🌑Capítulo 10 🌑

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Angus sonrió, mi reacción parecía divertirle, lo que más me molestó no fue que se burlara de mi, sino que su sonrisa era endemoniadamente hermosa y no podía hacer nada para evitar que me pusiera incómoda, debido a la conexión que provocó el haberme convertido en loba.

—La verdad es que si no te acusé cuando entraste a mi habitación, ¿por qué habría hacerlo ahora que solo estas en el patio?

Parpadeé perpleja.  El idiota tenía razón, pero aunque no lo había visto desde ese punto de vista, no le iba a permitir ganarme la discusión.

—Aún no descarto que hayas sido tú quien me trajo a esta academia y prometo que voy a hacer que te arrepientas —amenacé al no tener nada mejor que decir.

—Como quieras —Se encogió de hombros—. Solo quería advertirte que no te acerques al bosque, es peligroso a estas horas —Se dio media vuelta, pero antes de irse pareció recordar algo—. ¡Ah! Y no hables tan fuerte o pueden descubrirte.

Resoplé con fuerza mientras lo veía alejarse. Aun si me acusaba me tenía sin cuidado, ya que para el amanecer estaría bien lejos de aquí.

Esperé a que desapareciera del pasillo y corrí exactamente en la dirección contraria, directo al bosque que rodeaba la academia.

Corrí con todas mis fuerzas, no me era difícil mantener el ritmo, en mi escuela ya había competido en varios torneos de atletismo, solía ser muy buena en deportes, era algo que me gustaba muchísimo, tenía un par de medallas colgadas en mi habitación para demostrarlo.

Me interné dentro del espeso conjunto de árboles, donde la oscuridad era aún más potente. No importó saltar las raíces que sobresalían de la tierra ni esquivar los troncos que aparecían en mi camino, la esperanza y mi libertad me impulsaban.

De pronto una extraña sensación me invadió, como si alguien me estuviera siguiendo. Miré hacia atrás pero no distinguí a nadie.  Continué corriendo, haciendo caso omiso a lo que sentía, pensé que tal vez era un síndrome de persecución debido al temor que me producía ser descubierta.

Sin embargo el presentimiento no desapareció, de hecho, a medida que avanzaba se hizo cada vez más intenso. Ni siquiera me atreví a dar media vuelta, mis instintos me decían que una sombra se extendía sobre mí y estaba a punto de alcanzarme.

Los latidos de mi corazón se aceleraron y no precisamente debido a la carrera que estaba llevando, conocía mi cuerpo lo suficiente como para distinguir cuando era miedo y no cansancio.

El terror se tornó insoportable, aceleré aún más, mientras sentía que algo oscuro me pisaba los talones, estaba desesperada y horrorizada.  Quería salir de ahí pronto, incluso la idea de encerrarme en la Academia me parecía atractiva a esas alturas. Cualquier lugar donde estuviese segura.

Iba tan apurada que tropecé con mis propios pies y caí el suelo. Alcancé a poner mis manos frente a mí para evitar que mi cara se estrellara contra la tierra, sin embargo el dolor que sentí me indicó que probablemente me había herido la piel.  Ni siquiera me preocupé, mas bien, con la misma velocidad con la que caí me di la vuelta y cubrí mi rostro con mis brazos, en un inútil instinto por protegerme.

Apreté mis párpados con fuerza, esperando lo peor.

Y esperé, pero no ocurrió nada, a pesar que la horrible presencia oscura no desaparecía, temí abrir los ojos, pero no podía quedarme ahí para siempre.

Con cuidado, entreabrí mis ojos, para descubrir que estaba sola en medio de los árboles.

Me puse de pie y miré en todas las direcciones posibles, estaba sola, sin embargo mis instintos todavía me gritaban que corría peligro.

SelenofobiaWhere stories live. Discover now