. Su cabeza va hacia atrás tensando su cuerpo por un segundo para luego caer agotado.

El silencio reina por unos momentos y mi cuerpo me rogaba por Lucía.

La beso compartiendo el sabor íntimo que me ha regalado en su lengua. Ella no batalla, deja que la bese y toque agotada por todas las atenciones que le he regalado.

La volteo con cuidado, su cabello enmarañado cae como una cascada negra por todas partes tapando su cuello. Veo las líneas finas de su columna, sus caderas pequeñas están ahora entre mis manos antes de presionar su entrada y hundirme en ella. Somos nuevamente uno, siento su calor, su humedad y piel como me abrazan de manera íntima y privada.

Lanzo un gemido de gozo antes de embestirla en la posición en que los primeros lobos fueron procreados. Sus manos se agarran a las húmedas sábanas de manera instintiva ante mi presión.

El único sonido que reina son nuestras respiraciones agitadas, mis gruñidos salvajes y el sonido incesante del choque de nuestros cuerpos creando una sinfonía de placer. Empujo sus finas caderas buscando que me hunda en lo más profundo de su pequeña, tibia y únicamente mía intimidad.

El Cortejo de VelkanWhere stories live. Discover now