Capítulo 10: Explicaciones.

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Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar al lagarto que había visto en el gimnasio.

- ¿Por qué un Trator, o como se diga, es lo más extraño? ¿a qué insecto o reptil se le parece?

- A ninguno, por eso es extraño. Es más como un murciélago o algo así, solo que gigantesco. Y vuela. – dijo por último.

- ¿Los subterráneos entienden? Quiero decir, ¿son capaces de entender a los humanos y de pensar como ellos y todo eso?

- Son capaces de pensar como un cazador. Es lo que hacen, observan y cazan para comer.

- Entonces, un subterráneo no puede ser vuestro espía. – no era una pregunta, era un hecho.

- No. – pensó durante un segundo – Creemos que es de los nuestros.

- ¿Cómo?

- No todos aceptan nuestro legado igual de bien. Dedicamos toda nuestra vida a la caza de subterráneos, algunos mueren jóvenes.

- Pensaba que no podíais morir. – dije recordando lo que me dijo una vez Ariana sobre Laurent.

- No envejecemos, pero si morimos. – se me quedó mirando hasta que vio en mi cara la duda que me entraron tras esa frase. – nuestras células no envejecen pero nuestro corazón puede detenerse.

- ¿Cómo te conviertes en lo que eres? – la pregunté curiosa.

Ella me miró muy sorprendida por la pregunta, como si no esperase que quisiera convertirme en uno de ellos. Pero ¿quería? ¿Qué futuro me esperaba con alguien que no envejece? Sé que es muy pronto para pensar en eso, pero si lo nuestro era algo del destino, no iba ha querer estar con nadie más, de hecho, no quiero estar con nadie más.

- No sabía qué era eso lo que querías. – me dijo aun con esa mirada confusa.

- No se trata de lo que quiero sino de lo que es lo mejor. Pero no has contestado a mi pregunta.

- Todos hemos nacido con ello, solo se elegiría esta vida si no te quedase más remedio. Nuestros padres eran protectores y nosotros nacimos igual. Es algo biológico, está en nuestra sangre.

- Pero…

- Sí, puedes convertirte – dijo adivinando lo que la iba ha decir. – Solo se trata de compartir la sangre de un protector, es un proceso de varios días, pero es posible.

Puse cara de asco, esto empezaba a recordarme a las novelas de vampiros, ¿pero a caso no se trataba de algo así? ¿En qué mundo lógico y normal se permitiría toda esta locura?

- Es asqueroso, ¿tendría que beberme tu sangre? – dije algo más alto de lo que era mi intención.

Varios de los que estaba delante se dieron la vuelta para mirarme con caras sombrías, pero por suerte, Jeremy no me había oído.

- Hoy en día, con una transfusión de sangre valdría. – dijo mientras se reía de mí.

Eso sonaba mucho menos asqueroso.

- ¿Cómo sería el proceso?

- Nuestras células entran en tu organismo y las destruyen.

- Tiene pinta de doler.

- Dicen que no es agradable, pero lo desconozco. Nadie en su sano juicio aceptaría esta vida.

Bueno eso era algo fácil, yo no estaba en mi sano juicio.

No volvimos ha hablar más del tema. Yo dí un rápido vistazo a mi alrededor, la sala se había llenado. Jeremy parecía estar discutiendo con Laurent y tenía pinta de que la discusión no era muy agradable.

 Laurent se levantó de su silla de jefe y todo el mundo calló de repente.

- Os he pedido que vinieran todos aquí porque algo, referente a los subterráneos, está cambiando. – hizo una pausa para ver las caras de su público y continuo. – Los subterráneos están entrando en este centro.

La reacción de la gente fue inmediata, algunos gritaban que no podía ser, otros que si era una broma, otros se pusieron a blasfemar. Y yo no entendía nada.

- No solo eso, los subterráneos no atacan a los humanos, solo observan.

- Eso no es posible. Nunca antes ha pasado algo así. Son animales, por el amor de dios. – dijo un hombre de unos treinta que había sentado a dos metros de nosotras.

- Creemos que están recibiendo órdenes de un aislado.

- Aislado es como se les llama a los protectores que reniegan actuar como tales – me susurro al oído Gloria.

- Eso es una tontería aun mayor. – dijo ahora una mujer que se sentaba en las primeras mesas. - ¿Para qué iba a querer un aislado vigilar este centro?

- Bueno, yo tengo una teoría – dijo Laurent algo tímido. – Creo que la chica de la profecía está en este centro.

La gente se calló automáticamente y se miraban unos a otros con dudas en la cara.

Eso fue lo que estuvo a punto de decirme ayer Gloria cuando Laurent la interrumpió. Ellos están aquí por una profecía.

- ¿De qué profecía hablan? – la susurré al oído a Gloria.

- Valiente y solitaria será la chica cuando llegué. Pero rápido amada será. Ella vencerá al igualarse y de lo malo librará. – dijo Laurent en voz alta.

- Lo dijo una protectora con el don de la adivinación nada más pisar este centro hace ya cien años. – me dijo Gloria. – Creímos en convertir este centro en un orfanato por lo de solitaria, aquí todo el mundo está solo.

- Yo creo que deberíamos buscar otra explicación. – dijo de repente Jeremy que se había levantado con ansiedad en la mirada. – Y si solo están evolucionando, quizás hayan aprendido, al fin.

Estaba actuando a la desesperada, incluso yo que no tenía ni idea de lo que hablaba, podía darme cuenta de eso. ¿Por qué se comportaría así?

- ¿Quién cree Laurent que es la chica? – le pregunté a Gloria.

Acababa de caer, un poco tarde, en la complejidad de lo que había dicho Laurent. Él había dicho que creía que la chica estaba en este centro, ¿pero quién? Tendría que estar en esta sala, aquí estaban todos los protectores de la zona.

Miré a todas las presentes, no había muchas y de todas las que había, Gloria y yo éramos las que teníamos más pinta de chica que de mujer. Miré a Gloria y ella me observaba fijamente como si tuviese que darme cuenta de algo obvio.

Entonces caí que aun no había contestado a mi pregunta.

- Dime quien es. – la dije ahora sin importarme el volumen de mí voz.

Noté varias miradas que apuntaban a mí, pero ninguna me importaba. ¿Por qué no quería decírmelo? ¿podría ser ella? Pero ella lleva aquí mucho tiempo, se habrían dado cuenta antes.

Gloria seguía sin contestar y en cuestión de microsegundos Jeremy estaba a mi lado cogiéndome la mano y obligándome a apartar la mirada de Gloria para mirarle a él. Sí que era rápido, incluso corriendo debería haber tardado el triple.

Le miré y ahora notaba todas las miradas en mí. Sus ojos mostraban disculpa y desesperación, pero no tanto como su voz cuando dijo:

- Él creé que eres tú.

Soledad *[En Edición]*Onde histórias criam vida. Descubra agora