3. Mi sol

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Edward se queda atrás al ir por la pelota de tenis, así que es de suponerse que será el último en las duchas.

Va todavía asimilando lo que acaba de ver, es por eso que... no se fija cuando choca con alguien. Russell también se retrasa siendo el último en salir de los vestidores. Por unos instantes permanecen viéndose sintiendo cada uno la mirada penetrante del otro. Sin decir ni una palabra tratan de salir de esa incómoda situación moviéndose para avanzar. Sin quererlo lo están haciendo al mismo lado dando pie a un curioso baile. Hasta que ambos se detienen.

— ¡Muévete enano! —ordena Russell, importándole muy poco la reacción que Edward pueda tener.

El rubio de ojos dorados dirige el puño al rostro del otro adolescente deteniéndolo justo a unos cuantos centímetros de que se impactara. Tringham no hace ningún intento por detenerle como si tuviera la seguridad de que el Elric no se atreverá a tocarle. Entonces Edward baja el brazo y Russell se retira.



Después de pasar a la escuela por su novia Roy Mustang va tranquilamente manejando el auto y mientras lo hace termina por contarle los detalles a la de ojos cereza, de su nuevo empleo.

— No puedo creerlo, Roy. CFO de la "Elic's Company". Eso es muy bueno.

— Yo tampoco termino de creerlo. Pensé que pasarían años antes de lograr escalar. Aunque en realidad seré algo así como un aprendiz por un tiempo, es un cargo de confianza por lo que deberé aprender el manejo de la empresa del propio Director Financiero.

Riza no le pierde detalle, la felicidad y el orgullo se le salen por los poros.

— En todo ese tiempo tendré que darlo todo para demostrar que soy capaz de sustituir al mejor ejecutivo de la empresa. Intuyo que no será nada fácil el mismo señor Elric me lo ha dado a entender; será tiempo completo y tal vez horas extras. Lo más seguro es que ya no pueda seguir viniendo por ti —voltea fugazmente, de vez en cuando, para ver a la rubia mientras conduce.

— No te preocupes por eso, Roy. Podríamos vernos más tarde —dice ella con la voz un tanto apagada.

Unos instantes pasan en los que Riza Hawkeye permanece en silencio, con la cabeza gacha, sumida en sus propios pensamientos. Esto termina por llamar la atención de su novio.

— ¿Qué te ocurre? No parece que te haya agradado la noticia, preciosa.

— Oh Roy, no se trata de eso, en verdad estoy contenta por ti, es solo que... hoy tuve un altercado con un estudiante. Me siento mal porque trato de enseñarle pero él lo entiende todo al revés —mira por unos instantes la ventana algo melancólica, luego se compone para sonreírle a su guapo novio—. Pero no quiero hablar de eso, hoy es tu día y no quiero que se arruine con estas cosas. ¿Dónde iremos a celebrar?

— Pensé en un lugar, es nuevo de hecho, pero si no estás de humor podríamos ir a celebrar otro día —dice comprensivo.

— De ningún modo, amor. Esto es muy importante para ti y en verdad no quiero ensombrecerlo con trivialidades. Problemas con los alumnos tengo siempre, además necesito distracción —la sonrisa que le ofrece le indica que en verdad es sincera.

— En ese caso, espero que te guste el restaurante que elegí.



Cuando Hohenheim regresa a su mansión esa misma tarde, Rose, una de sus empleadas domésticas, le informa que su hijo lo espera para cenar. Le da gusto escuchar que el chico ya ha salido de su habitación. Sea lo que sea que le hubiese pasado el día anterior de seguro ya lo ha superado. Al menos eso es lo que él piensa.

Arrancarse el corazónWhere stories live. Discover now