Al fin llegó el día de la fiesta en la playa. Todo comenzaría dentro de dos horas, suficiente para arreglarme, comer y me sobraba para molestar a mi hermano en su partida online. 

-Procura no llegar tan tarde y cuidate sobretodo- dijo mi madre, dandome un beso en la cabeza- ya eres mayorcito para saber que es lo correcto. Procura no hacer tonterias- susurró con un giño

-No te preocupes, no llegaré muy tarde- dije poniendome las zapatillas- Y procura que ese pequeñajo se duerma a su hora, que si no se nos va de las manos

Mi padre apareció riendose de mi frase

-Con la cantidad de veces que te dejabamos acostarte tarde... ¿y a el no se lo podemos permitir?

-Touché- dije riendo- nos vemos mas tarde - abrazé a mi padre

Cuando salí, el ambiente estaba mas frió y lúgubre de lo normal. Pude sentir algo que no me cuadraba, pero decidí encaminarme hacia la fiesta.

 Hubo de todo: desde concurso de bebidas hasta de magia. El ambiente era muy acogedor. Aunque me hubiese gustado ir con mis amigos, me lo estaba pasando la mar de bien. Pero si que sentí que algo malo estaba por suceder. Aun seguía con aquel mal presentimiento que me estaba molestando des de que salí de casa. Sabia que aquella sensación la había sentido antes, en algún lugar, pero no conseguía recordar donde. 

-¿Sucede algo, Kalen?- me dijo Kiria, una de las más guapas del instituto. Tenía muy buen carácter, a pesar de que muchos dijesen que era muy fría

-Todos los jóvenes de la ciudad se han reunido hoy aquí. ¿Se puede saber quien ha organizado todo esto?

Kiria pensó en ello, pero no tenía ni idea

-Yo recibí la invitación en nombre del instituto, al igual que todos. 

Entonces me giré para marcharme de allí

-¿piensas irte a casa? Estamos a más o menos media hora de la ciudad- me dijo Kiria agarrándome de la mano

Nunca había vivido algo así. Que una chica te agarre del brazo puede significar muchas cosas, pero no podía ignorar aquel presentimiento

-Lo siento, Kiria. Hoy no será- dije seriamente. Luego me puse en marcha a la ciudad en una de las bicis impulsándome con la ayuda de la magia de fuego. Una manera barata de hacer una moto. No muchos utilizaban algo tan rudimentario cómo una maquina. A pesar de utilizar muy poco mi magia, siempre sacaba el mayor provecho de ella. 

Podía sentir cada vez más frío a medida que me acercaba a la ciudad. Mientras me acercaba, pude recordar que esa sensación la había sentido en la calle del mercado, al venir de casa. Entonces mis presentimientos empeoraron aun mas. Pude ver la ciudad bajo una capa intensa de nubes negras. Cuando llegué, el ambiente se puso aun más tétrico. Todas las calles estaban vacías. Todas las tiendas y edificios estaban destrozados. Pero lo peor de todo fue ver sangre esparcida por todos lados. Al cruzar la zona comercial pude ver un montón de cuerpos amontonados en mitad de la calle. Todos habían sido masacrados. Corrí calle arriba hasta llegar al puente. Pude divisar la casa de los padres de Lucy, que había sido destruida. Aun así no paré hasta llegar a casa, aun intacta. Entré tan deprisa como pude. Vi el salón lleno de sangre, que se dirigía hasta la habitación de mis padres. Fui lentamente, siguiendo el camino de sangre hasta encontrarme una escena inaudita: mis padres y mi hermano estaban siendo absorbidos por unas criaturas de color gris. Parecían humanos, pero en cuanto se giraron pude ver que no lo eran. Sus ojos rojos con esa cara de bestias se posaron en mí. Empezaron a disparar un tipo de flechas que salía de sus propios cuerpos. Definitivamente no podían ser humanos. Empecé a tirar magias de fuego a los puntos donde estaban absorbiendo a mi madre, pero se volvían a regenerar. Me cubrí en las paredes del pasillo para que ninguna de sus aguijones me diese. Pero en cuanto intenté entrar, una me dio en el hombro derecho.

-Vete...- me dijo mi padre, mientras era absorbido por aquella cosa- Vete de aquí y déjanos Kalen... es lo mejor para todos

-¡Ni hablar!- grité mientras disparaba rocas hacia la criatura que le estaba absorbiendo, pero, de nuevo, resultó un intento inútil

La criatura que estaba absorbiendo a mi hermano me disparó otra flecha en mi espalda. No pude aguantar aquella puñalada y caí de rodillas al suelo. Notaba como mi sangre se filtraba en mis pulmones. Entonces vi como mi madre luchaba por sacar sus manos de aquella cosa. Al liberar una mano, utilizó una magia protectora: muro de piedra. Entonces del suelo comenzaron a aparecer placas semicirculares alrededor mío. Iban apareciendo de uno en uno lentamente.

-No... Mama...- dije mientras la miraba.

Mi madre consiguió liberar su otra mano y de repente, un líquido de color verde. Lo dirigió hacia mi herida en la espalda. Pude notar como un calor invadía aquella zona.

-Hijo... vive... por los tres...- dijo mi madre, desistiendo a su destino- Se feliz hijo... feliz

-No, mama. Aun puedo...- dije mientras intentaba moverme, pero las puñalada me dolía lo suficiente como para permanecer inmóvil. 

-Hijo... sé que esto es duro... pero ya no hay marcha atrás. Nosotros ya lo hemos dado todo. Ahora... llegó nuestra hora. Pero tu aun tienes esperanza- dijo mi padre des del otro lado. Las criaturas seguían observando la escena

En aquel momento, otra placa semicircular apareció encima de mí. Solo faltaba una para que se cerrase por completo. Volví a ver a mi madre, que estaba frente a mí.

-Adiós... cariño. Hasta siempre...- dicho esto, la última placa se abrió paso para cerrarme en aquel sitio de la habitación.

Solo pude ver oscuridad en aquel lugar. Aun seguía luchando por salir de allí para poder ayudar a mi familia, pero entonces un dolor intenso me retuvo en el suelo. Notaba que estaba perdiendo la consciencia. Entonces, todo se tornó aun más negro.

Y aun así... noté como una lágrima cayó al suelo.

"Sólo lo que se pierde es adquirido para siempre"

Henrik Ibsen  

En el límite del bien y el malWhere stories live. Discover now