Capítulo 11: La elegida.

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Era como si mi mente estuviera bloqueada, había oído y entendido lo que me acaba de decir, pero no era capaz de asimilarlo ni de tener ninguna reacción al respecto. Simplemente, no podía ser, yo no.

Pero era cierto que la profecía me definía a mí, aunque también definía a todas las chicas huérfanas de este centro. ¿Por qué creía que se trataba de mí y no de cualquier otra?

Jeremy me abrazaba, pero ahora mismo no era él el que me interesaba. Busque por encima de su hombro hasta que le encontré de pie, apoyado en la mesa en la que antes estaba sentado.

Sin saber muy bien como hacía cada cosa, me separé de Jeremy y me encaminé hacía Laurent. Estaba a un metro de él, Jeremy y Gloria estaban detrás de mí.

- ¿Por qué crees que soy yo? La profecía define a todas las chicas. – mi voz no tembló ni titubeo en ningún punto de la frase, pero toda yo me sentía como un flan.

- Ninguna de ellas ha encontrado a su amor en ninguno de nosotros. – me dijo con su típica mirada de odio, ni siquiera en estos momentos era capaz de ser amable. – Ella es la compañera de Jeremy – dijo ahora en voz alta, para que todos lo oyeran.

Hubo un “oh” general y luego varios murmullos en los que no quise prestar atención. Yo miraba a Laurent y este me miraba a mí.

- ¿Por qué? – le dije sin más.

- Quien sabe.

- Necesito algo más. Una explicación mejor.

Ya no dudaba de su locura, solo necesitaba que me dijera porque yo. Aunque seguía sin creérmelo, o más bien sin comprenderlo.

- ¿Qué es lo que necesitas? No tengo más que ofrecerte. – me dijo ahora algo curioso.

- Necesito que me digas que mis padres no han muerto para que esta locura de vida vuestra siga adelante. – le dije gritándole y encarándome a él.

- Eso era necesario. – me dijo encarándose a mí.

Y tras decir eso le abofetee. Me hice daño en la mano porque le dí con todas mis fuerzas. Le dejé una marca en su cara y eso me gustó. Por fin le había dado lo que se merecía.

Él hizo el típico gesto de girar la cara tras el bofetón pero no respondió a mi golpe, como yo pensaba que haría.

Jeremy se colocó a mi lado y se quedó mirándonos con cara de asombro, supongo que estaba asombrado con los dos, con una por haberse atrevido a pegar a Laurent y con el otro por no haber respondido el golpe, o al menos intentarlo. En eso último, yo estaba tan sorprendida como él.

Ninguno de los dos nos disculpamos, ni él por haber dicho lo que dijo y ni yo por pegarle, estábamos en paz. Pero si hubo un cambio en su mirada hacia mí, ahora aparte de odio, había respeto.

Uno hombre de unos veinte y muchos se colocó a nuestro lado y dijo:

- ¿Podemos proseguir con la reunión o tenéis algún espectáculo más que ofrecer?

Laurent no contestó pero se encamino hacia su sitio, Gloria le siguió y se sentó a su izquierda. Esta vez, Jeremy no me iba a dejar escapar, me cogió de la mano y me obligo a sentarme a su derecha.

Desde aquí se veía todo diferente, estábamos más altos, debido a la tarima elevada, todos parecían algo inferiores a nosotros. Todos parecieron callarse al fin.

- Si realmente crees que es ella – empezó a decir el mismo que había sugerido proseguir con la reunión. – deberíamos llevarla a la adivina.

Hubo una aceptación general, pero yo de repente no me sentía superior a nadie, mis miedos volvían y mis manos volvían a temblar.

- Ya la llamé. – dijo Laurent. – Debería haber llegado ya.

Soledad *[En Edición]*Where stories live. Discover now