4. Cumpleaños

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Se está preparando para salir a cenar con su novia Riza. Desde su inesperada contratación ha pospuesto una cena un poco más romántica en la que además de celebrar su cumpleaños le entregue el anillo de compromiso. Tiene una larga jornada pero se esfuerza tanto en el día que Maes le permite retirarse temprano para poder ir a celebrar. El moreno necesita un momento de recreación para liberar un poco el estrés que él solito se está buscando tratando de planear la mejor de las estrategias para el señor Elric.

Terminando de peinarse escucha su teléfono sonar. Acude al llamado y observa la pantalla. No conoce el número, eso le inquieta un poco.

— Roy Mustang.

— ¡Roy! Soy Edward ¡Necesito que me ayudes, por favor! —la voz del chico es de desesperación.

— ¡Calma Ed! ¿Qué es lo que pasa?

— No puedo decirle a mi padre y no sabía a quién recurrir. Por favor, Roy, tienes que venir a ayudarme —suplica.

Mustang se aturde unos instantes hasta que reacciona.

— ¡Tranquilízate debes decirme en dónde estás!

Al colgar el teléfono del otro lado de la línea, el adolescente no puede evitar soltar unas cuantas carcajadas.

Llama a su novia para cancelar diciendo que un amigo está en problemas. Roy no cree necesario mencionar quién es. Por su parte, Riza se siente triste, no podrá pasar ese día especial con él, pero se muestra comprensiva y lo entiende.

Sale a toda velocidad hacia la dirección que el muchacho le da. Está preocupado mientras maneja, si algo le sucede al niño ¿qué le dirá a su jefe? Sin saber por qué ya se está sintiendo responsable de la seguridad de Edward.



Al llegar estaciona el auto y revisa la dirección por tercera vez ¿Será posible que ese sea el lugar? Es un antro muy conocido en Central. En completa confusión está cuando alguien sube de pronto a su auto. Sin darle tiempo de reaccionar esa persona le abraza efusivamente.

— ¡Viniste, Roy! ¡Viniste! ¡Sabía que podía contar contigo!

— Edward ¿qué está pasando? —Deshaciendo el abrazo y quizá un poco más alarmado al comprobar que el chico está en un lugar como ese— ¿Estás bien?

— Ah sí, mira, allá enfrente está la mejor música antrera de la ciudad —dice de la manera más natural—. Hoy se presenta un grupo que he esperado por mucho tiempo. Como comprenderás, no me dejan pasar. Pero si tú vienes conmigo y muestras tu identificación tal vez piensen que tenemos la misma edad y...

— Espera, espera, espera. ¿Estás tratando de decirme que esa era tu emergencia Edward?

— Es un espectáculo único, Roy. No volverá a repetirse en mucho tiempo, claro que es una mega emergencia —se justifica.

El mayor se pasa una mano por los cabellos tratando de controlarse. En verdad está lidiando con un niño consentido.

— No puedes hacer esto, Ed —golpea el volante—. No puedes sacarme de mi casa con una supuesta emergencia, hacerme cancelar un compromiso importante para salir con esto.

"¿En serio? Porque creo que ya lo hice Mustang"

Piensa el chico, arqueando una ceja— ¡Por favor, Roy! —insiste, dando tirones en su brazo.

— ¡No entiendes que no lo haré! —No le grita pero su voz es lo suficientemente firme para borrar la sonrisa en el rostro del adolescente—. Lo siento Ed, pero nadie creerá tal cosa. Eres un niño y te ves como un niño, no importa con quien te acompañes. Además eres el hijo de Hohenheim ¿Crees que exista alguien que no pueda reconocerte? "Sol"

Arrancarse el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora