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POV Omnisciente

Luego de que Nicolás y Jaime hicieran unas cosas que la escritora ni siquiera sabe, estos se bañaron para luego comer algo.

-Tengo pie de limón.-Dijo Jaime cuando habían vuelto a bajar.

-Oh! La wea rica.-Dijo Nicolás corriendo hacia el refrigerador para luego abrir este y sacar el pie.

-Claro, abre el refrigerador no más, da igual.-Dijo el enojón sarcásticamente pero bastante divertido.

-No puedes decirme que hay pie y esperar que no lo robe.-Dijo el moreno con una pausa mientras cerraba el refrigerador.-Así que es tu culpa.

-Sí, esta bien.-Dijo el señor Navarro tomándose un momento para luego seguir hablando, mientras sacaba un plato y tenedor para Nicolás y lo colocaba en la mesa.-Yo creo que hubiera actuado igual.

Nicolás sonrió y sacó un cuchillo para luego cortar un pedazo de pie de limón. Lo colocó en el plato y miró a Jaime.

-No vas a querer?.-Preguntó el pequeño moreno algo curioso.

-No, ya comí un pedazo.-Respondió el jefe de Nicolás mirando como este asentía e iba a guardar el pie cuando lo detuvo.-Tú come no más, yo lo voy a dejar.

El moreno lo observó por unos segundos para luego asentir. Se sentó y acercó el plato a él para luego sacar un poco de pie de limón para luego probarlo.

-Esta es la cosa más deliciosa de la vida.-Dijo el pequeño secretario con la boca llena mientras estaba muy feliz probando este.

-Me alegra que te guste.-Dijo Jaime cuando volvió.

Jaime se sentó al lado de Nicolás y veía como este comía.

-Puedes comprar pie siempre?.-Preguntó el secretario de Jaime, esta vez no tenía la boca llena.

-Claro, cariño.-Respondió el enojón con una leve sonrisa, observando a su novio.-También vas a estar conmigo por el pie?

-Sí.-Contestó Nicolás sacando otro pedazo de pie pero todavía no comiéndoselo.-Parece que hay muchas ventajas al estar contigo.

-Supongo que sí.-Dijo el señor Navarro todavía con aquella sonrisa entretanto que estaba bastante divertido.

Nicolás comió ese pedazo de pie de limón y observó a su novio.

-Te amo.-Dijo el moreno otra vez con la boca llena, causando que Jaime se riera.

-Yo también te amo, cariño.-Dijo el jefe de Nicolás bastante entretenido mientras miraba fijamente a su pololo.

-No te da asco que hable con la boca llena?.-Preguntó el pequeño moreno cuando ya no tenía la boca así.

-No.-Respondió Jaime diciendo completamente la verdad sobre aquello.-Me parece tierno, Nico. Por qué?

-Bueno, ya sabes, tus padres debieron enseñarte muy bien los modales y weas así.-Dijo el pequeño secretario, creyendo que Jaime se molestaría por lo que dijo.

Jaime se rió por un par de segundos para luego hablar.

-Claro que me lo enseñaron, muchas veces, hasta tengo pesadillas con eso.-Dijo el enojón tomándose un momento para luego seguir hablando.-Que tenedor usar para la ensalada, plato principal, plato secundario, etc. Pero simplemente a mí no me importa eso, total con alguna wea se comerá. Y bueno, no me molesta que hables con la boca llena, porque probablemente yo también lo haga algunas veces, no siempre, pero lo haré.

-Entonces definitivamente no te gusta o no harás nada que tus padres quieran que hagas.-Dijo el secretario de Jaime tomando eso como una deducción.

-Siendo sincero, mis padres quieren que haga muchas weas que los hacen felices a ellos pero nunca se dan cuenta si eso me hará feliz a mí o no.-Dijo el señor Navarro diciendo completamente la verdad.-Así que sí, no haré nada de lo que ellos quieren que haga.

El moreno lo observó y asintió para luego sacar otro pedazo de pie y comérselo.

-Supongo que he estado en la etapa de rebeldía toda mi vida.-Dijo el jefe de Nicolás cuando supo que su novio quería escuchar más.-Cuando mis padres querían que tocara el piano, yo me escapaba de aquellas lecciones y solo salía a jugar a la pelota o a ensuciarme, sabiendo lo molestos que estarían. Cuando me dejaban castigado por no hacerles caso, me escapaba por la ventana de mi habitación, sin importar lo alto que estaba o si me haría daño, claro que en algún momento se enteraron y colocaron rejas en mi ventana, así que me escapaba por otra habitación. Así fue hasta que colocaron rejas en todas las ventanas.

-Y entonces por donde te escapabas?.-Preguntó Nicolás cuando ya había terminado de comer.

El enojón se rió por varios segundos, causando que la curiosidad de Nicolas aumentara.

-Me escapaba por la puerta, si al final ellos se la pasaban trabajando.-Dijo Jaime todavía riéndose.

-Espera, entonces no había porqué escapar por las ventanas?.-Preguntó el moreno bastante divertido también por aquello.

-Supongo que no, pero vamos, solo era un niño y me sentía rebelde.-Contestó el enojón con una leve sonrisa.

-Si ellos trabajaban mucho, quién te cuidaba?.-Preguntó el pequeño moreno algo curioso e interesado en aquel tema.

-Nadie.-Respondió el señor Navarro tomándose un momento para luego seguir hablando.-No lo creían necesario.

-Pero había gente que cuidara la casa y cosas así?.-Cuestionó el pequeño secretario, viendo como su novio asentía.-Claro, contrataban gente para cuidar la casa pero no para cuidarte a ti y después andan pidiendo que hagas weas.

-Esa es la lógica de tus suegros.-Dijo el jefe de Nicolás con una ligera sonrisa, muy acostumbrado a como eran sus papás.

-M-Mis suegros?.-Preguntó el secretario del enojón observándolo.

-Claro.-Respondió Jaime con una sonrisa, viendo como el moreno se sonrojaba.

-Dios, cuando tenga que conocerlos, qué haré? Me odiaran.-Dijo Nicolás ya entrando en pánico.-Pensaran que no tengo modales y que mi educación...

-Nico, no pienses en esas cosas ahora.-Dijo el enojón interrumpiéndolo mientras lo tomaba de la mano para que se tranquilizara.-Si pasara algo así, no dejaré que te traten de esa manera, porque simplemente nunca te conocerán como yo te conozco. Y si ni siquiera ven lo maravilloso que eres, se pueden ir a la mierda.

-Pero son tus padres, no puedes...

-Son los que tuvieron sexo para que yo naciera, a mí prácticamente me criaron los que trabajaban para ellos.-Dijo el señor Navarro volviendo a interrumpir a su novio mientras acariciaba la mano de este.-No te preocupes por nada de eso, amor. Nada de lo que ellos puedan decir hará que lo que siento por ti cambie.

Con aquellas palabras dichas, Jaime se acercó a su novio y lo besó en un compas lento, sintiendo como este le respondía el gesto. Claro que el sabor a pie de limón lo hizo mucho más adictivo.

Boss (Jainico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora