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Severus Snape

— Ya paso una semana mi amor —bese la frente de Harry, sus mejillas se encontraban sonrojadas porque aún le avergonzaba lo que hizo en mi clase— la poción literalmente te emborracho, fue como un narcótico, no tienes la culpa.

— Claro que sí, si no hubiera llorado no habría hecho explotar la poción ¡y lo hice! Es por eso que explotó —agacho la mirada, agarre su barbilla entre mis dedos y acerque mis labios a los suyos rozandolos.

— ¿Sabes lo bueno qué ocasionó ese desastre? —escaneo mi rostro en busca de respuestas pero finalmente negó— nadie se meterá contigo, porque saben que eres el novio del profesor más hijo de puta de la escuela.

— ¿Ah si? —sonrió, puso su mano en mi pecho y se acerco lentamente lamiendo sus labios. Exquisito. Agarre su cadera, no había nada mejor que estar en mi sofá con Harry encima de mi, se sentó en mi entrepierna y comenzó a dar pequeños saltos. Mi pene llenandose de sangre por segundo—, eso no esta bien profesor ¿y si piensan qué me estoy acostando con usted solo para subir mi nota?

— Entonces tendrían razón —paro de saltar, me senté y bese su cuello aún teniéndolo sobre mi—, en lo de la parte en que te acuestas conmigo.

Baje mi boca a su clavícula para mordisquearla un poco, mis manos bajaron a su regordete trasero, había subido un poco de peso por el estrés y se veía más que magnífico. Podía ver sus pezones duros por sobre la camisa y sentir su erección pegada a la mía, todo en él olía a lujuria y deseo. Y la lujuria y el deseo olían a Harry. Las venas en su cuello se tensaron, agarre la orilla de su camisa y la subí, lamí su duro botón.

— Agh —arqueo su espalda, sonreí.

Comencé a morderlo suavemente con mis dientes, mientras sentía como movía sus caderas sobre mi, empecé a inclinarlo lentamente para poder tener por completo el control sobre él pero me detuvo e hizo que yo me acostara. Sus ojos mostraban una chispa que yo no había visto antes pero la inocencia igual no los abandonaban. Sus temblorosas manos se dirigieron a mis ya incómodos pantalones, desabrochó y bajo el cierre, se sorprendió al ver como mi miembro salió disparado, sonreí.

— N-no estas usando ropa interior —negué y sus ojos se agrandaron más al ver la pieza metálica en mi tronco— ¿q-qué es e-esto? —lo señalo con horror.

— Un piercing —su mirada era de curiosidad y desconcierto— tocalo.

Asintió, paso sus dedos por la pequeña pieza de metal, solté un gemido, sus ojos se encendieron, acerco su cabeza y lo lamió despacio, apreté la mandíbula para no soltar ningún sonido pero el placer se intensificaba por mil con solo tener ese adorno, agarre un puñado de su cabello y mordi mi labio inferior.

— ¿T-te duele? —negué, sus labios se fueron a mi punta y se cerraron en mi glande, lo succionó sin compasión.

— Ummm... Agh —gemidos y quejidos salían de mi boca sin control alguno. Sentí como rozo sus dientes, un escalofrío recorrió todo mi ser, lo aparte bruscamente, el arrepentimiento y la vergüenza inundaron su rostro, sus ojos agrandados, el estomago se me revolvió. Me acerque a él y lo abrace— lo siento Harry, lo siento mi amor.

— Y-yo soy el q-que se debe de d-disculpar—puso sus manos en mi pecho y me alejo dejandome de nuevo en la punta del sofá. Sus ojos aún contenían ese fuego abrazador, se mordió el labio y se puso en posición de perrito— baje mis pantalones señor, castigueme señor.

— ¿Seguro qué quieres hacer esto Harry? —me miro sobre su hombro y asintió. Agarra la orilla de su pantalón y tire de el hacia abajo, cayo al piso junto a su camisa, acto seguido me desnude yo completamente— lo haré duro, si quieres que pare di ¿de acuerdo? —asintió. Aquí vamos.

Querido diarioWhere stories live. Discover now